El libro A sangre fría, de Truman Capote, se ha convertido en un clásico del cine negro
Por David Mikanowski
Le Point
Traducción y nota: Gabriel Humberto García Ayala
Nota. A sangre fría puede considerarse la primera obra enmarcada dentro de la nueva novela estadounidense. Es una obra entre el periodismo y la literatura; entre el reportaje y la novela de no ficción. Y su autor, Truman Capote, trascendió su propia personalidad para transformarse en un icono… para bien y para mal. Sobre este último aspecto, Capote al final lo acabaron los remordimientos. Usó a Dick Hickock y a Perry Smith. Se ganó su confianza. Fingió que los ayudaría. Era mentira. Lo que deseaba firmemente era que los ahorcaran para terminar felizmente su obra maestra. Finalmente, esto le costó la vida. Terminó destruido por la maldad, el esnobismo y el alcohol.
Durante los últimos 20 años más o menos, el género del crimen verdadero, una narrativa criminal basada en hechos reales ha tenido un éxito constante entre el público. En el origen de este fenómeno se encuentra una novela mítica, que fue la pionera del citado género a partir de 1966, me refiero a A sangre fría, de Truman Capote, adaptada al cine un año después por Richard Brooks.
En su libro, Capote analiza una noticia perversa que en su época llegó a los titulares y conmocionó a Estados Unidos: en la noche del 15 de noviembre de 1959, dos exconvictos, Perry Smith y Richard Hickock, de 31 y 28 años, irrumpen en la granja aislada de una pacífica familia de agricultores que reside en Holcomb, una pequeña comunidad rural de Kansas. Despertados por la luz cegadora de las linternas, Herbert Clutter, su esposa Bonnie y sus dos hijos Kenyon y Nancy, de 15 y 16 años, son amordazados y atados con una cuerda de nailon por los dos individuos que vinieron a robarles. Pero en un momento de locura, Smith y Hickock atacan a esta buena familia Wasp con una escopeta. A quemarropa, disparan una bala calibre 12 en la cara de cada uno de sus miembros. A "Herb", el padre que irónicamente acababa de contratar un seguro de vida, primero le cortarán la garganta. Tras esta masacre sin motivo aparente, los asesinos huyen con un exiguo botín: cuarenta y tres dólares en efectivo, un radio de transistores y unos prismáticos.
Cuando el novelista Truman Capote se entera de la noticia, abandona inmediatamente Nueva York y su vida mundana en el jet set para ir a Holcomb, en el cinturón bíblico, con el fin de recopilar la mayor cantidad de información posible sobre este cuádruple homicidio, estudia informes policiales y testimonios de la población local. Este hombre de baja estatura que mide 1,62 m de altura y con una voz amarga se quedará durante semanas para investigar. Más tarde, la policía arresta a Smith y Hickock en Las Vegas, luego del robo de un automóvil. Capote se vuelve muy cercano a los asesinos, a fuerza de entrevistarlos en sus celdas de dos por tres metros, en el el corredor de la muerte, en la Penitenciaría Estatal de Kansas. El 14 de abril de 1965, durante una noche lluviosa, los asesinos fueron ahorcados en un lúgubre almacén frente a la prisión de Lansing. Después de cinco años y medio de investigación llevada a cabo con gran rigor, y ocho mil páginas de notas, Capote dará a luz una obra maestra que revolucionará la literatura con A sangre fría, la primera novela de no ficción en el género del crimen verdadero. Relata el drama, acercándose lo más posible a los hechos, con imparcialidad.
Un film que cambió la historia del cine
Publicada por primera vez en el semanario The New Yorker en 1965, A sangre fría se convirtió en un éxito de ventas mundial un año después, vendiendo más de ocho millones de copias. Hollywood estaba interesado en el libro incluso antes de su publicación. Columbia adquiere los derechos cinematográficos de la novela por medio millón de dólares y un tercio de las ganancias de taquilla. Un trato sin precedentes y un contrato muy rentable para Capote y su editor Random House
El cineasta Richard Brooks es elegido para dirigir la película. Como guionista, también es responsable de la difícil adaptación del libro, que trastoca la estructura narrativa sin dejar de ser fiel al texto. Con experiencia en el campo del periodismo antes que el cine, este ex reportero filmó además una de las mejores películas en este medio que conoce bien: El cuarto poder (Deadline USA, 1952) con Humphrey Bogart como redactor jefe de un gran diario. Su experiencia en la prensa también fue una ventaja para dirigir A sangre fría. Sobre todo porque fue el primero en lidiar con la delincuencia juvenil en el cine con Semilla de maldad (Blackboard Jungle, 1955) en la que Glenn Ford se convirtió en un maestro lidiando con la violencia de sus alumnos. Ya había abordado a grandes autores como F. Scott Fitzgerald (La última vez que vi París, en 1954), Dostoyevsky (Los hermanaos, Karamazov, 1958), Tennessee Williams (El gato sobre el tejado caliente y El dulce pájaro de la juventud en 1958 y 1962, respectivamente), Sinclair Lewis (Elmer Gantry, 1960) o Joseph Conrad (Lord Jim, 1965).
