Sacapuntas
El timbre de las 8
I
El profesor César Labastida Esqueda lee maravillado el ensayoLa decadencia de la mentira (Oscar Wilde, 1898):
“Aunque pueda parecer una paradoja –y las paradojas son siempre cosas peligrosas–, no por ello es menos cierto que la Vida imita al arte mucho más de lo que el Arte imita a la vida. […] Un gran artista inventa un tipo, y la Vida trata de copiarlo, de reproducirlo en formato popular, como un editor industrioso. Ni Holbein ni Van Dyck encontraron en Inglaterra lo que nos han dado. Traían sus tipos consigo, y la Vida, con su aguda facultad imitativa, se aplicó a suministrar modelos al maestro. Así lo comprendió el sagaz instinto artístico de los griegos, que en la estancia de la recién casa ponían una estatua de Hermes o de Apolo, para que engendrara hijos tan hermosos como las obras de arte que contemplaba en su éxtasis o su dolor. Sabían que la Vida no sólo gana con el arte espiritualidad, hondura de pensamiento y sentimiento, tumulto o paz para el alma, sino que puede modelarse a sí misma
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