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Jueves, Noviembre 07, 2024

Para Leopoldo Lezama

El ensimismamiento obliga a quien lo ejerce.

Todos somos adictos a ensimismarnos –que no significa encimarse unos encima de otros. Aunque bien visto podría ser que la imagen no sea tan disparatada.

Como sea, el ensimismamiento va a la par de la in­trospección. Hay una actitud de fondo, cierta gesticula­ción inequívoca. El ensimismamiento le ordena al cuerpo que se contraiga, que ubique su centro de gravedad, el plexo rotundo, y que hacia allá tienda todos los vecto­res. Los vectores que le indican a un cuerpo qué actitud tomar. Porque no es lo mismo los vectores en línea rec­ta, tensos como terminales nerviosas, que anuncian un cuerpo dispuesto a la carrera de los cien metros, que la tensión dramática del cuerpo del violinista a punto de tocar el primer acorde en un concierto con el auditorio abarrotado de gente.

Nadie se atreve a interrumpir a un hombre ensimis­mado. Quizás esté en el sacramento de la confesión –se dirán algunos. Quizás esté en ese proceso multívoco que se denomina yoga. O tal vez esté emprendiendo un viaje sin retorno. Como sea, cada vez que se interrumpe a un hombre ensimismado, se quiebra una nuez universal.

El hombre ensimismado —ensimismado en sí mismo, ¿es un pleonasmo, una tautología, un disparate decirlo?— nunca está solo; siempre está consigo mismo. ¿A la es­pera de qué? ¿De una idea?, ¿de un recuerdo?, ¿de una sensación?

El ensimismamiento tiene que ver con la edad. Una vez rebasados los, digamos, veinticinco años –edad cru­cial en la vida de un hombre, acotó san Agustín, y lo sublimó Beethoven– el hombre tiende a ensimismarse. Como las víboras, a cambiar de piel. Ha dejado atrás la piel de la superficialidad, y ahora se ve impelido a mirar­se a sí mismo.

Todo hombre ensimismado lleva consigo un espejo de cuerpo entero. Un espejo que sólo y solamente y nada más ese hombre ensimismado contempla. Es un interlo­cutor, su interlocutor. Con él establece pactos y límites. Te veo, pero de aquí no me hagas pasar. Me ves, pero no rebases esta línea.

El ensimismamiento tiene que ver más con los hombres que con las mujeres.

Las mujeres son dueñas de su tiempo. Valoran su tiempo de otro modo. Le dan a cada segundo –iba a escribir a cada nota musical– un peso específico determina­do. El que tienen. Y no están dispuestas a conversar con su otro yo, sin ningún cometido a posteriori.

Porque ésa es otra. ¿Qué espera el individuo ensimis­mado si no es conversar consigo mismo, obtener una ga­nancia explícita de esos largos minutos vuelto hacia sí mismo?

Acaso la palabra ensimismamiento es de suyo de las más claras y felices por su estructura: ensimismamiento=en sí mismo. ¿Y qué habrá de entenderse, qué habrá de interpretarse de estas tres palabras?, ¿algo tan profundo que no resiste la anfibología? Seguramente. Porque todos hemos aspirado a concentrarnos en nosotros mismos, a dejar de lado lo que significa la abundancia y el exceso. Sin detenernos en lo que la palabra ensimismamiento lle­va en su semántica, en su cambio de significados. Que no existen. Es unívoca.

El ensimismamiento no significa tristeza. Tal vez por eso las mujeres son poco afectas a ensimismarse, porque la tristeza parece atraerlas como fragmentos a su imán.

El ensimismamiento conduce directamente a la libertad y el descubrimiento, porque se practica en la soledad –en la bendita soledad, como quería Rilke y como enfatizó Nabokov.

 

 

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“pálido.deluz”, año 10, número 130, "Número 130. Lecciones de ética y justicia ambiental en la crisis climática (Julio 2021)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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