En el año 2001, cursaba mis estudios en el colegio de bachilleres F-5 en el estado de Puebla cuando, en septiembre, me enfrenté a una revelación que cambiaria mi vida por completo: descubrí que estaba embarazada a mis 17 años. Aunque logré completar el semestre y finalizarlo en diciembre, la noticia de mi embarazo desencadeno en mí una avalancha de emociones abrumadoras.
Experimenté una profunda vergüenza, miedo e inseguridad al tener que enfrentarme a la reacción de mis amigos y maestros.
La magnitud de la noticia se agravó aún más al sumirme en un periodo depresivo. Sentía que había fallado, que mi futuro se veía amenazado y era inevitable el cambio en mi vida. La perspectiva de mudarme sola a la Ciudad de México añadió preocupación y complejidad a mi situación personal y académica. Aunque sabía que era una decisión inevitable, el peso emocional de las circunstancias me hizo sentir derrotada.
Tome la decisión de abandonar la escuela en mi último semestre de bachillerato. La vergüenza y la falta de confianza en mis propias habilidades me llevaron a no reinscribirme para el siguiente semestre. Esta elección marcó el inicio de un camino lleno de obstáculos, convirtiendo el logro de completar mi educación media superior en un lastre que arrastré durante 17 años.
Al no poder completar mi bachillerato de manera convencional, decidí buscar una alternativa y me inscribí en el sistema de preparatoria abierta. Esta modalidad me brindó la oportunidad de presentar exámenes en diversas sedes de la Ciudad de México. Sin embargo, me encontré con el desafío de aprobar las materias de Inglés y matemáticas, ya que se requería un conocimiento profundo de los contenidos para aprobar los exámenes.
Me enfrenté al desafío de aprobar el examen de inglés, ya que no logré superarlo en tres intentos consecutivos. Fue cuando decidí tomar medidas adicionales y me inscribí en una academia de idiomas por varios meses. Mi dedicación y esfuerzo dieron sus frutos, ya que en el cuarto intento finalmente logré pasar el examen.
En el caso del examen de matemáticas, apliqué el examen en cuatro ocasiones sin éxito, pero persistí y en mi quinto intento obtuve el puntaje necesario para aprobarlo. Estos eventos fueron lecciones valiosas que me enseñaron la importancia de la perseverancia y el compromiso para logra mis metas.
Aprendí a confiar en mí misma a través de estos desafíos, comprendiendo que con esfuerzo, voluntad y compromiso podía superar obstáculos y concluir algo que me había llevado muchos años lograr. Estos logros también me recordaron que, si bien el cuerpo puede envejecer, la mente tiene la capacidad de adaptarse y aprender continuamente.