Con el pretexto de los libros de texto gratuitos, los curas están alebrestados y, como siempre, levantan el estandarte anticomunista disfrazado de fe. Acusan, de la mano de políticos y organizaciones de la derecha más inculta (aunque suene a pleonasmo), que el objetivo de tales ejemplares no es educar, sino ideologizar a los alumnos, cada día más apartados del oscurantismo por ellos impuesto desde hace 2 mil años (…)
Aferrados a que la tierra es plana y el conocimiento es dañino para la fe, los ensotanados despotrican, repiten sus dogmas milenarios, amenazan con el juicio final a todo aquel que ose llevarles la contraria y con descaro se meten en decisiones de Estado, de las que, por ley, deben abstenerse. Viva la ignorancia, muera la ciencia. Desde la Iglesia, ¿qué hacen los curas si no ideologizar a su feligresía, mantenerla en el atraso e imponerle arcaicas creencias? Pero los ensotanados, que legalmente no pueden participar en la vida política del país, recurren a sus antediluvianos seguidores incrustados en la política nacional para violar la Constitución.