Humberto Muñoz y Roberto Rodríguez, en su artículo titulado, “La Educación y el futuro de México”, proponen como objetivo “…presentar líneas centrales de cambio del sistema educativo, así como proponer políticas generales, que puedan diseñarse y aplicarse para cumplir los propósitos formulados”.
Ésta cita pretende ejemplificar que al escribir de educación, se deben proponer alternativas viables y específicas para mejorar nuestro sistema educativo, tan deteriorado y denostado por propios y extraños.
Desde la década de los 80’, investigadores, docentes y políticos vinculados a la educación, ya sea por convicción o por accidente, han escrito decenas de artículos, donde casi todos y cada uno de ellos, muestran las carencias y las limitaciones de modelos, reformas y propuestas de educación que fueron generados de manera más o menos formal, desde la víspera del sexenio de Carlos Salinas en el ya lejano 1984.
Sin embargo, pocos abordan de manera puntual y analítica y no se diga pedagógica y didáctica, los aspectos de la docencia y el aprendizaje, como las teorías, estrategias que posibiliten un mejor desempeño de los profesores y por consecuencia, un mayor desempeño de sus alumnos, que han ido abandonado por obtener nombramientos especiales como “investigadores” y para convertirse en brillantes teóricos de la educación.
Asimismo, es justo reconocer que los responsables de las políticas educativas son y han sido personajes más vinculados a la política que utilizan a la educación como escalón y “brincan” como chapulines de un puesto a otro sin ton ni son.
Para ejemplo, bastan algunos botones:
Cuando cambiaron al Secretario de Educación Manuel Bartlett Díaz, por el entonces Subsecretario de Programación y Presupuesto Ernesto Zedillo, yo trabajaba como Coordinador del Sistema Nacional de Orientación Educativa SNOE, que pertenecía a la misma Secretaría y durante esos días, en un Encuentro Nacional de Coordinadores de Orientación, el entonces Director General de Educación Extraescolar, el Doctor Raúl Olmedo Carranza me citó de manera emergente para darme instrucciones de detener los trabajos, ya que por órdenes del flamante Secretario de Educación, la Orientación debería de ser “Integradora”. ¡Se había descubierto el hilo negro!
Así es como funcionaba – y funciona- la educación en México. Por decreto y órdenes superiores en la mayoría de los casos con un desconocimiento pleno de los verdaderos problemas que aquejan a nuestro sistema educativo, entre los más importantes, salarios justos y dignos a los docentes, una formación y capacitación pedagógica y didáctica profesional, formal y bien planeada.
En recientes declaraciones, Esteban Moctezuma Barragán, Secretario de Educación en turno, y específicamente el 21 de enero de éste año fatídico del 2020:
“Pidió desarrollar un espacio común en educación superior para facilitar el intercambio académico, la movilidad nacional e internacional de estudiantes, profesores e investigadores, así como el reconocimiento de créditos y la colaboración interinstitucional”.
¡Qué original, creativo e innovador discurso!
Sin embargo, no habló de los recortes a la investigación en el Conacyt y en múltiples áreas de varias dependencias dedicadas a éste rubro clave en el desarrollo de un país.
Por otra parte, los docentes en México, que durante décadas se ganaron el título de apóstoles de la educación y que en los días aciagos de 1956 y 1958 lucharon de manera valiente por mejoras salariales; en los últimos años han tenido actitudes y conductas variopintas.
Muchos de ellos se entregan a su noble labor con dedicación y profesionalismo, otros han transitado en la docencia sin pena ni gloria y en franca posición “de debut y despedida”. (cantaban Los Ángeles Negros).
Otros más utilizaron a la docencia como último recurso ya que representaba cierta seguridad laboral y de un proyecto de vida impuesto y confuso.
Hace algunos años, una estudiante de un posgrado de educación, nos confesaba que ella quería ser bióloga, pero su madre, también docente, la convenció de trabajar de profesora ya que podría heredar la plaza familiar… y así sucedió.
También están los casos frecuentes de profesores descontentos con su trabajo. Un caso que recién conocí, es el de una asamblea de profesores politécnicos que durante ésta pandemia exigían un aumento de sueldo, argumentando que su salario- que reciben puntualmente- no les alcanza para enfrentar tan difícil situación.
“Siempre que me hablan de ti, es para darme la queja, de que te ha ido muy mal…”
Parecen reflejar lo que en el fondo caracteriza a nosotros los mexicanos, la insatisfacción, la desconfianza y la crítica y queja crónica sin propuestas y argumentos sostenibles.
Entonces, para hablar de docencia es obligada la cita del eminente pedagogo brasileño Imedeo Nérici, cuando en la lejana y recordada década de los 60 de la educación liberadora, suscribía en su texto Hacia una Didáctica General Dinámica:
“Hasta no hace mucho tiempo en la creencia generalizada, que para ser un buen profesor, bastaba conocer bien la disciplina para enseñar bien. Pero es preciso más; sobre todo una conveniente formación didáctica”
Y ahora tenemos un escenario con algunas opciones:
Opción 1. Hereda la plaza docente, o paga lo que te pide el Sindicato y “san se acabó”,
Mas seguro, más marrao…
Opción 2. Ingresa con convicción, pero espera una pronta jubilación. Ya que la docencia
genera un profundo cansancio y desgaste emocional.
Opción 3. Inicia la práctica docente, con muchos tropiezos, pero con formación
capacitación permanente (incluyendo las nuevas plataformas y un cúmulo
de cursos bizarros en tiempos de pandemia). Todo esto sumado a elevar tu
nivel cultural, que buena falta nos hace…
Finalmente, para no aburrir los respetables lectores de palido.deluz, les propongo festejar estos diez años de esfuerzo y dedicación de sus directores, colegas y amigos. Tona y Armando, disfrutando juntos y a la distancia, de la cinta Escritores de la Libertad, como motivación para un mundo mejor en la educación.
Agosto 2020 “Año 1 de la Pandemia”