En un lejano lugar, a las afueras de la ciudad, donde el ruido se desvanece en el basto paisaje verde que acompaña a las montañas, los árboles y los pastales, el azul más vibrante de los cielos repletos de nubes que tapan poco a poco los rayos vibrantes, se encontraba Filo, de camino a casa, y mientras hacia su recorrido habitual disfrutaba del paisaje tan emblemático, del sonido natural del aire, el agua y olor a tierra humedecida. Filo estaba habituado a estos espacios, pero nunca dejaba de admirarlos, pues su filosofía de vida era agradecer siempre por el más pequeño detalle que pudiera contemplar. Al llegar a casa, su nieto le trae una taza de café, mientras Filo se acomoda como es de costumbre en su banqueta mirando al sol caer y poco a poco el cielo se torna de colores rosados, morados y naranjas. - Abuelo, ¿tuviste un día muy pesado? - Pregunta el niño
- Un poco hijo mío, pero ven, siéntate aquí conmigo, cuéntame, ¿Qué cuestionamientos han surgido hoy en ti?,
El niño como es de costumbre, toma asiento y con toda sinceridad contesta a Filo: Abuelo, tú sabes que yo cuestiono todo y que las curiosidades que siento por el mundo, solo las converso contigo por tu sabiduría y tu basta inteligencia, pero hoy mientras iba camino al colegio fui aturdido por un grito de dolor que provenía de una casa cercana a mi trayecto, y me acerqué, pues creí que necesitaban ayuda, al instante salió Carina, la hija de doña Elvira, con una cara de angustia, envuelta en llanto. Apenas la vi, supe que era ella la dueña de aquel grito, me acerqué para ayudarla y me contó desconsolada que su madre había amanecido con los pies fríos y no respiraba, sus pulsaciones se habían apagado al igual que su corazón, tú me has dicho que la muerte es algo inevitablemente, nos pasará a todos y que no todo el mundo está preparado para recibir esa noticia, pero hubo algo que dijo Carina que me llamó la atención. Interesado por el relato pregunta Filo-¿ y qué te dijo?- el niño muy preocupado prosiguió:, dijo que doña Elvira había sido una mujer muy feliz, que había reído, había disfrutado de sus hijos y sus nietos y que nunca le faltó nada, que bailaba siempre que podía y era una mujer muy extrovertida incluso con sus achaques, pero algo muy importante expresó, dijo “como fue tan feliz y disfrutó de todos y de todo, su misión de vida se cumplió a cabalidad, y por eso mi madre ya está en el cielo”, entonces abuelo Filo preguntó ¿crees tú que morirás pronto? Porque tú ya eres feliz y si la felicidad te lleva de este mundo, ¡entonces yo no quiero serlo! - gritó el niño con los ojos encharcados. Filo tomó un sorbo de café y suspiró: no me esperaba esa lamentable noticia, pasaré por allí temprano mañana y le daré el pésame a Carina, pobre muchacha, la muerte es un dolor muy grande, pero hijo mío me voy a atrever a hipotetizar un poco el proceso de la vida y la causa de la muerte para explicarte a ti lo que pienso yo al respecto. La vida de un ser humano inicia desde la fecundación, van creciendo nuestros órganos poco a poco y en nuestros padres crece la ilusión de conocernos, en la gestación, desde el vientre materno podemos escuchar a nuestros padres como nos miman con unos sonidos extraños que aún no comprendemos y acarician el vientre de nuestra madre para sentirse más cercanos a nosotros, cuando nacemos seguimos tratando de desarrollarnos física y mentalmente. Cuando los infantes aún no saben hablar, los adultos no tienen claro si sus hijos piensan o no, pues los bebés no emiten palabras, solo sonidos y balbuceos, pero yo creo que más allá de ese ruido que emiten los bebés existe en ellos la