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Jueves, Noviembre 21, 2024

Primer reto: elegir el manual adecuado

El acelerado proceso de globalización que está ocurriendo en el mundo actual ha provocado, entre diversas consecuencias, que cada vez más personas necesiten conocer lenguas extranjeras a fin de poder participar de manera eficaz en intercambios de negocios, políticos, educativos y sociales.

Los avances tecnológicos ponen a disposición del educador muchos recursos para acercar la lengua-cultura extranjera a los aprendientes; gracias a la Internet, se puede acceder con facilidad a publicaciones (manuales, revistas, libros, periódicos), emisiones de radio y televisión, podcast, videos, plataformas y sitios con actividades didácticas y juegos interactivos para estudiar casi cualquier lengua, de manera económica e incluso gratuita.  Esta amplia oferta pone a los docentes en la dificultad de elegir lo que conviene brindar a sus estudiantes para que aprendan mejor la lengua de su interés. Lo usual es que los centros de idiomas o instituciones educativas propongan el empleo de alguno de los muchos manuales que hay en el mercado editorial para ese fin, algunos de los cuales son muy completos, porque además de un libro y un cuaderno de trabajo, incluyen recursos multimedia en soportes electrónicos o el apoyo de plataformas de internet para el docente y los alumnos.

Entonces, ¿cómo elegir lo que se va utilizar para un curso o que se usará como material de estudio complementario? Graziano Serragiotto (2004), propone varios aspectos que deben considerarse al analizar manuales para la enseñanza-aprendizaje de lenguas:

  • Datos generales del material: autores, editorial, fecha de publicación, perfil del destinatario (intervalo de edad, lengua materna, nivel de competencia de la lengua meta que se propone). Todo esto supone informarse sobre la experiencia de los autores, el prestigio de la casa editora y la actualidad del manual.
  • Organización del material (unidades, módulos, lecciones, capítulos, sesiones) para determinar si es adecuado al programa establecido por la institución y a la periodicidad de las clases. La presencia de un índice y tablas de contenido es importante para orientar la preparación del trabajo docente. Las instrucciones claras y concisas son indispensables para que el estudiante pueda guiarse en el manual.
  • Los objetivos de aprendizaje deben estar definidos con precisión y los contenidos propuestos para alcanzarlos deben ser pertinentes.
  • La presentación gráfica tiene que ser atractiva y estimulante por la inclusión de imágenes, esquemas, tablas, variación de tipos de letras, empleo de íconos y otros símbolos que favorezcan la comprensión y el seguimiento ágil de las instrucciones y las actividades.
  • El enfoque metodológico (comunicativo, por tareas, nocional-funcional, situacional, etc.) debe corresponder a la propuesta curricular del curso.
  • La tipología de actividades comunicativas y gramaticales, así como los ejercicios incluidos en el material deben ser variados y suficientes, considerando las distintas habilidades discursivas (lectura, escritura, comprensión oral, expresión e interacción oral).
  • Las estrategias de aprendizaje sugeridas para el trabajo en clase y fuera del aula deben ser congruentes con el enfoque y diversificadas para tomar en cuenta distintos estilos cognitivos.
  • Los instrumentos de evaluación deben considerar los diferentes momentos del proceso: diagnóstico, retroalimentación continua y verificación de la competencia alcanzada, tanto del punto de vista de los conocimientos lingüísticos adquiridos como del desempeño comunicativo.
  • Accesibilidad y empleo cómodo del material, lo que incluye las dimensiones físicas (peso, número de páginas, volúmenes), la relación entre calidad/precio, la distribución en librerías o puntos de venta para obtenerlo.
  • Complementos: CD-ROM o DVD, carteles, tarjetas, juegos de mesa, enlaces a sitios de internet, conexión con plataformas educativas.
  • La Guía para el profesor es fundamental porque ofrece propuestas de trabajo, sugerencias de los posibles contenidos, puede proporcionar instrumentos de valoración y aclarar la modalidad de evaluación y de las integraciones de un mismo texto para usos diferentes, así como las formas de interacción más convenientes para cada actividad, así como un cálculo aproximado del tiempo que requiere su realización en la secuencia didáctica.

Serragiotto ofrece fichas con indicadores detallados para cada aspecto, a fin de registrar las cualidades de varios materiales y comparar las percepciones de distintos evaluadores. Resulta claro que la elección del manual adecuado para un curso no es una decisión banal y sería preferible que se llevara a cabo de forma colegiada con los docentes y los administradores de una institución educativa, apoyándose en una guía o un esquema de criterios e indicadores que favoreciera una revisión objetiva y consensada de todos los implicados en su empleo.

