Los amantes debutantes empezaron a bailar ayer.
Van girando, preludiando la sinfonía del hombre y la mujer.
Con sus rizos primerizos la ternura les tejió una red y un soneto que en secreto les lee Bécquer para abrevar su sed.
Y nada vale nada a su alrededor creen que inventaron el amor.
Guardan la llave del misterio a medias con el adulterio.
Tierno alarde que en la tarde cobija el parque o la catedral.
Primaveras callejeras que anidan cuando anochece en un portal.
Despedidas a escondidas.
El primer beso, el primer adiós.
Y vuelta a casa, donde pasan las horas lánguidamente en un rincón.
Susurran aquel nombre como una oración y se acurrucan en su habitación, para vestir el dulce anzuelo con un manto de terciopelo.
A mi juicio falta 'oficio' y es por eso que, sin más ni más, se marchitan y a una cita uno de los debutantes no vendrá.
Desconsuelo que el pañuelo de alguien que llega consolará.
Y la noria de la historia sigue, del fondo del pozo hasta el brocal.
Buscando terciopelo en la mirada y abrazarse contra la almohada, con un amor de contrabando pasas la vida DEBUTANDO...