Un mejor futuro
Era un día jueves, Nalive se levantó temprano como todos los días para ir a trabajar. Está haciendo méritos para que la contraten en la Secretaria de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE). Está muy entusiasmada porque es una secretaria nueva, está conformada por una Subsecretaría de Ecología, ahí cree que puede aprender, aplicar sus conocimientos y participar en la solución del problema de contaminación del aire en el Distrito Federal actualmente Ciudad de México.
Ella es originaria del estado de Guerrero, hija mayor de 9 hermanos: 4 mujeres y 5 hombres. Su papá se llama Marcelo, es Profesor rural. Su papá le había platicado que quería ser sacerdote, recuerda que alguna vez viajaron a la Ciudad de México y cuando caminaban por la Parroquia y exconvento de San Felipe y Santiago Apóstol localizada en el centro de Azcapotzalco. Le platicó: Este lugar era como la orilla de la ciudad, por estos solares veníamos a cortar tunas para el seminario. Retomamos la plática que alguna vez habíamos dejado a medias, que él había estudiado en un seminario porque quería ser sacerdote. Pero, por azares del destino, regreso a su pueblo natal Iliatenco, en la montaña de Guerrero para apoyar a su padre en el campo. El abuelo de Nalive le dijo a Marcelo ve a buscar trabajo, tú no eres para el campo, el abuelo tenía mucha razón. Marcelo era una persona preparada y recuerda Nalive que él le hablaba de filosofía y teología que ella fue entendiendo con el paso de los años.
La mamá de Nalive se llama María, ella estudió la primaria en la costa chica, es una mujer inteligente, amorosa y trabajadora. Cuando regreso a la montaña conoció a Marcelo y se casaron.
Recuerda Nalive que ellos parecían “judíos errantes”, porque unos años vivían en la montaña y otros en la costa, hasta que se establecieron en la costa. Ella cree que fue por varias razones: una, porque su papá estaba pendiente de sus padres. Ella recuerda a su abuelito en sueños y a su abuelita con mucho amor porque era la consentida de todos los nietos; dos, porque iba a la capital del estado a cursos de actualización y tres, porque era un Profesor rural muy comprometido con la comunidad.
Nalive recuerda que sus padres les recalcaban que tenían que estudiar para defenderse en la vida: una carrera profesional sería la herencia. Decidieron que estudiara la secundaria fuera del pueblo, porque no existía una escuela secundaria federal. A los 11 años ingreso a la Secundaria Dr. Jaime Torres Bodet en Acapulco. Tal vez los tiempos no eran como los actuales, pero ella en vacaciones se iba sola de Acapulco a San Luis Acatlán, Guerrero. Tenía muy presente lo que le dijo su papá “Yo no te voy a vivir toda la vida, así es que aprende a cuidarte y no cometer errores, porque cada quien es responsable de sus actos”
Su papá vivió casi 90 años, fue un padre responsable y amoroso con sus hijos y con su esposa. Descanse en Paz.
Nalive en la secundaria ya sabía que quería estudiar: Biología. Para tener el pase automático a la licenciatura, ingresó al Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM en Azcapotzalco. En su primera semana de clases, unas personas pasaron a su salón pidiendo cooperación: cooperen para las caguamas. Todos lo hicieron, eran de nuevo ingreso.
Al ver que Nalive no había cooperado, se acercó a ella, él que al parecer era el líder: Oye coopera para la caguama. Ella leía un libro, cuando escuchó la voz frente a su silla, levantó la mirada y contestó: No te coopero. No tengo dinero
– ¿Sabes quién soy yo?
-No.
-Soy el Chiquilín
-¿Y, tú sabes quién soy yo?
-No
- Soy de Guerrero
- No, contigo no me meto. Amiga si se te ofrece algo, ando por la escuela.
- Ora pues, gracias.
Después de lo sucedido sus compañeros le dijeron a Nalive: el Chiquilín es el líder de los porros de la escuela. Ella levantó los hombros, como diciendo y qué. En sus adentros estaba temerosa, pero tenía que demostrarse que podía cuidarse y no tener miedo. A la distancia de los años, recuerda esa experiencia, sonríe y piensa que el Chiquilin se portó buena onda con ella, porque en esos tiempos eran recientes los acontecimientos de las guerrillas de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas en el estado de Guerrero o simplemente hubo empatía.
