En el mes mayo llevamos alumnos de la Licenciatura de Pedagogía de la clase de Institucionalización, Desarrollo Económico y Educación 1920 1970, a un recorrido al edificio de la Secretaría de Educación Pública como parte de una estrategia donde pudiesen vivir una experiencia in situ y articular elementos de la historia de la consolidación del sistema educativo nacional. Esta visita nos dejó un buen sabor de boca, además de dos hechos relevantes a destacar y que me recuerdan el sentido de la vocación docente en este mes en que se celebra el Día del Maestro.
Al llegar fuimos atendidos por un grupo de docentes del Programa de Visitas Escolares de la Secretaría de Educación Pública. Nos llevaron a un recorrido histórico y a realizar una serie de actividades en talleres culturales que permiten observar en el inmueble el arte, la cultura, la arquitectura y la historia en general de ese lugar. Sin ver detenidamente cada mural, obra o espacio, uno puede llevarse una visión general muy rica de todo lo que acompaña al interior del edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el corazón del centro de la Ciudad de México.
Nos trataron igual como reciben a los alumnos de Educación Básica, lo que permitió que esta actividad se volviera una especie de laboratorio pedagógico, para que los alumnos de licenciatura pudiesen vivenciar el diseño, organización y articulación de una actividad pedagógica. Por otro lado, los 40 asistentes fuimos divididos en 3 grupos y atendidos por diferentes guías para realizar todas las actividades programadas.
En el grupo en el que me encontraba, escuchamos a nuestra excelente guía -dicho sea de paso, egresada de la UPN 095- explicar acerca de las características del edificio de las SEP y de sus momentos y personajes históricos. Precisamente cuando nos señalaba el lugar donde se encontraba el despacho de José Vasconcelos y de los recientes secretarios de educación, bajaba por las escalinatas la Secretaria de Educación actual, Mtra. Delfina Gómez Álvarez, acompañada del alto mando de la Secretaría de Marina y su equipo de ayudantía o seguridad.
Cuando pasaron frente a nosotros, la Mtra. Delfina nos miró y saludó a la distancia, moviendo la mano y diciendo un ¡Hola, Bienvenidos! En ese momento, se me ocurrió decirle que éramos de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 095 Azcapotzalco, lo que hizo que redirigiera su camino y acercara a nosotros.
Nos saludó y dio la bienvenida, agregó que era egresada de la Unidad 095 y que sentía mucho orgullo y agradecimiento por la formación que había recibido en esta Casa de Estudios, enseguida preguntó si queríamos tomarnos una foto, para lo que invitó también al Almirante de la Marina a que se integrará en la imagen que capturaría uno de sus ayudantes.
Hasta aquí todo este nivel de cordialidad y de bienvenida fue muy agradable, sin embargo, la Secretaria nos dijo que la esperáramos un momento, que acompañaría al funcionario de Marina hasta la puerta principal de la Secretaría y nos invitaba a conocer su despacho.
Efectivamente, regresó por nosotros y abordamos los elevadores que conducían hasta su despacho. Al entrar nos mostró su lugar de trabajo y relató algunas breves anécdotas de su actividad cotidiana como funcionaria. Después, nos pasó a dos salas contiguas a su oficina para mostrarnos el despacho y la sala donde sesionaba José Vasconcelos.
Adoptando el papel de maestra, nos dio una charla acerca de Vasconcelos y explicó varios aspectos y objetos ubicados en estos espacios. Nos contó acerca de su trayectoria y de sus ideas sobre educación, y reiteró el reconocimiento a la formación que la UPN 095 le brindó y ha sido parte fundamental de su carrera como docente y funcionaria.
Al final de su recorrido y explicación, nos acompañó para despedirnos hasta la puerta de su despacho y al llegar ahí dijo que no tenía algo que regalarnos, pero señaló que finalmente era maestra. Enseguida se acercó a los cajones de una gaveta y sacó un frasco de cristal con dulces. Hizo que nos alineáramos en una fila y cada uno pasó a tomar un dulce de ese frasco, mientras lo hacíamos ella se despedía y agradecía nuestra presencia.
Los alumnos y el personal del Programa de Visitas a las SEP estaban emocionados y contentos de que la Secretaria nos hubiese concedido tiempo para recibirnos y mostrarnos su lugar de trabajo, pero sobre todo para charlar con nosotros como docente. El punto aquí, al menos en estas líneas, no es discutir si estamos de acuerdo o no con su gestión, o con la forma en que opera los preceptos de la 4T. Tampoco es una discusión partidista, se trata de describir la actitud cordial de una funcionaria pública ante alumnos en formación de una Licenciatura en Pedagogía y frente a los docentes que estábamos ahí en ese momento.
Su trato no fue el de una autoridad sino el de una maestra de Educación Básica, que brindaba su tiempo para mostrar parte del corazón del lugar, uno donde se discuten las estrategias de política pública sobre educación. Con esta experiencia, corroboro que una maestra o un maestro nunca deja de serlo. Eso fue lo que aprendimos en esta ocasión y espero que quede como una impronta en la memoria de los alumnos.
A menudo les digo que uno nunca sabe dónde va a estar parado el día de mañana, que alguna o alguno de ellos podrían ser futuros representantes o tomadores de decisiones en el sector educativo o cualquier otro, pero lo fundamental es nunca olvidar nuestra raíz, nuestros ideales y las formas o procesos de formación que originariamente nos transformaron y llevaron a través de este trayecto en la educación.
Estos dos hechos s me hacen pensar en el valor de la vocación y en la fuerza de la labor docente. El maestro siempre será maestro, el maestro se vacía frente a sus alumnos, entrega una parte de sí mismo. También, este escrito es un reconocimiento al valor formativo que tiene lugar en la unidad UPN 095, Azcapotzalco.