Gracias al cine disponible en las plataformas, sobre todo en esta pandemia, se ha roto la mirada hegemónica de lo que proyecta el duopolio de salas cinematográficas en México. Si bien es cierto que en el streaming contemporáneo no están disponibles producciones trascendentales ( pensamos en clásicos cinematográficos que deben conocer todas las generaciones) y también hay sesgos cinematográficos, temáticos, morales o de actualidad, se pueden encontrar producciones interesantes como Cowspiracy: El secreto de la sostenibilidad de Kip Andersen ( EUA:2014) de la que nos ocupamos en esta ocasión.
El documental comienza con una frase rotunda de Martin Luther King, que sirve como introducción y epígrafe : Al final no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino los silencios de nuestros amigos. Los silencios pueden ser cómplices, cobardes o hasta enemigos en la lucha ambiental. Es lo que nos demostrará el incipiente cineasta en esta obra.
Como en otras cintas que tratan el tema de la sustentabilidad ( Mañana, La ultima hora, Una verdad incómoda),ésta también comienza con una reflexión personal -lo que hemos nombrado en la piel de la gente-sobre lo que es una vida normal en el occidente racional, comenzando por la infancia y cómo se llega a un momento de sensibilidad y conciencia. Este momento llega para él cuando escucha y ve a Al Gore, justamente en su primer documental, y queda convencido de la necesidad de actuar en consecuencia para frenar la crisis ecológica. Toma como regla de vida los consejos que da el exvicepresidente de los Estados Unidos: usar bicicleta, darse baños rápidos, ahorrar con energía cambiando focos y sobre todo cambiar su régimen alimenticio.
El centro temático del documental son justamente los efectos que tiene sobre los ecosistemas, primero norteamericanos y después de todo el mundo, la producción de carne de animales de granja y particularmente la carne de res que es usada para las hamburguesas y otros alimentos que se convirtieron en un referente alimenticio mundial. La vaca como la reina del mundo rural, dijera Víctor Toledo. El hecho no es menor por que se relaciona con innumerables variables como: producción de metano que llega a ser – según esta referencia, que cita un Centro de Investigación Mundial sobre datos ambientales- el 51% de los gases de efecto invernadero; con la utilización de la ganadería extensiva; el cambio de uso del suelo de grandes extensiones de hectáreas, de agua y alimento para el pastoreo vacuno; la perdida de bosques y selvas, y consecuentemente de biodiversidad, etc.
Tal vez la principal aportación de la cinta sean la implicación personal de un ciudadano común y corriente en el mundo ambiental y cómo se anima a realizar una valiente investigación y documentarla cinematográficamente. Lo observamos hacer la investigación en su computadora, contactar citas y entrevistas y cargar su tripié de un lugar a otro.
La cinta, al problematizar la cuestión, usa datos matemáticos basados en lo que los expertos le van señalando, y se presentan de manera muy didáctica. Por ejemplo, cuando habla de cómo se está deforestando para el uso ganadero, el equivalente a una cancha de futbol americano, la imagen se va llenando de los mismos. La conclusión es evidente, no se puede seguir satisfaciendo esta demanda de carne en un planeta de recursos limitados.
Pero lo que más llama la atención de Andersen es cómo esto, que es tangible y claro, no está en la agenda de las renombradas organizaciones ambientalistas norteamericanas. Este silencio resulta repugnante cuando solicita hablar con organizaciones como Greenpeace que, simple y sencillamente, le contestan como si fueran un corporativo interesado en otras cosas.
La crítica a ese cierto ambientalismo es contundente cuando nota que hay dos motivos: que el poder de estás empresas es tan grande que alcanza hasta para financiar a estas organizaciones verdes y/o, que puede servir para silenciar a los verdaderos ambientalistas del sur. Se menciona la cantidad importante de ambientalistas brasileños muertos por haberse opuesto a prácticas depredadoras ganaderas en la Amazonia. Lamentablemente no es el único caso en el continente americano.
Tiene muchas más virtudes esta pieza educativa y de comunicación ambiental. Sin embargo, no nos gusta el final. El ambientalismo y la construcción de sustentabilidad está más allá de un cambio de régimen alimenticio. El vegetarianismo y el mundo vegano, sin duda, pueden ser eslabones, pero la batalla se tendrá que dar en más frentes, por ejemplo, las salas cinematográficas, las aplicaciones, las redes sociales y los salones de clase.