Décima generación
La Maestría en Educación Ambiental dio, y sigue dando, sentido a mi vida personal y profesional, modificó significativamente el sentir y vivir la vida, pues cuando llegué a la reunión informativa pensé encontrarme con la presentación de un programa lleno de estrategias para reducir los desechos sólidos y el cuidado del agua, ¡oh, sorpresa! Cuando escuché la participación de los profesores encargados de impartir las materias y hablaban de crisis, de síntomas, del modelo económico, de problemáticas ambientales y la importancia de trabajarlo desde el aula; quedé no sólo encantada, sino aferrada; aferrada a quedarme en la maestría, a tomar el diplomado y buscar el lugar. Con el paso de los días y las clases la modificación de mi perspectiva en todos los sentidos fue drástica, pero, terminar la maestría fue sensacional.
Este enfoque holístico, interdisciplinario, humanista e integral que se abordó en todas las materias del programa, me ha permitido impartir mis clases partiendo del contexto de los estudiantes, fomentar el respeto a los recursos naturales, dar mayor sentido a lo humano que a lo material y la búsqueda del bien común.
La Maestría en Educación Ambiental me permitió acceder al nivel Medio Superior como profesora frente a grupo y, posteriormente, continuar con estudios de posgrado en un Doctorado sin olvidar nunca el enfoque de la maestría ni el compromiso, amor y acompañamiento de sus queridos y queridas profesoras y profesores.