Nalive aprovechando el pase automático, paso del CCH a estudiar la carrera de Biología en la Escuela Nacional de Estudios Superiores Iztacala-UNAM ahora Facultad de Estudios Superiores. Realizó su servicio social, pero no encuentra trabajo y la SEDUE puede ser su oportunidad.
La realidad
Nalive está casi lista para salir a la calle y abordar el autobús que la llevará a Río Elba a la SEDUE muy cerca del Bosque de Chapultepec.
De pronto sintió un mareo, casi sentía que se caía, pero no estaba mareada. Era un temblor fuerte.
- Está temblando – se escuchó el grito de Trini - Nalive sal está temblando, salgan todos.
Esperaron a que se pasara el temblor, todos con caras asustadas y preocupadas por sus familiares. Había varios comentarios ¿Dónde habrá sido el epicentro? Por lo regular vienen de Guerrero o de Michoacán. Dios quiera y todo esté bien.
Nalive estaba un menos asustada que los demás. Ella sabía de temblores, los ha vivido desde su infancia, en su natal Guerrero.
Para romper el hielo y la cara de susto de los vecinos les dijo:
-En mi pueblo tiembla constantemente. Cuando era niña, temblaba todos los días, ya no nos asustábamos, bailábamos la chilena cada vez que sentíamos un temblor.
Algunos sonrieron, alguien dijo - ¡En serio! -Luego me enseñas a bailar la chilena.
-Cuando tiembla en Guerrero, sientes la vibración pasar por tus pies, se escucha el ruido de las ondas sísmicas. -Los animales presienten cuando va a temblar porque su comportamiento es diferente al habitual. Uno se da cuenta con los animales domésticos o de traspatio. Pero más bien, ellos son más perceptivos con sus sentidos.
De pronto vio la hora. Eran las ocho de la mañana y tenía que ir a trabajar.
- Espera no vayas –le dijo Trini –veamos la televisión para ver que dicen del temblor.
Las dos entraron a la casa de Trini, para descubrir que no había señal. Encendieron el radio, la única estación era la XEW y empezaron a escuchar la narración de Jacobo Zabludovsky.
Jacobo era el titular del noticiero de Televisa, se dice que después del temblor abordó su auto equipado con un moderno radioteléfono único en México y reportó en vivo durante tres horas lo que vivía la Ciudad de México. Era el único reportero en la calle con esa tecnología, que transmitió en directo la crónica de los hechos del Bosque de Chapultepec a las instalaciones de Televisa Chapultepec.
Era las ocho y media de la mañana, el periodista conforme recorría la Avenida Reforma hacia al zócalo, decía “aparentemente todo está tranquilo hasta el Ángel de la Independencia”. Frente a la estatua dijo “el temblor nos meció, porque el ángel está intacto, no como el temblor de 1957, que causó la caída del Ángel de la Independencia”. Pero cambio su impresión de los hechos cuando llegó al Hotel Continental, empezó a ver la realidad de lo que había ocurrido, varios hoteles, cines derrumbados, oficinas públicas. Cuantiosos daños materiales y seguramente múltiples pérdidas humanas.
El sismo derribó las torres de transmisión de varios canales de televisión, que no pudieron transmitir durante cinco horas.
El jueves19 de septiembre de 1985, ocurrió el terremoto más devastador de la historia reciente de la Ciudad de México, según las cifras derrumbó 440 edificios, un millar de inmuebles para ser demolidos, miles de muertos, personas desaparecidas, la luz eléctrica fue cortada, personas incomunicadas, angustiadas por no saber de sus familiares.
No fue un temblor cualquiera, ocurrió un terremoto con una magnitud de 8.1 escala sismológica de magnitud de momento (MW), ocurrido a las 7.17.47 hora local, con epicentro en las costas del estado de Michoacán a 400 kilómetros de la Ciudad de México.
El viernes 20 de septiembre volvió a temblar a las siete horas, treinta y ocho minutos, con magnitud de 7.6, como consecuencia se derrumbaron otros edificios que se habían afectado el día anterior. La angustia creció entre los habitantes. Se cayó el Hospital Juárez, Hospital General, el Edificio Nuevo León, un multifamiliar de la Unidad Juárez, entre otros. La ciudad era un caos. Realmente no se sabe a ciencia cierta el número de personas muertas, afectadas por el terremoto, entre damnificados y quienes sufrieron secuelas psicológicas.