A pesar de la numerosa oferta de manuales para la enseñanza de distintos idiomas, sabemos que es difícil encontrar un material que cumpla a cabalidad todos los aspectos, debido a que los libros de texto de editoriales comerciales suelen diseñarse para un perfil genérico de estudiantes, los cuales en la realidad pueden provenir de orígenes culturales muy diversos y que aprenden el idioma en circunstancias muy particulares. Por ejemplo: no es lo mismo un grupo de jóvenes que estudian italiano en una universidad pública en México, que un aula con jóvenes migrantes de diferentes países que lo adquieren en Italia.   El docente desempeña la función de mediador entre el objeto de conocimiento (la lengua extranjera) y los aprendientes, por lo que contar con un manual puede resultar de gran ayuda. Especialmente para profesores con poca experiencia, seguir un material elaborado en un una editorial comercial puede proporcionarles formación en un determinado enfoque pedagógico o un particular método didáctico y brindarles claves para una preparación más sistemática de las clases.

Díaz y Asención (2008) señalan que la elección de manuales comerciales a menudo obedece a razones de economía, pues aligeran la carga del docente ya que proveen una estructura clara de actividades y ejercicios y funcionan como guía de preparación de clases para profesores novatos. A eso se suma, como explica Mezzadri (2003) que la mayoría de los libros de texto responden a referentes internacionales, especialmente el Marco Común Europeo para las Lenguas, que se reflejan en exámenes de certificación, por lo que su uso legitima u otorga prestigio a la oferta de instituciones educativas. A esos factores, Ezeiza (2007) agrega que los manuales responden a criterios de calidad establecidos por la competencia entre las empresas editoriales que los producen y muchos de ellos funcionan como paquetes de recursos que responden a la renovación curricular constante, de manera que pueden proporcionar un vehículo para la actualización docente.

Sin embargo, estos mismos autores coinciden en que los manuales comerciales presentan varias desventajas: al ser estandarizados, homologan a los estudiantes y pueden resultar poco flexibles para responder a las características de grupos particulares. Dependiendo del modelo de trabajo propuesto, pueden trivializar la labor del profesor, reduciéndolo a un instructor y dejando poco espacio a la creatividad.  Aunque casi todos los manuales actuales buscan la autenticidad cultural y lingüística, a veces abstraen la lengua de su realización sociocultural, presentándola en entornos asépticos o poco realistas, lo que se agrava si el docente hace un uso acrítico del mismo cuando se le impone como un sistema de control institucional.

 

Creación de materiales “ad hoc”

La elección entre usar manuales comerciales o dejar al docente en libertad de preparar sus propios materiales suele ser motivo de controversia. Los administradores escolares prefieren la primera opción, porque intentan gestionar de manera más eficiente y precisa el trabajo de los docentes. A menudo, el manual es la base del programa de estudio y así los administradores o directivos de las instituciones consideran que pueden llevar un seguimiento más puntual del avance programático de cada profesor. La segunda opción ofrece oportunidad al docente de ser creativo para adaptar su labor en el aula a las características de cada grupo particular, pero genera mucha incertidumbre sobre las diferencias de rendimiento entre grupos del mismo nivel atendidos por profesores distintos. Se requiere, entonces, que existan programas institucionales que definan de manera clara y detallada los objetivos a lograr y los contenidos a abordar. En esas condiciones, el mecanismo de control suele basarse en exámenes, lo que también acota la creatividad de los maestros e incluso de los alumnos.  Comúnmente ocurre que los docentes reúnen una miscelánea de textos, actividades y ejercicios provenientes de diferentes manuales comerciales para trabajar con los estudiantes, pero eso entraña el riesgo de combinar enfoques y metodologías didácticas que resulten contradictorias o poco coherentes entre sí.  

Incluso cuando se adopta un manual comercial como eje de un curso de lengua, durante el trabajo con el grupo, el profesor puede percatarse de que no siempre responde a las necesidades e intereses de sus estudiantes, por lo que se verá impelido a buscar o elaborar materiales adicionales al manual.

Si elegir un buen manual resulta un empeño incierto, elaborar un material propio es un verdadero desafío. Ezeiza (2004), citando a Tomlinson (1998), sintetiza los retos y riesgos de esa labor de la siguiente manera:

 

 

 

 

Los que se debe lograr

Lo que se debe evitar

ü  Personalización y adaptación a necesidades particulares

ü  Flexibilidad y uso creativo

ü  Enfoque multidimensional

ü  Énfasis en la pluriculturalidad

ü  Aprendizajes experienciales

ü  Contenido emocionalmente vinculante

ü  Metacognición

ü  Reflexión intercultural

ü  Confianza en la actividad del estudiante.

