Vuelvo a pensar en tu sonrisa, y es para mí un agua límpida, que corre venturosamente entre un pedregal de guijarros, exiguo espejo en el que miras una hiedra y sus retoños; y por encima el abrazo de un blanco y tranquilo cielo.
Este es mi recuerdo, no sabría decir si tu lejano rostro expresa libremente un alma ingenua, o si es verdad que eres como los vagabundos a quienes agobia el mal del mundo y llevan el sufrimiento consigo, como un talismán.
Pero puedo decirte esto, que tu pensada imagen sumerge las caprichosas congojas en una onda de tranquilidad, que tu semblante se insinúa en mi memoria gris, como el ápice de una palmera joven…
(De su poemario Ossi di sepia). Traducción: Gabriel Humberto García Ayala