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Martes, Abril 23, 2024

La narrativa de historias de vida tiene su mejor expresión en la biografía. Dentro de esa categoría, encontramos una más acotada: la autobiografía. Es decir, la biografía escrita por quien ha vivido esa historia. Esa forma de contar historias ha sido cuestionada cuando se piensa que debe obedecer a una visión positivista, donde lo narrado debe ser susceptible de ser comprobado. En su momento, a Pablo Neruda alguien le comentó que lo que había relatado no había sucedido así en la realidad. La respuesta de Neruda fue: “escriba usted sus propias memorias”. En efecto, la forma en que recordamos y nos contamos lo vivido revela mucho de la esencia de la persona.

La develación del sujeto social ha tomado relevancia a últimas fechas y en todos los ámbitos. Aunque si somos objetivos, ésta se encuentra presente desde las pinturas rupestres (Cuevas de Chauvet) donde se puede observar la relación del hombre con su mundo. Al dar cuenta de sí mismo, el ser humano expone a la colectividad, pues no es posible explicarse a sí mismo, sin la sociedad en la que está inmerso (Souza, Serrano), lo cual sería el principio de la narrativa autobiográfica o biográfica, dependiendo de quién la elabora.

La narrativa autobiográfica, específicamente en el ámbito educativo, parte de la necesidad de conocer a quien elaboró el principio pedagógico o recurso metodológico y el contexto que influyó para ello. Actualmente, apunta a un trabajo de reflexión del individuo, la colectividad y su impacto.

Como apunta Souza: “No deja de ser útil la aseveración de que la biografía no es la búsqueda de lo real en el pasado, sino la reconstrucción de la identidad de los sujetos porque no hay acceso directo a lo real sin modificar el fenómeno relatado” (pág. 685-686). Es decir, al realizar un trabajo biográfico o autobiográfico se hace un análisis y se modifica tanto el individuo como su contexto, por lo que la consecuencia es una reconstrucción.

“Bucear en la memoria” es un ejercicio que no solo implica traer viejos recuerdos a nuestra vida presente. Seleccionamos recuerdos que tienen un valor simbólico en nuestra vida. Recordamos aquello que nos dejó una impronta, lo que nos impactó, aunque no sepamos el motivo. Al bucear en la memoria, resignificamos lo recordado. Lo llenamos de contenido valioso o le asignamos un nuevo valor. Enriquecemos ese recuerdo con la esencia de quienes somos en la actualidad, somos capaces de dotarlo de significado gracias a la imaginación y a la intuición poética. Ese recuerdo tiene sentido para la persona en que nos hemos transformado y podemos recordar mitos fundacionales de nuestra personalidad, de nuestro carácter, de nuestra profesión. También identificamos los hitos que quedan sembrados en el camino de la realización individual y docente. Al volver la vista al pasado identificamos los “quiebres” que bifurcaron nuestro camino y adquiere sentido el futuro de nuestro actuar.

Numerosos autores (Van Manen, Garlagher, Goodson) han escrito sobre la importancia de la biografía en la construcción de los saberes de la experiencia y su lugar en la formación educativa (Delory-Monberger). Ellos resaltan la importancia de la heterobiografía como una explicación de lo que hemos adquirido y llamamos experiencia lo cual influye en la apropiación de los saberes.

Bolívar, autor del libro “Las historias de vida del profesorado: voces y contextos”, resalta la importancia del “yo” en relación con los otros y con el trabajo educativo.

Suárez Pasos define a las historias de vida como: “el análisis que se realiza a partir de un relato biográfico retrospectivo en el que el narrador en forma oral o escrita nos presente el conjunto o parte de su vida” (En Caro; pág. 509).

Canta Joan Manuel Serrat en la letra de “Mediterráneo”: Quizá porque mi niñez/ sigue jugando en tu playa,/ y escondido tras las cañas/ duerme mi primer amor,/ llevo tu luz y tu olor/por donde quiera que vaya… una explicación del porqué la esencia del adulto estaba presente desde esos momentos infantiles y cómo tiene sentido desde aquel momento hasta el día de hoy.