ü  Adaptabilidad a nuevos contextos

 

§  Protagonismo de la gramática

§  Centralidad del docente

§  Descompensación en el tratamiento de las actividades discursivas

§  Predominio de un estilo cognitivo en relación con los demás

§  Trivialización de temas y contenidos

§  Uso excesivo o poco cuidado de textos literarios

§  Escasas oportunidades de interacción entre los alumnos

 

 

 

El proceso para desarrollar el material educativo requiere el cumplimiento de varias tareas docentes:

Identificar las necesidades e intereses de los aprendientes no atendidos en el manual que se usa para el curso. Eso implica analizar el perfil del grupo de estudiantes: el rango de edades, las razones por las que estudian determinado idioma, las dificultades específicas derivadas del contraste entre las lenguas en contacto, los conocimientos de partida sobre la lengua-cultura, sus experiencias y preferencias en el estudio de idiomas, etc.  

Obtener los modelos de lengua o documentos de partida (input, en inglés) útiles para presentar los contenidos de aprendizaje.  La tendencia de los enfoques actuales es el uso de textos auténticos, es decir, originalmente producidos por y para hablantes nativos, sin fines didácticos. Esta condición supone una reflexión extensa que abordaremos en un futuro artículo. Afortunadamente, esa tarea se ha vuelto más accesible gracias a la Internet, como lo hemos comentado previamente.  Lo difícil es saber aprovechar los documentos encontrados de la manera más oportuna y efectiva en el curso: requiere una fuerte inversión de tiempo y esfuerzo hallar textos auténticos adecuados al nivel de la competencia lingüística de los estudiantes y luego darles un tratamiento didáctico eficaz, con el inconveniente de que muchos de ellos tienen una vigencia corta y, por lo tanto, una vida útil limitada.

Proponer estrategias y actividades de aprendizaje comunicativas, desafiantes y creativas. Éste es el meollo del papel de los docentes como diseñadores de materiales. El propósito es que los documentos auténticos sirvan como ventanas a la realidad cultural de la comunidad que utiliza determinado idioma y que las actividades propuestas favorezcan un uso realista del mismo, a fin de que los estudiantes desarrollen la capacidad de comunicarse de manera efectiva con hablantes nativos. Las estrategias de aprendizaje deberían también ser motivadoras al conectar el aspecto cognitivo y el emocional, favoreciendo en lo posible, la metacognición y el aprendizaje autodirigido.

Controlar la coherencia metodológica del material creado por el docente con el manual y el programa institucional. La falta de congruencia puede causar que los estudiantes perciban los materiales adicionales como simple entretenimiento o, peor aún, como distractores de los objetivos de aprendizaje que buscan lograrse en el curso.  Los alumnos necesitan comprender la relevancia y el propósito de las estrategias y actividades complementarias ideadas por el docente. Los asuntos abordados en los documentos auténticos que propone el profesor, deben mantener relación con los temas culturales y comunicativos incluidos en el manual o en el programa del curso, de manera que enriquezcan o amplíen el contenido de aprendizaje, sin que la información nueva resulte abrumadora. De hecho, deben centrarse en la actividad de los estudiantes, estimularlos para la interacción comunicativa y funcionar como modelos para producir y resolver tareas realistas de comunicación.  Es importante cuidar que los materiales elaborados por el docente se inserten de manera armónica en la secuencia didáctica propuesta en los manuales, para que los alumnos los perciban como integrados y no simplemente agregados al trabajo cotidiano de las clases, pues conviene que los consideren un complemento útil y no una sobrecarga.

Asegurar la disponibilidad de los recursos necesarios para el buen funcionamiento de los materiales de estudio.  Por ejemplo, la infraestructura del aula: pizarrón, tableros, equipos de reproducción de audio y video, conexión a internet para dispositivos móviles; también se cuentan como recursos los soportes para la presentación de contenidos: grabaciones, carteles, mapas, imágenes, objetos, marionetas, juegos de mesa, hojas de trabajo, diccionarios, sitios digitales de consulta, etc.

Evaluar continuamente la eficiencia y eficacia de los materiales elaborados, a partir de un registro sistemático de las experiencias significativas y los resultados obtenidos durante su empleo. Esto permitirá realizar correcciones y ajustes, de manera que puedan reutilizarse en ocasiones posteriores para que el esfuerzo y tiempo invertidos en su elaboración rinda beneficios en varios grupos o en cursos sucesivos.