capacidad de pensamiento y lenguaje. – ¿pero abuelo Filo ¿cómo es eso posible?, Te explico hijo mío, para que haya pensamiento debe haber un lenguaje y viceversa, al menos eso discutían algunos psicólogos como Vygotsky y Piaget hace muchos años atrás, pero mi teoría radica en que ese lenguaje que poseen los bebés que no saben hablar aún, es un lenguaje no recordado por los adultos y, por tanto, desconocido para ellos, se me ocurre que a los adultos se nos olvida este lenguaje primario, porque entramos al mundo de los símbolos. ¿Qué son los símbolos? -Dice el niño muy interesado en las conjeturas de su abuelo- , los símbolos son las palabras que conocemos y por las cuales nos podemos entender y comunicar, por ejemplo, voy a tomar esta manzana del árbol, la manzana como objeto es un signo y el símbolo es la palabra manzana, es decir, que cuando aprendemos a hablar, perdemos la capacidad de pensamiento y lenguaje infantil, pues nuestro cuerpo y nuestra mente evolucionan, tal vez se me ocurre que Jacques Lacan tenía razón, cuando los humanos entramos al mundo de los símbolos se pierde el objeto A, así llamó Lacan a eso que nos falta, él nunca supo qué era ese objeto, el cual todos teníamos extraviado, pero yo, me tomo el atrevimiento de teorizar que ese objeto perdido es el lenguaje primario, para mí los infantes tienen una mentalidad muy sabia, y es probable que hayan desarrollado una inteligencia superior a la de los adultos. Mientras nosotros nos preocupábamos, probablemente los bebés tuvieran una solución más elaborada,- ¿eso sería posible, abuelo Filo? - yo no subestimaría las capacidades de un infante, sin embargo, entiendo que pueda ser un poco bizarro concebir pensar a un ser tan pequeño con una basta sabiduría, yo imagino a los infantes como seres no contaminados de la realidad de la comunicación, la cual está compuesta por los juicios, los prejuicios, la discriminación, los estereotipos, por ello es que los adultos casi nunca se comprenden entre sí, porque poseemos sesgos que vienen con el lenguaje mismo.- pero abuelo Filo y¿ dónde queda la felicidad en todo esto?-. Tu pregunta es muy pertinente hijo mío, ya voy para allá, los infantes con esta basta sabiduría y menor grado de sesgo se comprenden mejor entre ellos, empatizan con otros de cualquier edad, observan, juegan y se divierten, no tienen tantas complicaciones ni se limitan, y dan el todo por el todo y viven al cien por ciento, es por lo que causa un efecto en los infantes, es una de sus características esenciales y es la felicidad plena. Estoy de acuerdo con lo que el psiquiatra Lacan teorizaba, al perder el objeto A, nos volvemos seres incompletos y eso nos moviliza constantemente a estar en búsqueda de cualquier cosa que nos hace sentir felices y en paz como lo hacía el lenguaje original, - ¿Cómo qué, abuelo Filo? - pregunta el niño, tomando un gran mordisco a la manzana. Hijo te pongo un ejemplo-responde Filo- ¿cuándo las personas buscan la felicidad a dónde crees que van? El niño muy confuso propone a Filo, ¿a alguna fiesta para divertirse?, Filo contesta sí, podría ser una fiesta, una persona, un hábito o un ritual, algo que les proporcione un tipo de alegría que se confunde con la felicidad que proporciona el lenguaje original, esa alegría fácilmente se extingue y, por ello, las personas persisten en la búsqueda de otro objeto, actividad o persona, por si no te has dado cuenta hijo mío, las búsquedas que hacemos los adultos son externas, ¿Cuándo será que aprenderemos que toda la magia la llevamos dentro?, que el mundo interno, el mundo psíquico es el que guarda cada respuesta que necesitamos.