Nalive vivía en Tlalnepantla, estado de México muy cerca de Satélite, un lugar que a pesar de formar parte del área conurbada de la Ciudad de México no tenía idea de lo que había pasado. Hasta que empezaron a ver las imágenes por televisión, era algo muy triste y desolador. Al igual que ella, otras personas que veían las imágenes de lo acontecido no podían contener las lágrimas.
El gobierno se quedó pasmado, solo después de 39 horas de ocurrido el terremoto, el Presidente en turno dirigió un mensaje a la nación: Minimizo los hechos. No se dio cuenta o estaba aterrado ante la magnitud del desastre.
Pidió a los habitantes se quedaran en sus casas. Algunos medios de comunicación dicen que inicialmente rechazo la ayuda internacional. Sin embargo para esos momentos la población ya se había organizado entre vecinos, amigos, jóvenes, estudiantes, profesionistas, amas de casa, todos voluntarios para formar cuadrillas de salvamento y albergues. Personas que se metieron entre los escombros buscando personas vivas. Así surgió el grupo de topos que ha salvado muchas vidas.
El gobierno federal después de darse cuenta de la magnitud del desastre, solicitó a los Titulares de las Dependencias de gobierno que organizarán brigadas con el personal para apoyar al rescate de personas.
Los trabajadores de varias dependencias como la SEDUE ya se habían organizado para rescatar a los sobrevivientes de diferentes edificios colapsados como: el Nuevo León del conjunto urbano Nonoalco Tlatelolco, del Hospital Juárez, el Hospital General y Garibaldi principalmente.
Después de revisado el edificio de la SEDUE, localizado en la Calle Río Elba, la autoridad dio acceso al personal, principalmente femenino. Nalive se integró a las actividades de la secretaria igual que todas sus compañeras, después de una semana aproximadamente.
Se formaron brigadas conformadas por personal de diferentes instituciones gubernamentales, con Médicos, Enfermeras, Psicólogos, Ingenieros, Biólogos, Profesores entre otros. Los compañeros que habían participado en el rescate de sobrevivientes, conforme se dieron cuenta de que ya no había sobrevivientes y porque así lo determino la autoridad, se integraron a las brigadas de inspección de inmuebles.
Había varias brigadas de cada dependencia, cada una tenía un jefe o representante. Los representantes se coordinaban entre dependencias. Se reunían en Paseo de la Reforma 476, que eran las oficinas del Seguro Social. De ahí salían los autobuses de la Ruta 100 con las brigadas a diferentes puntos de la Ciudad. Regresaban al mismo sitio, enseguida, se realizaba una evaluación de las actividades del día para continuar al día siguiente con una nueva estrategia y agenda de visitas.
Tenían mucho que hacer: inspeccionar los inmuebles de empresas, fábricas, embotelladoras, talleres y determinar en qué condiciones se encontraban. Se llenaba un formato, indicando las condiciones en que se hallaba el inmueble y las condiciones del personal que laboraba si era el caso.
Nalive formó parte de la brigada que coordinaba el doctor Ángel Salas. Su primera inspección fue la refresquera pascual localizada en la Colonia Tránsito muy cerca del Metro San Antonio Abad.
En San Antonio Abad había talleres de costureras en donde murieron cientos de trabajadoras. A partir de esa experiencia surgió la Lucha Sindical por mejores condiciones de trabajo.
El trabajo duro varias semanas con solidaridad y apertura de parte de las empresas. Al inspeccionar un laboratorio de esencias, el gerente en agradecimiento obsequio a cada uno de los integrantes de la brigada un frasco de esencia de 7 machos para la buena suerte. El haber sobrevivido el terremoto era muy buena surte, pero no estaba de más una ayudadita.
Las brigadas eran bien recibidas por los gerentes, responsables de las empresas, pero había uno que otro, que no le agradaba la visita.
En calle 4 y Ferrocarril de Cuernavaca, Col. San Pedro de los Pinos, visitaron una fábrica de material eléctrico. El Gerente los recibió, dijo: todo está bien, las jornadas de trabajo son normales. Era un hombre de regular estatura, piel blanca, pelo chino, ojos verdes. Nalive observó algo raro, el dueño de la fábrica no permitía el ingreso de la brigada a las instalaciones para realizar la inspección. Ella aprovechó la distracción del gerente, subió de manera sigilosa al primer piso. ¡Oh sorpresa! Había personas trabajando sin equipo de seguridad, una persona mayor con garrote en mano, sentado en el centro de la mesa rectangular, parecía ser el dueño de la empresa. Los trabadores armaban piezas eléctricas y las colocaban en unas cajas. El señor les gritaba que se apuraran y con el garrote les tocaba las manos o les pegaba. Se escuchaba el ruido ensordecedor de las máquinas.
