Los magníficos libros del filósofo César Rendueles suelen desestimar algunos de los lugares comunes de la época para demostrar que no se trata de verdades absolutas, sino que esas ideas que se toman como incuestionables forman parte de un programa político específico. Así por ejemplo en Sociofobia, donde desnuda los efectos reales que puede tener el activismo digital, lo que llama “ciberutopía”, para argumentar que, lejos de liberarnos: “Las pruebas empíricas sugieren sistemáticamente que internet limita la cooperación y la crítica política, no las amplía”.
De igual forma, en Contra la igualdad de oportunidades. Un panfleto igualitarista, Rendueles postula que la libre competencia y la meritocracia no son en absoluto democráticas ni igualitarias, sino que son pilares de un modelo y una narrativa económica, el neoliberalismo, que ha producido en los hechos sociedades sumamente antidemocráticas y desiguales: “Los partidarios de la meritocracia, en cambio, creen que sus propios privilegios aspiracionales son totalmente legítimos, merecidos, razonables y una fuente de distinción. Todo el mundo debería disponer de las mismas oportunidades de convertirse en un gilipollas obsesionado por mandar, tener mucho dinero y disfrutar de lujos decadentes”.
Así que, en su más reciente libro, Comuntopía. Comunes, postcapitalismo y transición ecosocial, Rendueles aborda temas esenciales vinculados a la apropiación y depredación sin restricciones, también pilares de las actuales sociedades, para contraponerlos con la teoría de los bienes comunes, misma que aparece cada vez con mayor frecuencia en modelos autogestivos y de conservación ecológica, conforme se buscan alternativas para los problemas ecológicos y sociopolíticos más urgentes de los tiempos. Así, en Comuntopía se desmontan lugares comunes habituales respecto a lo que se conoce como “la tragedia de los comunes”, vinculados a frases hechas como “lo que es de todos no es de nadie”, para demostrar que de hecho la gestión colectiva de espacios públicos o acceso a la información cuenta con una larga historia y numerosos casos de éxito, y que en realidad el desprestigio de tales ideas forma parte de la narrativa de la época, con su énfasis en el individualismo y la competencia feroz, puesto que: “El individualismo y la competencia a la que apunta el dilema de los comunes no es una maldición secular de la modernidad ilustrada sino una situación contingente y, al menos en parte, reversible”.
Comuntopía es una lectura necesaria en una época de crisis generalizada, donde ante lo que parecería el derrumbe de los paradigmas de crecimiento y acumulación ilimitadas, quizá una de las tareas más urgentes sea aterrizar modelos de gestión de los recursos y de las sociedades que produzcan equilibrios mucho más armónicos tanto con el entorno como entre las propias sociedades. Y frente a la polarización y la trivialización del pensamiento (“¡Comunismo!”, “¡Venezuela!”, “¡Les van a quitar sus casas!”), a menudo proveniente incluso de figuras mediáticas y pseudointelectuales de alto perfil, el despliegue de un pensamiento sólido y razonado como el de César Rendueles es como un pequeño bálsamo para orientar la desesperanza y pensar alternativas distintas al paradigma principalmente enarbolado por Estados Unidos: “…una ecodistopía individualista sumida en un bucle de retroalimentación negativa: una huella ecológica descomunal, unos niveles enormes de desigualdad, unos indicadores de felicidad directamente vinculados al consumo, un ocio ecológicamente depredador y unos servicios públicos degradados”.
Milenio, Ciudad de México / 10.09.2024 03:18:33
https://www.milenio.com/opinion/eduardo-rabasa/intersticios/comuntopia-o-alternativas-al-desastre-ecologico