Estimado lector está usted a punto de experimentar un suceso muy particular, se trata de un ejercicio de nostalgia, de una dinámica cargada de un sin fin de sentimientos encontrados. Todos aquellos momentos que usted ha vivido en ese lugar al cual hoy lo invito a soñar.
Cierre los ojos, déjese llevar por algunos minutos, déjese llevar por su memoria, póngase cómodo y … respire profundamente piense e imagine que se encuentra en Acapulco.
Así es estimado lector, el paradisíaco puerto, el lugar romántico por excelencia.
Lugar también de inspiración para artistas desde Agustín Lara, Elizabeth Taylor, el Tarzán Johnny Weissmuller, Tintán y claro Luis Miguel que adoptaron a la joya guerrerense.
Acapulco, nos guiñe el ojo, nos toma de la mano, nos mima. Ahí donde el aire sabe a sal, el agua tibia moja sus playas; donde las turistas tostaban su piel sin temor a contraer algún tipo de cáncer. Donde aquella tersa arena que se mete entre los trajes de baño… (La Condesa, Caleta y Caletilla, Icacos, La playa del amor…etc.) en esas playas donde el insistente comercio ambulante ofrece desde paseos en lancha, el parachute, la visitas a la virgen al fondo del mar. Y claro sin dejar pasar la oportunidad a que te vendan tamarindos, collares, refrescos “Yoli”, que te canten o te hagan trencitas.
Acapulco te enseñará, estimado lector: Que siempre hay lugar para la diversión, ya sea de día o de noche. Acapulco te terminará de enseñar a nadar, bucear… o a bailar (bueno esto último no fue mi caso). Te mostrará sus orígenes desde los Olmecas y sus rastros prehispánicos, hasta la capilla Ecuménica de La Paz.
En lo personal, mi viaje en el tiempo… me traslada a mis padres, a mi niñez tropical, nuestras escapadas en vacaciones, a algún puente o un fin de semana. Veo entre mis recuerdos un balcón del Hotel Iris Astoria donde alguna vez mi padre le mostró su desnudez integral a aquella mañana acapulqueña, ahí donde casi me ahogo, donde las palmeras formadas custodiaban del bar, ahí donde todo el día se escuchaba a José José o Roberto Carlos. Eran los años 70s.
Era y es como mi segundo hogar… ahí fue mi luna de miel… ahí donde la gente te sonríe, donde todos son cuñaos de todos. Conocer el Parque Acuático, el Centro del tenis para el Abierto Mexicano, el Centro de convenciones, el Baby… (aunque sea por fuera).
Sin embargo, éste viaje en el tiempo, me lleva irremediablemente a un pasado muy reciente. Donde en el año 2023, el huracán Otis pasó por la costa de Guerrero, siendo Acapulco donde descargó toda su furia, dejando desmembrados hoteles, casas, comercios… arrancando piel y carne: Dejándonos ver los huesos de aquel maravilloso lugar.
Se me llenan los ojos de lágrimas de ver la costera devastada, las calles llenas de basura y escombros. Las esquinas atiborradas de desperdicios, animales muertos… La gente, la población en general siendo blanco perfecto de inseguridad, rapiña, hambre, soledad… muerte.
Los habitantes de Guerrero permanecieron sin electricidad y sin abastecimiento de agua potable en las siguientes semanas. La energía eléctrica fue reestablecida en un 50% para el 8 de noviembre, la Comisión Federal de Electricidad, desplegó un total de 2900 electricistas, 875 vehículos y un estimado de 7000 toneladas de materiales para la reparación de las líneas de abasto.
En el caso del agua para el 25 de noviembre el Gobierno municipal de Acapulco reportó un 50% de restablecimiento del servicio.
Estimadísimo lector, si usted ha llegado hasta aquí, lo felicito y le agradezco profundamente… …nuestro viaje por las espesas líneas del tiempo, los recuerdos, las añoranzas que nos evoca Acapulco.
Las anécdotas de cada uno de nosotros, las risas, las lágrimas, los amores y las amistades, los hermosos sitios que lo conforman, la exquisita comida… y más mucho más… hasta aquí termina nuestro breve viaje al pasado. Espero que usted, así como yo… volvamos pronto. Y nunca se nos olvide Acapulco.