Un lugar atrapado en el tiempo, donde la ilusión se convierte en realidad…
La vida en esté lugar transcurre lentamente como si el tiempo se congelará y resguardará cada recuerdo vivido en ese lugar, a partir del primer minuto de las vacaciones decembrinas del año 2000, una niña mirando a través de la ventana con un fondo musical que timbraba algo como una mezcla peculiar de mono sílabos en un tarareo infinito shabadabadabadaa,shabadabadabadaa, shabadabadabadaa.
Así daba inicio a una muy especial historia llena de ilusión, esa que solo se crea donde se une el mar con el horizonte bajo los rayos deslumbrantes y esos tonos anaranjados rosados de un atardecer, más allá de Tierra colorada muy cerca del Océano Pacífico, es así nuestro, tuyo , mí Acapulco.
La memoria de un recuerdo de una niña de seis años , narra está historia , dando inicio con las típicas vacaciones de una familia tradicional que desean vacacionar en el paradisiaco Puerto de Acapulco , como ya sabido el lugar más anhelado para pasar fechas especiales , a tan solo 4 horas de camino de la Ciudad de México , eso es lo que se observaba en la televisora donde los noticieros lo mostraban como la gran noticia de esas fechas, como si cada registro de cada familia diera un punto o incitará a formar parte de ese sueño.
La posibilidad de celebrar Navidad y Año nuevo me emocionaba de sobre manera, se formaban esas mariposas en el estómago cada que nos alejábamos de casa comenzaba la carretera pasando por un bosque, donde la niebla aún vestía los pinos y donde apenas vislumbraba la luz del día que se colaba por las ramas de los pinos, con un poco de hambre y con ansias desayunábamos en 3 Marías y ese olor a esa bebida que los adultos tomaban, como era que se llama, ¡claro! Café de olla, para mí la típica quesadilla, sí, ¡de queso!
La posibilidad de una niña de seis años de llegar rápido a un lugar era la capacidad de dormir largo y tendido, después de 3 horas de camino, ese olor a coco (bronceador), ese olor a mar y esa sensación de bochorno, solo podía significar una sola cosa y era que estábamos muy cerca, para ello teníamos que tomar el túnel secreto que te teletransportaba automáticamente a la playa o por lo menos así lo percibía yo.
De niños lo que más nos ilusionaba eran recibir los regalos de navidad que dejaban en el árbol, pero para mí en ese momento representaba un gran problema y es que estaba lejos de casa como sabrían donde estaría, si estaba tan lejos.La vida sin duda está hecha de recuerdos significativos, como aquellos lugares de Acapulco que ahora solo viven en nuestras memorias y como en toda historia existen un aprendizaje en esta fue que la familia siempre estará en cualquier lugar donde se pueda llamar hogar, donde esas ilusiones traspasan limites, distancias, y es que los regalos llegaron justo a tiempo.
Acapulco, Guerrero, 2000.