Recordar es darle vida a todos los sentimientos y aprendizajes pasados, por ello, remontaré mi historia a la época más complicada que he atravesado en mi recorrido por este mundo.
Corría el año 2014, iba en primer año de secundaria y aún no lograba adaptarme a mi escuela ni a mis compañeros, por otro lado, mis padres se habían separado y fue un proceso doloroso para mí, debido a esto, considero que fui susceptible a los comentarios que me hacían mis compañeros respecto a mi apariencia, cuando se enteraron que acudía a clases de ballet desde los 5 años, comenzaron a agredirme físicamente y a hacer comentarios despectivos sobre mi cuerpo cuando los profesores no estaban presentes, sin embargo, intenté dar todo de mi para adaptarme a mi nueva realidad.
Pasó el tiempo y llegó el año 2015, con ello mi ingreso a segundo año de secundaria, ingenuamente, pensé que las cosas serían diferentes y mis días en la escuela serían más llevaderos, para mi desgracia, mi profesor de deportes se enteró que acudía a clases de ballet y comenzó a hacer comentarios despectivos sobre mi apariencia mencionando que mi cuerpo no era el prototipo de figura de una bailarina, esto originó que mis compañeros se sintieran con la libertad de hacerme comentarios hirientes en su presencia sin ninguna sanción, además, debido a que estaba en plena etapa de desarrollo, ciertos compañeros comenzaron a realizarme insinuaciones sexuales y a tocarme sin mi consentimiento, hablé con algunas profesoras explicándoles lo que estaba viviendo pero me dijeron que exageraba o simplemente no me creían; al vivir todas estas situaciones todos los días, desarrollé dismorfia corporal, rechazo a mi cuerpo y muy baja autoestima, por ello, me estresaba mucho el acudir a clases y me comenzaron a dar crisis de ansiedad en la entrada de la escuela, y cuando estaba dentro me ponía muy mal.
Esto causó que generara un trastorno de ansiedad generalizada y depresión; en ese momento creí que el mayor problema era mi cuerpo y por ello decidí dejar de acudir a clases de ballet, ya que no soportaba ver mi cuerpo en un espejo, comencé a acudir con una psicóloga que me derivó con una psiquiatra, debido a que había veces en que me quedaba internada y, además me era imposible entrar a clases por lo mal que me ponía, mi mamá optó por cambiarme de escuela e inscribirme a una escuela donde pudiera tomar clases de forma híbrida para tratar mi salud mental y física, de esta manera concluí mis estudios de secundaria.
Al hacer un recuento de esta etapa la veo como la época más complicada de mi vida y un fracaso académico, ya que desde niña, mis padres me enseñaron a ser responsable, dedicada y dar mi mejor desempeño en la escuela, así como transmitirme sus conocimientos y complementarlos con los de la escuela, sin embargo, en esa etapa no pude hacerlo por las situaciones que viví.
No obstante, obtuve mucho aprendizaje de esta etapa en mi vida, aprendí a no dejar que me hicieran daño aún si fuese una autoridad, también, a no quedarme callada y contar mi historia porque habría alguna persona que sí me creería, aún ahora, sigo aprendiendo a aceptar mi cuerpo tal cuál es, y aunque es un proceso difícil y doloroso quiero lograrlo, por desgracia, también aprendí a volverme retraída y seria, pero, el mayor aprendizaje que obtuve fue priorizar mi salud mental y no abandonar mis sueños y mi pasión por las cosas que me hacen ser quien soy.