Mercurio
Armando Meixueiro Hernández (CDMX, 1965) y Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán (CDMX, 1962) desde hace años han escrito, dirigida, coordinado y publicado decenas de libros. Solamente en la colección “Vuelta de tuerca” de la tapatía editorial La Zonámbula hay 16 títulos en los que ellos han intervenido (la mitad de ellos como coautores). Además, claro, editan y sostienen la revista electrónica Pálido punto de luz, un referente en temas de educación en el continente; todo ello, junto con su labor académica y de educadores ambientales.
Venus
La más reciente obra de este par de profesores es Sobrevivir y burlar la muerte con educación: aprendizajes del profe Labastida en pandemia y pospandemia, libro con uno de los acostumbrados por ellos títulos kilométricos, que reúne algunas de las desventuras y reflexiones del profesor César Labastida Esqueda, quien en la no-ficción habita y se desempeña en una dimensión compartida por el mismo Benjamín Rojas (El maestro equivocado, 2005) y millones de profesores posmodernos mexicanos que comparten, sí, la calidad de “jodidos y regañados”, que menciona Rojas, pero que también son reflexivos, interesados y que, contra lo que piden teveaztecas, loretes, chumeles y demás fauna derechosa, se muestran revolucionarios (sí, en el sentido izquierdoso del término), inconformes y activos.
Tierra
En Sobrevivir y burlar… se recoge una variedad de entregas de las historias de César Labastida durante los tiempos de pandemia, publicadas en Pálido… De acuerdo con Armando Meixueiro, el libro tiene un trabajo de edición para hacerlo no un refrito, sino una obra única, lo que se nota y agradece, porque Sobrevivir y burlar… puede leerse como una novela de aventuras de un profesor que recuerda mucho al Wilt (1976) de Tom Sharpe, pero también es una obra importante sobre las reflexiones del quehacer pedagógico y laboral de los profesores de educación media y superior, y también de los alumnos, durante la aciaga temporada de pandemia que marcó nuestro mundo de manera brutal y permanente.
Cinturón de asteroides
En el primer capítulo, que se sitúa en 2020, Labastida confiesa que tiene miedo. Miedo porque lo rodea la desesperanza, la angustia y la muerte, lo que tal vez lo lleve a la culpa del sobreviviente, que nunca se siente suficientemente bueno como para superar desgracias que han destruido a tantos otros. En esos años, que ya parecen tan lejanos, el miedo a un virus empezó a superar el miedo a la delincuencia organizada (y desorganizada), al despojo ambiental, al desprecio cultural, a la depauperación laboral y a los demás monstruos que pueblan nuestras vigilias y sueños en un siglo XXI tan lejano de la utopía y tan cercano al apocalipsis.
Júpiter
Labastida, como tantos otros maestros, quedó inmerso en una realidad a teledistancia, digital, completamente diferente de los sueños optimistas de la ciencia ficción optimista, pero sin la grandilocuencia de la cf pesimista. O sea, una realidad chata, grisácea, que difícilmente daba para presumir otra cosa que no fuera la posibilidad de dar clases a recuadros negros con los nombres de alumnos casi desconocidos y con el profesor vistiendo pantalón de pijama y pantuflas de abuelita.
Voyager
<inicio de transmisión> Contra lo acostumbrado en esta columna, esta será la primera de dos entregas consecutivas sobre el mismo tiempo. <fin de la transmisión>