Hace mucho tiempo que cayó en desuso la idea de que el principal motivo que impulsa la conservación de la naturaleza, es sentimental.
A medida que la ciencia incrementa nuestros conocimientos acerca de la extrema complejidad de biosfera, se hace más evidente y explícito el supremo valor que tiene su homeostasis para asegurar el bienestar y futuro de las especies, incluida desde luego el Homo sapiens.
Ha sido un grave error -mantenido durante siglos- creer que somos seres con poco o nada que ver con el resto.
Sin ir más lejos, la actual pandemia en pocos meses le ha demostrado a la humanidad que un microscópico e “insignificante” virus –de entre los miles de millones que existen- es capaz de poner en jaque la salud y la economía mundial.
La primera enseñanza es que un baño de humidad nos resultará muy saludable.
En varias ocasiones nos hemos referido a la importancia que tiene la conservación de la naturaleza en términos generales para el bienestar de las personas, entre otras razones porque garantiza el mantenimiento de los servicios ambientales –esenciales para la vida-, y también de los bienes ambientales –basamento insustituible de las economías.
También hemos señalado que el condicionamiento económico ha sido el principal argumento de negociación de todos los pueblos, por su impacto directo en la calidad de vida de las personas.
Resulta muy interesante la novedad de que, más de un centenar de expertos presentaron un informe, en el cual aseguran que la protección del 30% de la naturaleza le generaría a la humanidad grandes beneficios económicos y financieros.
La restauración, conservación y protección de ese porcentaje de la biodiversidad y la naturaleza generarían grandes beneficios, pero sus autores calculan que se requiere una inversión aproximada de 140.000 millones de dólares en los próximos diez años (hoy se invierten la sexta parte). Lo interesante del informe es que se centró en el análisis de los impactos que las áreas protegidas del planeta pueden tener en sectores importantes de la economía, como la agricultura, la silvicultura, la pesca.
El Prof. Anthony Waldron de Cambridge y el oceanógrafo español de National Geographic Society, Eric Sala, cuantificaron la afirmación general del informe, señalando que cada dólar invertido en la protección de la naturaleza supone un beneficio de cinco dólares.
¿De dónde saldría el dinero? Sala afirma que invertir en esta sabia protección de la naturaleza representaría menos de un tercio del monto que los gobiernos gastan en subsidios a actividades que destruyen la naturaleza. “Representaría el 0,16 % del PIB mundial y requeriría menos inversión de lo que el mundo gasta en videojuegos cada año”.
Aseguran que aumentar las áreas protegidas terrestres y acuáticas incrementaría la economía global, los servicios eco sistémicos y reduciría los elevados costes de mitigación y adaptación al cambio climático. Vale la pena recordar que hoy solo el 15% de la tierra del planeta y el 7% de los océanos tiene algún grado de protección.
Hay que destacar que estas alentadoras recomendaciones son conclusiones provenientes del mundo académico.
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Columna publicada en el diario El País de Montevideo el 5/8/2020