Nalive se quedó estupefacta.
Bajo a donde estaba la brigada, discretamente le comentó al doctor Salas lo que vio y escuchó. Él con la mirada le dijo que no se preocupara.
El doctor Salas con voz de mando dijo: “vamos a pasar hacer la inspección”, el gerente no dijo nada y, un tanto molesto, los siguió al primer piso. El doctor Salas confirmó lo que Nalive había dicho. Se dirigió al Dr. Felipe Flores, jefe de la brigada del Seguro social, para decirle: creo que esto le corresponde a usted.
El doctor Felipe realizó una serie de observaciones al gerente: solicitó documentos de contratación, de afiliación al Seguro Social. El gerente al parecer no tenía los documentos solicitados. Felipe levantó un reporte al respecto. También señalo que el personal trabajaba sin equipo de seguridad
El gerente señaló el equipo y dijo: Aquí está. No lo quieren utilizar. Deben agradecer que tengan trabajo.
Nalive se alejó del lugar, para no seguir escuchando tanta estupidez, no podía creer que sucediera tal situación, se le figuraba que aún vivía en los tiempos de la Colonia.
Con la experiencia del terremoto de 1985, surgieron varias iniciativas como el establecimiento del Sistema Nacional de Protección Civil, que en 1988 se convirtió en el Centro Nacional de prevención de Desastres (CENAPRED), de igual manera cambio el Reglamento de Construcción en el Distrito Federal hoy Ciudad de México.
Descubrir el amor
El terremoto dejo diferentes experiencias. Una mañana Nalive y el doctor Salas caminaban de Rio Elba al punto de reunión de las brigadas en Avenida Reforma, cuando unos compañeros de la SEDUE los alcanzaron. Se presentaron. Él presentó a Nalive como su hija, así lo hacía frecuentemente. El doctor Salas tenía un doctorado en Matemáticas, pero era más biólogo que cualquiera de los presentes, era una enciclopedia andante y tenía mucha experiencia en el campo con los inventarios de flora y fauna.
En ese momento Nalive conoció a José Luis, un joven de barba negra, cabello ondulado negro, ojos negros un tanto rasgados. Llevaba un morral al hombro. Encontró cierta empatía con él, le llamo la atención, había algo que le atraía de él y pensó: será que ya encontré el amor de mi vida.
Nalive desde el mes de marzo de ese año había ingresado a trabajar a la SEDUE, hacia méritos para lograr el contrato, ya eran finales de octubre y aún era incierta su situación. El tiempo había pasado rápido: impartió pláticas de reforestación, participó en el inventario de arbolado del Parque de los Remedios, trabajo en oficina y ahora en las brigadas. Aún no recibía un sueldo.
A finales de octubre tomó la decisión de ver si corría su contrato. Lo comentó con el doctor Salas. Fueron al administrativo y escucharon entusiasmados esta respuesta: No te preocupes. Ya está tú contrato, te darán una plaza de base. Permíteme revisar cómo va el trámite. No fue así, la plaza para la que Nalive hizo méritos, se la dieron a una recomendada.
Cuando el doctor escuchó la noticia tomó de la mano a Nalive y le dijo: vámonos hija. Estaba muy molesto porque le aseguraron que ya estaba el contrato solo había que firmarlo. Nalive respondió triste: doctor decidí ya no venir a trabajar, me retiro, voy a buscar trabajo en otro lugar. Aquí he estado muy contenta con lo que hago, he encontrado amigos como usted. Pero hay que buscar nuevos caminos, nuevos horizontes. Hay que moverse. Muchas gracias.
El doctor le pidió que no se fuera. La apoyaría con pasaje y comida. Que esperara hasta diciembre. Efectivamente un Director de área tenía apoyo de gastos de oficina y con ese dinero apoyaría a Nalive. Además Nalive para solventar sus gastos vendía joyería de plata de Taxco en sus tiempos libres.
Para ella su más grande anhelo era trabajar en la SEDUE. Pensó, una y otra vez, retirarse… o esperar otros 2 meses más.
-Está bien doctor, me quedo sólo por 2 meses. Sonrieron y se fueron a comer, como lo hacían frecuentemente al Restaurante Chano y Chon.
