El Destello: 8:15
La Bomba-A, conocida con el sobrenombre de “Little Boy”, fue lanzada desde el bombardero B-29, Enola Gay. Explotó 570 metros por encima del suelo con un destello azul claro. El diámetro de la bola de fuego fue de 100 metros y la temperatura en su centro fue de 300, 000 C. Inmediatamente después de la explosión, un humo negro y blanco cubrió a la ciudad completamente y se elevó a miles de metros. La presión de la explosión directamente abajo del centro del estallido fue de 4.5 a 6.7 toneladas por metro cuadrado. Las casas de madera dentro de un radio de dos kilómetros del hipocentro colapsaron y ardieron completamente debido al viento y al calor. Los incendios continuaron durante dos días. Algunas personas que estaban cerca del centro de la explosión literalmente se evaporaron y solo quedaron sus sombras; otras se convirtieron en cadáveres carbonizados. Quienes sobrevivieron tenían graves quemaduras. Sus ropa estaba chamuscada, así que prácticamente estaban desnudas. Su piel se desprendió y colgaba. Corrieron a los hidrantes para la prevención de incendios y a las orillas de los ríos en busca de agua.
Más tarde cayeron grandes gotas negras de lluvia. Era una lluvia mortal que contenía lodo, cenizas y restos radiactivos. A través de las llamas ardientes y la lluvia negra torrencial había una fila interminable de heridos que se dirigían a las afueras de la ciudad. Las heridas de sus manos provocaron que la piel les colgara. Sus manos parecía como las de los fantasmas.
El texto citado líneas arriba se transcribió del libro Unforgettable Fire, a propósito de un aniversario más de ese terrible hecho y del estreno de la película más reciente del cineasta Christoper Nolan, Oppenheimer, que se centra en el liderazgo del físico estadounidense J. Robert Oppenheimer, quien desarrolló las bombas atómicas que devastaron Hiroshima y Nagasaki.
En este texto no me referiré a la película sino al libro citado anteriormente. El volumen contiene 104 fotografías de un total de 975, recolectadas de junio a agosto de 1974, en respuesta a un llamado de la Corporación de Radiodifusión de Japón (NHK) titulado “Dejemos para la posteridad imágenes sobre la bomba atómica dibujadas por los ciudadanos” Ninguno de los dibujos que se muestran fueron hechos por artistas profesionales. Muchos de quienes elaboraron los dibujos no habían dibujado desde su paso por la educación primaria. Son no solamente registros y materiales de esos dos días. Más bien, cada imagen hace eco del llanto sincero de alguien que ha soportado la tristeza y el sufrimiento desde el día en que se lanzó la bomba atómica.
Son dibujos de testigos, quienes en 1974 aún vivían con el recuerdo de ese momento dolorosamente grabado en sus mentes. Algunos todavía escuchaban "voces fantasmas que pedían ayuda". Otros no podían borrar una sola imagen dolorosa: un niño moribundo que pide agua o un esposo o un hijo atrapados en una casa en llamas.
A un lado de un campamento militar, un niño de cuatro o cinco años de edad, yacía sobre su espalda, estaba totalmente carbonizado, con sus brazos apuntando al cielo.