Abuelo Filo, a mí no se me habría ocurrido pensar en eso, pero ¿no existen personas que se cansan en la búsqueda? - pregunta el niño, no muy conforme con la explicación anterior- Filo retrasa la charla pues toma un suspiro y expresa al niño con nostalgia. Alguna vez tuve un amigo con el que compartí una vida, aquel íntimo personaje, reía todo el tiempo, y aunque a veces necesitaba momentos a solas yo creía que él se encontraba bien, sin embargo un día, cuando iba camino al campo, no lo encontré en la casetilla habitual, tuve una corazonada y decidí cambiar mi rumbo para llegar a tiempo a su casa, presentía que algo estaba mal, todo pasó tan rápido, solo recuerdo que el último día que lo vi con vida, escuché esa frase “ amar pesa, pensar duele, la vida me aflige, y aún no encuentro el motivo de mi existir. Amigo Filo, quiero descasar profundo y calmar mi mente de este malestar”, mi amigo al igual que miles de personas terminó con su vida, la tristeza inundó su mente, su corazón, la depresión, hijo mío, al igual que la angustia o la histeria como lo llaman algunos psicólogos, son malestares de la psique, que se originan por diversos motivos, algunos de ellos podrían ser el cansancio de esa búsqueda insaciable por lograr obtener la felicidad.- El niño conmovido por las palabras de su abuelo tomó el pañuelo que tenía en sus bolsillos y se lo ofrece a Filo que solloza por las lágrimas que caen en sobre sus mejillas-. ¿Sabes una cosa? -Pregunta el abuelo Filo a su nieto- los médicos de la psique, del inconsciente y de la conducta son quienes nos ayudan a acercarnos profundamente a nuestro interior, allí encontraremos una guía para hallar de nuevo el objeto perdido, la felicidad. Y si en algún momento, perdemos las ganas de seguir buscando, ellos también nos ayudarán, pero solo tengo una crítica para la ciencia que domina a los médicos de la psique, en la antigüedad no importaba más que la experiencia misma nos confirmara que algún suceso existía, pero ahora la ciencia domina la lupa con la que los médicos de la psique observan a los seres humanos, sus objetivos de origen se han perdido, parece que extraviaron sus raíces como nosotros extraviamos el lenguaje original. Mi niño no vayas a caer en lo que hicieron los médicos de la psique, esta es una enseñanza de vida- perderlo todo para pertenecer a un grupo, no es más que entregar la esencia y la personalidad, pues los médicos de la psique querían pertenecer al grupo de los científicos, eso les daba un estatus y, por lo tanto, se adoptaron a las reglas del grupo de los genios, las ideas de un médico de la psique debían ser objetivas, medibles y observables nos redujeron entonces como seres compuestos de cuerpo, cerebro pero más allá de ello, existe la mente, el alma, el espíritu, pero sobre estos temas nunca podrán opinar de nuevo. ¿y por qué no pueden opinar? Pregunta el niño- porque va en contra de las reglas del grupo al que decidieron pertenecer. Además no quisieron que los relacionaron con temas espirituales, ya que los conceptos como mente y alma pertenecieron a Descartes, que era un filósofo, pero también a la religión- responde Filo con cara de disgusto-, y no me mal interpretes no digo que no perteneciera allí, cierta parte es inevitablemente objetiva y debe ser rigurosa y metodológica, sin embargo, nunca hay que olvidar su raíz, incluso la definición de su nombre ha cambiado, pues psique era entonces definido como alma, ahora tan solo es cognición, por ello, el vuelo de psique debe ser la trascendencia, entender que no es necesario estar incluido en un solo grupo, su esencia misma le indica que pertenece a tres lugares distintos, que si por alguna razón se enorgulleciera de sí misma y lograra combinar la espiritualidad con sus conceptos alma y mente, y se añadiera a la ciencia con su objetividad sobre el cerebro y el cuerpo humano y perteneciera a ella misma con sus corrientes psicoanalíticas, compuesta del inconsciente y otras corrientes cognitivas de las que hablan del pensamiento y la ideas o conductuales que se refieren al comportamiento humano, el vuelo de psique es inmenso porque la inmensidad habita al ser humano, el vuelo de psique nos espera.
Ahora mi querido niño debes comprender que, para alcanzar la felicidad, no es necesario morir sino, vivir intensamente cada momento que nos regala la vida, comprender nuestra esencia e inmensidad, ser conscientes de nuestra fragilidad humana, que nos podemos equivocar, pero también aprender de nuestros errores, podemos incluso, compartir con los otros: familia, amigos y compañeros de aventuras. Cuando tú reconoces esto, estas permitiendo que psique, vuele y se conecte con la vida, con lo perdido y con el mundo interior, nunca pero nunca lo olvides. El niño con un abrazo y un beso en la mejilla dejó a su abuelo en el jardín sentado en la banqueta y al oído le susurro: abuelo Filo, gracias por tus enseñanzas, por tu sabiduría, por tu felicidad, ahora voy en busca de la mía, dialogaré con la ciencia, pero ella debe estar preparada, porque siempre la cuestionaré, tal vez porque le falta algo, que solo el alma conoce y permitió que la sombra de la tarde se llevara sus pasos por el camino hacia su casa. El abuelo, se quedó sentado en la banqueta, esperando el anochecer mientras repetía una y otra vez lo que el niño le decía, ¿Qué es la felicidad?, ¿Cómo la encuentro?, ciencia, ¿para qué existes? Y silenció su voz, mientras repetía, vuelo de psique, ¡qué gran aventura!, ¡salud!
Referencias
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