Norma Matus recuerda su desconcierto cuando en los primeros trimestres de la Maestría (en Educación Básica con enfoque de Animación Sociocultural de la Lengua en la UPN), los docentes le comentaron sobre el enfoque (narrativo autobiográfico) del proyecto de intervención final con el que habrían de titularse quienes estudiaban ese posgrado. Se les solicitó que empezaran con la escritura de su autobiografía. Apenas comenzaban con el estudio de la narrativa autobiográfica y aún no habían vislumbrado sus alcances. Se preguntó ¿Narrar mi vida? ¿Para qué? Y se cuestionó si ya tenía la suficiente confianza con sus compañeras para contar sucesos de su infancia (ahora, Norma reconoce que parte de la magia de la animación sociocultural y de la pedagogía social es crear ese espacio íntimo para el crecimiento colectivo*).[1] Cumplió la encomienda no muy convencida, pero cuando fue conociendo a autores como los citados en este artículo, la pluma se deslizaba gozosa y cada recuerdo se relacionaba con su práctica docente. Su vida encontraba explicación como individuo y como profesional de la educación, entrecruzándose a cada momento. Cumplía así la otra consigna de su trabajo de titulación: encontrar el placer cotidiano de escribir.

Los referentes teóricos de este enfoque (Caro) consideran que el reporte de la autobiografía como metodología de investigación se ha retomado y revitalizado por:

  1. Demostrar a las teorías positivistas, que solo daban importancia a los hechos y separaban al objeto del sujeto, que los individuos son quienes dan significado a los hechos.
  2. Sustituir los grandes relatos por historias de vida singulares que dan sentido a la existencia.
  3. Aceptar que el individuo por ser un ser social y desde sus orígenes ha contado historias.

 

“Según Puig han de distinguirse tres usos principales de la escritura autobiográfica en educación: Como formación personal, formación profesional y como método de investigación para comprender la realidad” (Caro; pág. 511). Como formación personal se utiliza únicamente como ejercicio de escritura; a diferencia de la formación profesional en la que el docente a través de diarios de clase da cuenta de su vida encontrando similitudes en su accionar pedagógico, es decir, tiene un objetivo: rescatar la dimensión personal y humana en la educación. Finalmente, como método de investigación abarca más instrumentos como la autobiografía asistida y su área de influencia es mayor, pues pretende analizar aspectos de la realidad educativa de un proceso o modos de educación de una generación o grupo social. Clarificando esta última idea, busca la similitud en los relatos de vida de varios profesores para determinar un punto de análisis.

 

La dimensión personal queda ilustrada con la canción tema de la obra de teatro “Cats” : Debo esperar la luz del sol, debo pensar en una nueva vida y no debo rendirme, cuando el amanecer venga, esta noche también será solo un recuerdo y comenzará un nuevo día. (I must wait for the sunrise/ I must think of a new life/ And I mustn't give in/ When the dawn comes/ Tonight will be a memory too/ And a new day will begin).

 

Quizás podamos forzar un poco las cosas, para lograr una imagen que de alguna manera refleje la formación profesional. Recordemos la letra de la canción “Sueño imposible” de la película “El hombre de la mancha”:  “Soñar el sueño imposible, para luchar contra el enemigo invencible, superar el dolor insoportable, correr a donde los valientes no se atreven a ir, para escribir que lo incorrecto no debe escribirse, ser mucho mejor de lo que se es …”

 

Por último, como método de investigación, la autobiografía para Fernando Durán (pág. 174) “no refleja la realidad, si no las concepciones de la identidad de sus autores y por tanto también sus concepciones de la realidad en que aquella se desenvuelve…. supone un proceso de abstracción a partir de la infinidad de hechos, sentimientos o experiencias de un individuo real y de la colectividad en que éste se inserta”.