Ella ya más tranquila, se quedó pensando: Sólo pensé en el trabajo y por eso me quedo en la SEDUE. Pero luego vino a su mente otra certeza: Quiero seguir viendo al muchacho que conocí. Me gusta.
José Luis y Nalive se conocieron en las brigadas, conversaban cuando se encontraban en las inspecciones. Era coincidencia, pero los jueves se encontraban en el elevador del edificio de Río Elba. Pareciera que era el día de buena suerte para alguno de los dos o de ambos.
Después de 10 meses de méritos en la SEDUE, por fin, firmó contrato laboral con una Plaza de Base. No le pagaron retroactivo. Al siguiente año fue acreedora del Premio de la Administración Pública con una constancia de reconocimiento, un cheque y días de vacaciones.
Después de unos meses se hicieron novios José Luis y Nalive, al año decidieron casarse. Pero, tenían que ir a pedirla al estado de Guerrero, porque la boda de la iglesia tenía que realizarse en la Costa con su familia y sus tradiciones. Por lo que Vicente el papá y Rodolfo tío de José Luis viajaron a la Costa chica del estado de Guerrero, para pedir la mano de Nalive.
La boda por el civil con la familia del novio y la boda por la iglesia con la familia de la novia, en la Costa chica.
El día de la boda por la iglesia, los novios caminaron de la casa de la novia a la iglesia con la Banda del Chile frito, la banda típica del pueblo. Los padres Marcelo y María estaban muy contentos porque se casaba su primer hija y de blanco.
Después de la misa, los familiares, amigos e invitados caminaron al salón de fiesta. Un mesa principal y mesas de invitados todas con manteles coloridos hechos en Tlacoachislahuaca. De comida barbacoa de res y de postre dulces típicos. El tío Rodolfo ahora tío político de Nalive, preparó una exquisita salsa borracha, llevó todos los ingredientes desde la Ciudad de México.
El conjunto musical amenizó la fiesta. En la costa se baila las chilenas.
Los novios después de bailar el vals, bailaron la calabaza. En el baile de la calabaza, primero bailan las mujeres alrededor de la novia, al final del baile, ella arroja el ramo, quien lo gana será la próxima novia. Lo mismo hace el novio, con los azares, el hombre que los gana será el novio con el que se casará.
Los invitados de la capital, amigos del trabajo Citla, Juan, Toño, Nacho y Erika eran los más divertidos bailando las chilenas, rápido aprendieron a zapatear y a levantar el polvo. ¡Claro que con la enseñanza de Margarita! hermana de Nalive, que es el corazón de las fiestas. Conchi, amiga de la infancia de Nalive, Elvia “La Piquí” y Lety tía y hermana del novio se integraron al bailongo, imitando los pasos que hacían Jaime, Tino, Pablo, Vic, Sofi y Pipe el chocoyote, hermanos de la novia. Las chilenas son típicas de la costa chica de Guerrero y Oaxaca.
En la fiesta recordaron a los que no fueron y de lo que se estaban perdiendo. No fue Vero y Carlos. Vero estaba a punto de parir su primer hijo. Para que Nalive la tuviera presente le presto sus zapatillas blancas, para que se las pusiera en la boda, porque eran de buena suerte. Ellas coincidían en la creencia de que el día de la boda, la novia debe llevar un listón azul, algo prestado, algo antiguo y algo obsequiado. Aunque Vero es de Guanajuato.
Nalive cumplió con lo acordado con Vero. El día de la boda estreno un juego de collar y aretes de oro muy finos que le había obsequiado su hermana Lucy; una pulsera de su abuelita Epifanía que le presto su mamá; un listón azul en la cintura y los zapatos que le presto Vero su mejor amiga. Unas zapatillas blancas de piel con una cascada de rosas.
El vestido de novia debía usarlo todo el día, que no le importara si se ensuciaba. El vestido recoge todo lo bueno y lo malo. No debe lavarse, se guarda como haya quedado después de la boda. Como decía el papá de Nalive “No hay que creer, ni dejar de creer”.
El doctor Salas falleció de cáncer de pulmón, él fumaba todos los días una cajetilla de cigarros delicados. Un gran maestro y amigo.
El terremoto trajo el amor para Nalive y José Luis, extendiéndose con el nacimiento de sus hijos: al año nació su primer hijo y a los 5 años nació su hija.
El terremoto trajo amor y solidaridad a los habitantes de la ciudad de México. A José Luis y Nalive les permitió encontrase y consolidar su amor para resistir juntos el terremoto del 2017 y los que vengan.