Proponer estrategias o instrumentos para la verificación del aprendizaje, incluyendo la posibilidad de la evaluación entre pares y la autoevaluación, de manera que los estudiantes tomen conciencia del avance logrado con el material de estudio que le ofrece el docente. Esto refuerza la motivación intrínseca de los alumnos y proporciona información valiosa al docente sobre el progreso alcanzado por el grupo en un determinado momento del proceso de enseñanza-aprendizaje.

 

Lo expuesto hasta aquí pone en evidencia la complejidad de decisiones y el arduo trabajo que supone elaborar material educativo para clases de lenguas, a pesar de lo cual, muchos docentes lo hacen como parte de su práctica cotidiana, pues lo consideran una responsabilidad académica en beneficio de sus alumnos, una forma de enfrentar las situaciones imprevisibles de la dinámica en el aula, buscando sostener la motivación de los estudiantes y la consistencia en el programa de estudio.

 

Conclusiones

Como hemos planteado anteriormente, existen buenas razones tanto para trabajar con un manual comercial en la clase de lenguas, como para crear materiales adecuados a grupos específicos de estudiantes.

Los manuales comerciales suelen presentar una estructuración muy clara del contenido, con un diseño atractivo, en el que incluyen imágenes modernas, variaciones tipográficas, cambios de color e incluso recursos lúdicos e interactivos.  La mayoría se apegan a estándares o referentes internacionales y pueden incluso realizar adecuaciones a solicitud de instituciones educativas que así les garantizan un pedido redituable. Los manuales de casas editoriales de prestigio se renuevan conforme los avances de la didáctica, por lo que pueden servir como guía de capacitación para docentes inexpertos y marcar tendencias de actualización para los profesores experimentados. Sin duda, resultan muy útiles para los estudiantes autogestivos. Su valor principal es que reducen significativamente el tiempo y esfuerzo para la preparación de las clases y facilitan el seguimiento del avance programático por parte de los coordinadores de docencia o los directivos de las instituciones educativas.

Sin embargo, los materiales elaborados por los docentes para satisfacer necesidades específicas en contextos particulares, suelen ser más flexibles y adaptables a variados estilos de aprendizaje. Con frecuencia atienden aspectos afectivos y valorativos que raramente se incluyen en manuales comerciales. Cuando se diseñan colaborativamente entre dos o más docentes con apoyo institucional, suelen partir de la negociación colegiada del programa educativo, lo que permite aprovecharlos en la recopilación de evidencias para la evaluación curricular sistemática.

Lo más valioso de que los docentes asuman el encargo de diseñar material educativo para un determinado contexto educativo, es que eso abre la oportunidad de un desarrollo académico y profesional a partir de la investigación-acción, dado que es la mejor expresión de la creatividad pedagógica y estimula una reflexión constante sobre el ejercicio de la docencia y el funcionamiento de las instituciones escolares y de los centros de enseñanza de lenguas. 

 

Referencias documentales

DÍAZ, G. & ASENCIÓN, Y. (2008). El rol y diseño de materiales, en: 

http://spa513.wikifoundry.com/page/El+rol+y+dise%C3%B1o+de+materiales

 

          EZEIZA RAMOS, J. (2004) Analizar y comprender los materiales de enseñanza en perspectiva profesional algunas claves para la formación del profesorado

  http://74.125.155.132/scholar?q=cache:BW6Jch6IXqQJ:scholar.google.com/+análisis+de+materiales+ESL&hl=es&lr=lang_es&as_sdt=2000&as_ylo=2004

EZEIZA RAMOS, J. (2007) Hacia un modelo de calidad en la producción, selección y aplicación de materiales para la enseñanza de lenguas. Universidad del País Vasco.

MEZZADRI, M. (2003), I ferri del mestiere. (Auto)formazione per l’insegnante di lingue. Perugia, Guerra Edizioni – Soleil.

SERRAGIOTTO, G. (2004) Scheda di analisi per i manuali di lingua italiana. CEDILS Certificazione in didattica dell’italiano a straneri, Bonacci editore, Roma.

TOMLINSON, B. (1998), Materials Development in Language Teaching, “Introduction”, Cambridge, Reino Unido, Cambridge United Press.

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“pálido.deluz”, año 10, número 139, "Número 139. Educación ambiental: 30 años de formación y experiencias en un posgrado. (Abril, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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