Para el elenco de A sangre fría, Brooks se enfrenta a los ejecutivos de los estudios que quieren imponerles a sus estrellas. ¡Y en particular a Steve McQueen y Paul Newman en el papel de los asesinos! El cineasta le explica al jefe de Columbia, pipa en la boca: “Es medianoche, estás solo en casa. Tocan a la puerta: es Paul Newman. Y le dices, muy feliz: ¡entra y bebe algo! Mientras que si es un extraño que está frente a tu puerta, te aseguro que tu corazón latirá un poco más rápido… ”Con este sólido argumento, logra convencer al CEO de la firma y contrata a dos actores desconocidos para interpretar a Smith y Hickock: el excelente Robert Blake y a Scott Wilson. Pero “Brooksie”, como lo llamó Capote, tendrá que lidiar otra pelea con la producción que quiere obligarlo a rodar su película en color (“¡porque si no los canales de televisión no la querrán!”). El director, exasperado, responde a sus acreedores: “Esta película trata del miedo. Y solo puedo verla en blanco y negro. No existe en color. Una vez más, tendrá éxito. Lo que hará la felicidad de su director de fotografía Conrad Hall, que había iluminado poco antes su western Los profesionales (1966). Este maestro de la luz diseñará una foto de alto contraste, con tintes negros, para las necesidades de este thriller oscuro.
Regreso a la escena del crimen
Originalmente A sangre fría costaría 3.8 millones de dólares, pero Brooks filmó la película en 80 días en lugar de 124 por solo 2.2 millones. Principalmente en entornos naturales en Holcomb, Kansas, pero también en Missouri, Colorado, Nevada, Texas y México. El director, en aras de la autenticidad, también quería filmar en la casa del crimen, River Valley Farm. Así como en el juzgado de Garden City donde los dos acusados fueron juzgados, incluso presionando para qua los verdaderos jurados del juicio desempeñaran su propio papel en la pantalla. ¡Pero también al verdugo de Smith y Hickcock para que repitiera la condena! Para darle aún más verdad a la historia, les da un estilo casi documental a sus imágenes hiperrealistas. Inaudito en ese momento. En el libro de Patrick Brion dedicado al cineasta y publicado en 1986 por Editions du Chêne, Brooks revela: “La escena en la que uno de los asesinos, Perry Smith, encadenado y con un arnés, pide permiso a los guardias para ir al baño antes de su ahorcamiento para no ensuciarse en los pantalones cuando agonice no está en el libro. Pero es cierto, me lo certificó el capellán. En definitiva, el director se muestra como un perfecto alter ego de Capote, con su atención al detalle rayano en la obsesión.Otra originalidad: Brooks no muestra el crimen hasta más de una hora y media después del inicio de la película. Se sumerge en el cerebro enfermo de los asesinos, muestra sus neurosis, sus represiones y sus fantasías. Un retrato psicológico realmente escalofriante. Rechazando las facilidades de la película de tesis, multiplica los puntos de vista y deja al espectador a su libre albedrío. Lejos de ser una simple acusación contra la pena de muerte, su trabajo es bastante ambiguo. Y se siente, paradójicamente, al final cierta empatía por uno de los detenidos (un veterano de la Guerra de Corea, con las piernas arruinadas por un accidente de motocicleta). Nuestra brújula moral está fuera de servicio. Brooks nos deja durante dos horas y quince minutos enfrentarnos a nuestras dudas y nuestras preguntas. Sin puntos de referencia ni certeza. "Quería que los espectadores fueran sucesivamente los asesinos, las víctimas y el verdugo", dijo el director. Tuvo éxito. Más de cincuenta años después de su estreno, esta película sin sombra de esperanza, sin estrellas, sin colores y sin concesiones, sigue siendo increíblemente moderna.
Después de A sangre fría, Truman Capote nunca terminó otro libro. Se hundió en la depresión, el alcoholismo y la cocaína, y murió en Los Ángeles 1984, a la edad de 59 años, de una sobredosis. Pero aún más increíble: Robert Blake, quien interpreta en la película a uno de los dos delincuentes, fue acusado en abril de 2002 por ... ¡el asesinato de su propia esposa! Después de varios meses de detención, finalmente fue absuelto del asesinato en marzo de 2005. Pero luego también fue sentenciado en un tribunal civil a pagar 15 millones de dólares en compensación a los hijos de su esposa, lo que puso fin a su carrera como actor. Una pura historia de crímenes reales que, probablemente, algún día, a su vez inspire la ficción.