Décima generación
Al iniciar el programa de la Maestría en Educación Ambiental, una de las primeras enseñanzas generales pero trascendentales en demasía, fue lo comentado por el Dr. Tonatiuh Ramírez Beltrán: “durante los 4 semestres, nos dedicaremos a leer y a escribir”. Palabras clave, que se llevaron a la práctica y que contribuyeron de manera esencial para favorecer la reflexión, el análisis y la propuesta de soluciones sobre lo estudiado.
Los contenidos que se abordan en cualquier plan de estudios, son sin duda esenciales en la formación de sus estudiantes. Les permiten acercarse a un dominio de los temas correspondientes dentro del perfil de egreso que se pretende alcanzar y para su desarrollo profesional, según sea el nivel educativo.
Sin embargo, más allá de estos conocimientos, cursar la Maestría nos permitió adentrarnos en los procesos inicialmente descritos. A través del debate, de la revisión de diversos materiales, de la elaboración de diferentes producciones académicas y desde luego, de la construcción de la Tesis de grado; todo lo cual, nos acercó a contar con una perspectiva más sólida en los ámbitos en que nos desenvolvemos.
Y es que en congruencia con lo que implica la Educación Ambiental, de enfrentar la crisis ambiental a partir de su total relación con el modelo de desarrollo imperante, no encontraremos respuesta pensándola desde lo ecológico y lo aislado; se requiere a partir de los procesos educativos, que los estudiantes alcancen revolucionarias estructuras de pensamiento, desde lo complejo, de señalamiento, de relacionar causas y consecuencias de cada acción en un todo global, y por supuesto de creación de soluciones ante los evidentes síntomas que de este punto crítico se desprenden.
Estos aspectos, impactaron de sobrada relevancia en todos los escenarios posteriores en que me he desenvuelto, tanto en lo laboral como el nombramiento de supervisor de Educación Primaria por examen de oposición y el trabajo docente en Maestría y Doctorado, como en lo académico con las Especialidades, Doctorado y PostDoctorado logrados.
Sin duda, el “parte agüas” fue el tránsito en la Maestría, que nos generó bases para seguir creciendo en los siguientes espacios que cada uno buscó independientemente del nivel educativo, ya que inequívocamente bajo esta estructura, todo docente que propicia que sus alumnos presenten posibles soluciones ante diversas problemáticas de la cotidianidad global, nacional, regional y local, es un educador ambiental.
Leer y escribir, son procesos que coadyuvan en la formación integral de los alumnos, y que además nunca deben terminar.