“Si se calla el cantor calla la vida

Porque la vida, la vida misma es todo un canto”
Mercedes Sosa

 Es lunes, son las seis de la tarde. La intensa lluvia moja los verdes pastos. Me encuentro escribiendo mi último texto como estudiante de licenciatura. Me pregunto: ¿Qué aprendí durante mi último semestre de universidad? Ya estoy a sólo una semana de graduarme. ¿Qué pienso de la desescolarización, si la mayor parte de mi vida ha transcurrido entre escuelas y salones de clases?  Escucho las gotas caer y las aves cantar. Recuerdo las clases con mis compañeras y mi profesor Armando, hablando de la importancia y la urgencia de proveer una educación en contra del neoliberalismo que refleja una creciente privatización y acentúa las desigualdades, que aumentan las condiciones de trabajo y estudio de docentes y estudiantes. Compartimos la esperanza de transformar nuestras prácticas educativas porque sí existen otras formas de aprender; como decía el Che “Que la enseñanza sea el pan de todos los días”. Enciendo la computadora dispuesta a escribir mis reflexiones sobre éstas y otras cuestiones que vienen a mi cabeza. Entonces pregunto a mi papá ¿Por qué hay quienes piensan que el resultado de aprender es únicamente cumplir horarios, realizar tareas específicas, obtener un título?

Mi papá me miró atentamente a los ojos y dice con seriedad: 

−Toda experiencia en el ámbito académico, familiar, político, cultural o social tiene inserto fuerzas, figuras de poder, cuestionables −por supuesto− pero que guían y dirigen a la sociedad. 

−Tienes razón, justo por esa rigurosidad de las instituciones; en el espacio escolar hay estudiantes que experimentan frustración y limitaciones para aprender, además de que los contenidos no siempre responden a sus necesidades e intereses.

− ¿Qué haces tú para comprender y transformar estas lógicas? ¿Lo has pensado? Me preguntó.

− Claro, y ahora que lo dices, pienso que siempre he sido una persona muy respetuosa de las instituciones y de seguir los “debidos” procesos. Por ello puedo afirmar que el aprendizaje no es sinónimo de escolarización. Aprendí que siempre estamos en construcción de conocimientos, que resulta importante defender un nuevo modelo que enseñe desde la libertad.

Mi papá escuchaba atentamente. Decidí entonces platicarle sobre “la sociedad desescolarizada” de Ivan Illich, una crítica a las instituciones y la oposición por las actividades que propicia el Estado.

−Déjame contarte algunas consecuencias del modelo de desarrollo actual −le expliqué−; la industria ha rodeado a la gente de artefactos hechos de manera que sólo a los especialistas les está permitido entender su mecanismo interno, la brecha digital persiste y aumenta en contextos en los que no todas las personas tienen acceso a dispositivos tecnológicos, internet o diversos artefactos para tener un desarrollo integral. Además, los materiales educativos son monopolizados por la escuela como los libros de texto, las enciclopedias y los laboratorios.

−¡Ufff! exclamó mi papá− ¿tú crees que se le pueda proporcionar a la ciudadanía un mejor acceso a oportunidades de desarrollo personal y profesional?

−Desde lo que he aprendido −Respondí−, pienso que necesitamos reconocer el valor educativo de los artefactos y materiales educativos y ponerlos a disposición del aprendizaje autodirigido. También, crear una red de objetos de aprendizaje e invertir para proporcionar a las personas un mejor acceso a materiales de la vida real. Así se estaría exigiendo el derecho de usar las cosas para la educación y se lograría una propiedad realmente pública.

Lo miré e inmediatamente recordé una frase que me gusta mucho de Gabriela Mistral: “Enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con actitud, el gesto y la palabra” En su pensamiento pedagógico se vuelve oportuna la relación de cada conocimiento con la vida, piensa también que no es necesario que la figura docente sea el centro de la enseñanza, más bien, le reconoce como guía, revalorizando la palabra. Además, abona a las ideas de Ivan Ilich sobre la necesidad de practicar la igualdad, equidad y entender la diversidad en el salón de clases.

− ¡Lo ves, has aprendido bastante! −comentó mi papá− Entonces, podríamos decir que la desescolarización es un proceso que exhorta a la escuela como el único espacio que educa. ¡Sí! Además, sabes que apoyo la idea en la que se ofrezcan otros procesos de enseñanza y aprendizaje. ¿Sabes? es lo que hacemos en Naj hub, una organización de la sociedad civil que también responde al poder y se rige por ciertos procesos, pero es dirigida por personas jóvenes que apoyan la diversidad, libertad y la apertura de nuevas ideas. Aprendemos y aprendemos de forma colaborativa, entre pares. Tejiendo redes y contribuyendo al desarrollo integral, comprendiendo que la academia nos da ciertas habilidades para nuestra formación, pero que también hay saberes cotidianos que son necesarios para crecer y conformar una sociedad cooperativa y libre −Respondí.