 

“Dar cuenta de mi historia de vida sólo porque si, es una tarea fácil y placentera, pues increíblemente tengo muchas imágenes de mi niñez, las cuáles no tengo la certeza si pertenecen a la realidad, o sólo forman parte de “mi realidad”, una realidad que es mía y de nadie más. Hago referencia a esto, pues alguna vez en una tertulia familiar comenté una anécdota de mi infancia, anécdota que fue “corregida” por mi hermana Laura (mayor que yo cuatro años), que dio su propia versión. Discutimos sobre ello sin llegar a ningún acuerdo. Cada quién se quedó con su propia versión de la historia.

Ahora a la luz del conocimiento adquirido en la Maestría de educación Básica, he aprendido que cada persona tiene su propia versión sobre el mismo hecho y que esto es válido, pues cada uno cuenta y cree su propia historia” (Matus; pág. 7).

 

La autobiografía según Vargas (pág. 53) “posee dos dimensiones: la textural y la apelativa que, desde la teoría de Batjin, corresponden a la extraposición y el cronotopo: la extraposición permite la construcción de una identidad textual específica mientras que los cronotopos la sitúan como un signo para los otros, lo que permite que la autobiografía sea un proyecto de vida y de escritura al mismo tiempo”. Ahondando en este concepto, sostenemos que, para llegar a la Reflexión de la práctica docente, es fundamental contar con un marco teórico (cómo el citado en el presente artículo), pero sobre todo ser capaz de ir desnudando el alma poco a poco e ir haciendo descubrimientos que dan sentido a nuestra vida. Es así como van apareciendo las cosas y situaciones significativas.

 

Norma Matus afirma:

 

Aún ahora, no puedo identificar con certeza el momento, en mi proceso autobiográfico, cuando mi vida comenzó a tener un reflejo en mi actuar docente. Fue un proceso en el que la niña rebelde y con etiqueta de “inteligente”, de “matadita”, logró dar significado a su vida al fomentar la autonomía, el aprendizaje a través del juego, el trabajo colaborativo y el placer de escribir con sus alumnos. Por supuesto que todo lo descubierto me ha permitido mejorar mi proyecto de vida.

 

Dejamos abierta la invitación, para que vivan la maravillosa y enriquecedora experiencia de escribir su autobiografía, ya que “para poder ser, los humanos nos tenemos previamente que contar. La identidad no es más que el relato que nos hacemos de nosotros mismos” (Montero; 1997; pág. 17). Escriban en primera persona y escriban en pasado, pueden empezar así: … recuerdo que estaba ahí, junto con otras personas, cuando…

Bibliografía

Benito, A. (2003). Citas y referencias. Nueva York: Contoso Press.

Caro Samada, M. D. (septiembre-diciembre 2013). El uso de la autobiografía de infancia como recurso para la investigación en educación. Revista española de pedagogía(256), 509-523.

Durán L., F. (2002). La autobiografía como fuente histórica: problemas teóricos y metodológicos. Memoria y Civilización(5), 153-187.

García, M. Á. (2006). Como escribir una biografía. Chicago: Publicaciones Raimon.

Matus, N. (2016). El diario escolar y el diccionario para armar y desarmar el placer cotidiano de escribir. CDMX: UPN.

Montero, R. (2001). La hija del caníbal. México: Planeta.

Souza, E. C., Serrano Castañeda, J. A., & Ramos Morales, J. M. (2014 Vol. 19 Núm. 62). Autobiografía y Educación. Tradiciones, diaólogos y metodologías. RMIE, 683-694.

Vargas J., E. (2016). La autobiografía proyecto de vida y escritura. Un acercamiento desde la teoría de Mijail Bajtin. Fuentes Humanísticas, 53-63.

 

[1] Podría ser tema de un artículo a futuro, dada su relevancia en el trabajo colaborativo.

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