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Miércoles, Mayo 01, 2024

El profesor César Labastida Esqueda está teniendo una vida laboral muy intensa. Ya no soporta el terrible tráfico digital. Paso del inefable tránsito vial de escuela a escuela al traslado digital de sesiones virtuales del Meet al Zoom, en fracciones de segundo. Las juntas académicas, cursos de capacitación y clases en menos de un mes lo tienen agobiado, se ha triplicado su actividad y apenas va comenzando el semestre. También contesta una infinidad de correos y mensajes. Él está acostumbrado a contestar todas las dudas en clase; pero en los espacios del internet se vuelve realmente devastador.

Además, las autoridades escolares le han pedido evidencias digitales al profesor universitario por cada actividad laboral y académica que esté desarrollando (no vaya a ser que se le ocurra no dar clases o generar un avatar sustituto, o constancias apócrifas) por lo que tiene que emplazar, simultáneamente, su lap top con un fondo académico o neutro (así le dijeron); recibir y dar la bienvenida a los alumnos; grabar las sesiones; sacar una foto como pase de lista; ver si están levantando la mano los estudiantes durante la clase o durmiendo con la cámara apagada; y soportar que cuando caen lluvias intensas en el barrio se vaya la débil señal de internet que tiene contratada y que sus alumnos comiencen con una serie de juegos, chistes y burlas.

—Como si fuera al mismo tiempo el portero del estudio, el guionista, actor, director, camarógrafo, floor magager, productor y por supuesto, maestro (¿o conductor?) de sus cursos- se dice César, fastidiado.

El profesor Labastida apaga su moderna cárcel electrónica. (“Nunca, ni en sus más terribles pesadillas, ni Kafka ni Foucault imaginaron tales artificios de tortura y vigilancia”, piensa el extenuado docente). Llega sin obstáculos a la sala de su departamento. Enciende el televisor y ve cómo el Piojo Herrera cada vez hace jugar peor al equipo que dirige, a pesar de que gana los partidos. En ese momento, el equipo del Puebla va ganando dos a cero contra el América. César, hastiado, apaga la TV y se desplaza hacia su cama, arrastrando los pies con esas pantuflas que se han vuelto parte de la indumentaria laboral en el encierro. Recostado sobre el mullido colchón que compró en línea, se pregunta existencialmente si tiene sentido lo que está haciendo, si vale la pena todo este esfuerzo adicional o es una posmoderna y trágica forma de explotación y colonialismo. En esas tristes divagaciones, el profesor experimenta el asedio de una tormenta de interrogantes:

¿Estamos formando -realmente preparando- los profesionistas que este mundo necesita? ¿Cómo lo estamos haciendo ahora en la pandemia? ¿Qué apoyo financiero e institucional está puesto al servicio de esa causa? ¿Tratamos de cumplir o realmente preparar a los estudiantes? ¿Estamos tomando en cuenta la incertidumbre como un escenario real en nuestros cursos, después de siete meses recluidos y angustiados? ¿Qué papel juegan las evaluaciones y la infinita búsqueda de calidad académica en el ya inevitable contexto actual adverso? ¿Qué universidad necesitamos en este momento? ¿Qué educación se constituye y se necesita en medio de la pandemia? ¿Qué ocurrirá con las formas de educar y las universidades después de la pandemia del coronavirus?

César Labastida intenta evitar tantos cuestionamientos, se levanta de la cama para no seguir con el insomnio que llega siempre que está agotado. Vuelve a la sala con la pereza que las pantuflas le permiten mover, toma el control de la televisión y en la resplandeciente pantalla se percata que el equipo América acaba de remontar a su contrincante, con tres goles insólitos en 10 minutos. Y frente a un plano americano del rostro, burdo y descompuesto, del entrenador americanista, levantando las manos con obscena exageración, el profesor universitario constata que el equipo más mercantilizado en la liga y con más promoción publicitaria,  ha vuelto a ganar el partido, jugando con abulia y sin sentido deportivo.

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“pálido.deluz”, año 10, número 121, "Educación Superior en México: Entre brechas y desafíos", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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