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Jueves, Abril 25, 2024

Tanto esperamos los maestros porque un maestro o maestra asumiera la Secretaría de Educación Pública como rápidamente nos desilusionamos con la designación de Delfina Gómez Álvarez.  Aunque es breve el tiempo que lleva en el cargo y grandes los problemas que han de resolverse en el terreno educativo, también es cierto que no ha habido ningún cambio sustantivo o idea que nos ilusione o nos haga pensar en un rumbo diferente al de su antecesor Esteban Moctezuma, cuestionado por su origen y sus vínculos con Salinas Pliego. Moctezuma administró la educación como si fuera la fundación televisiva  de la que procedía, le endilgó – mediante un pago respectivo- las orquestas de TV Azteca a la SEP y proclamó La Nueva Escuela Mexicana, demagogia pura que nunca entendió nadie o, peor, que se cayó a pedazos ante la falta de elementos centrales de una auténtica reforma o transformación educativa,  que tanto se requiere para transitar a otros horizontes. Ése fue sui legado, ahora está cuidando los intereses de su patrón del otro lado de la frontera norte. Tarea que, tal vez pueda desempeñar mejor.

Lo único que ha distinguido a Delfina Gómez es diseñar un calendario  2021 – 2022 más largo que no resuelve las cosas de fondo, pues los niños, jóvenes y maestros no pueden estar tanto tiempo en la escuela. Necesitan descansar de las terribles cargas emocionales que se derivan de su trabajo. La otra que levantó ámpula fue ponerse en contra del magisterio, al decir que debemos estar conformes pues nunca se nos dejó de pagar. Si no lo hubiera uno escuchado o leído, hasta pareciera que se trata de una broma. Qué falta de tino político y de sensibilidad descargar los problemas educativos derivados de la pandemia en los maestros y maestras mexicanas. Menos cuando su origen social y procedencia escolar es similar a la de miles de profesores en la república mexicana. Es muy fácil hablar de eso, cuando se olvidan los orígenes o cuando se desconoce o se ignora olímpicamente la labor denodada y profesional del magisterio ante una situación emergente, que ha sacudido al mundo. No, maestra Delfina, no, los maestros no tenemos la culpa de la pandemia. Nadie, pero no merecemos que se descalifique nuestra labor porque no vamos a la escuela. No vamos a la escuela, como miles de trabajadores en el mundo dejaron de hacerlo y empezaron a trabajar desde sus hogares. Fue una medida emergente que, por cierto, emanó de la SEP, para su información, y que no significó dejar de trabajar, sino hacerlo, en ocasiones, en condiciones mucho más adversas, porque el criterio prevaleciente era resguardar la salud y la vida. Los maestros no han recibido ningún pago que no les corresponda  No es dádiva, es una obligación del gobierno, de la SEP,  pagar oportunamente a los maestros y, en general, a los trabajadores de la educación por su labor.

La gran mayoría de los  maestros y maestras mexicanas han estado comprometidos siempre con la labor de educar a miles de niños y jóvenes, basta con revisar un poco la historia, maestra Delfina.  Y déjeme decirle que las grandes transformaciones no se han dado por designio de los secretarios que han ocupado el cargo  –algunos de infausta memoria-  sino por el concurso decidido del magisterio. Cuántas veces no hemos luchado a contracorriente de planes y programas obsoletos y cuántas más hemos cuestionado su limitada pedagogía y su escasa o confusa información.  Y se nos ha denostado, se nos ha dicho que somos contrarios al progreso, se nos ha tildado de ignorantes y violentos cuando hemos exigido la  abrogación de reformas,   aumento salarial o instauración de la democracia sindical. Por eso su exabrupto debió acompañarse, de inmediato, por una disculpa y un reconocimiento a uno de los grupos más importantes  del sector educativo, damnificados de la pandemia, los maestros. Los otros han sido, por desgracia, quienes debieran ser la razón de ser de todo proyecto educativo,  los estudiantes.

Durante la pandemia, el magisterio tuvo que habilitar sus viviendas como aulas. Con la familia a un lado, con las mascotas, con un internet insuficiente, muchas veces en espacios reducidos, ante la incomprensión y la mirada escrutadora de ciertos padres de familia (no puedo generalizar, porque, también, es justo decirlo, muchos de ellos apoyaron a sus hijos en las tareas escolares), ante la exigencia de  una autoridad que se limitaba a pedir evidencias o a decir que debía evitarse la reprobación y dar el pase al siguiente curso.

Muchos maestros y maestras se compraron nuevos equipos de cómputo, sin que hubiera una compensación salarial a su,  de  por sí, magro salario. Gastaron en luz, internet, recibían correos, mensajes y llamadas a cualquier hora del día y, a veces, hasta en fin de semana. Si, maestra Delfina, los maestros y maestras han trabajado mucho y, algo muy importante, han tenido la sensibilidad para entender que hay cambios obligados por la pandemia y que si hay tarea, hay que hacerla.

Dieron clase por video chat; se adaptaron a los horarios y esquemas de Aprende en Casa (realizados, por cierto, por maestros de grupo del nivel básico); trataron de llenar los huecos enormes que implica llevar a cabo una educación a distancia. Revisaron cientos de trabajos; hicieron malabares para que sus alumnos se conectaran a las clases y entregaran sus tareas. Se preocuparon porque éstos aprendieran; entendieron el momento histórico que les tocó vivir, derivado de la crisis sanitaria mundial; dieron clase con su bebé al lado, con el familiar enfermo, con múltiples problemas de conexión y un largo etcétera.

Maestra Delfina: recuerde que alguna vez dio clases en zonas marginadas,  piense en  el salario que recibía, las condiciones en las que laboraba, en la incomprensión de aquellas autoridades contra las que supuestamente luchó y de las que, hoy, parece una vil copia. ¿Ya se le olvidó lo que es llegar al fin de quincena? ¿Dónde quedó la conciencia de clase que nunca debe abandonar un buen maestro?

Sería muy penoso que se pusiera del lado contario al magisterio del cual procede, ¿o forma parte aún? Además, sería muy peligroso, hasta por cálculo político. Piense en las funestas consecuencias si se pone del otro lado: ¿Olvida usted la importancia del voto magisterial en las urnas electorales en 2018? ¿Le gustaría que ese apoyo se volteara?

En síntesis, maestra Delfina, la invito a que haga sus cálculos políticos y reconsidere su posición o deje de andar declarando cosas ofensivas al buen juicio. Además, lo realmente importante. ¿Cuáles son las líneas generales de su proyecto educativo? ¿Cuándo nos las va a comunicar?  ¿Dónde está esa diferencia cualitativa respecto al nefasto proyecto del gobierno anterior? Los maestros y maestras seguimos esperando.  ¿O se trata de seguir administrando la educación, que navegue a la deriva? Cuidado, el barco puede hundirse,  y sus tripulantes, Usted, por delante, pude ser una de las principales afectadas.

Pero, ¿sabe qué? Eso es lo de menos. Allá Usted, sus compromisos, su destino y sus cálculos políticos temerarios. Lo que realmente exigimos los maestros es la precisión de objetivos, líneas generales y la puesta en marcha de una verdadera  transformación educativa. Si no hay eso, perdónenos, pero seremos nosotros los que cuestionaremos si su salario asignado (muy alto, por cierto) se corresponde con su actuación al frente de la SEP. Y, si es necesario, volveremos a tomar las calles hasta ser escuchados. Al tiempo.

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“pálido.deluz”, año 10, número 130, "Número 130. Lecciones de ética y justicia ambiental en la crisis climática (Julio 2021)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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