En artículos anteriores hemos apuntado que Bajtín utiliza el término cronotopo no solo para referirse a una medida, sino a una articulación de movimientos de procesos que tienen diferentes ritmos. Desde el punto de vista social, el tiempo no se puede aislar de los eventos. Cabe aclarar que dicho término, Bajtín lo enfocó principalmente a la novela, para explicitar el tiempo y el espacio en los que se desarrolla la historia: “El tiempo se condensa aquí [en el cronotopo artístico-literario], se comprime, se convierte en visible desde el punto de vista artístico; y el espacio, a su vez, se intensifica, penetra en el movimiento del tiempo, del argumento, de la historia. Los elementos del tiempo se revelan en el espacio, y el espacio es entendido y medido a través del tiempo” (Batjín; 1989; p. 238). Para Azcueta (2013) el cronotopo es más que una coordenada donde confluyen el espacio y tiempo, pues a través de ellos se pueden percibir las relaciones sociales.
Retomando las definiciones de cronotopo de Bajtín y Azcueta, para nosotros, este concepto tiene gran relevancia en la autobiografía. Al igual que en la novela se detallan hechos acontecidos en otro tiempo, hechos que necesariamente se ubican en un espacio que tal vez en la novela pueden no ser reales, pero en la autobiografía necesariamente si lo son. Por ello se habla del cronotopo real que permite visibilizar al autor y su contexto social.
Dada la importancia del cronotopo en la narración de una historia, en este artículo nuestra intención es permitirte a ti lector, identificar un cronotopo en tu historia de vida y que éste sea el punto de partida para iniciar tu autobiografía.
Te invitamos a que pienses en algún suceso de tu historia personal que te provoque recuerdos dulces o amargos. Para iniciar, te invitamos a cerrar los ojos y a situarte en ese cronotopo (espacio-tiempo), intenta evocar los aromas, la música, los objetos, los seres que están presentes en él. Plantéate las siguientes interrogantes:
- ¿En qué tiempo ocurrió?
- ¿Cómo era el espacio que te rodeaba?
- ¿Reconoces algún objeto que aún conserves?
- ¿Cómo estabas vestido?
- ¿Te llega algún aroma o sonido? ¿Música?
- ¿Estabas acompañado? ¿Por quién o quiénes?
- ¿Puedes recordar algún color, el clima?
Ahora, abre tus ojos y busca información sobre ese tiempo, sobre esa música, sobre esas personas que te acompañaban.
Vuelve a cerrar los ojos, e incorpora a tu recuerdo estos nuevos estímulos o información recabada, regresa a él. Identifica qué emoción experimentabas en ese recuerdo, así como las de las demás personas que te acompañaban (si las había).
Listo, ahora abre tus ojos y escribe todo lo que visualizaste y sentiste. Léelo en voz alta, escuchando la música que encontraste, y si fue un objeto, manipúlalo.
Lee nuevamente el texto escrito en silencio y ve enriqueciéndolo con las nuevas emociones que experimentaste.
Si te es posible lee lo escrito a otras personas, sería idóneo que fueran algunas de las que participaron en el recuerdo. Escucha sus comentarios, sus recuerdos que se entrelazan con el tuyo. Si lo consideras relevante, intégralo a tu texto y este será el inicio de tu autobiografía, aunque sería importante que siguieras evocando otros sucesos.
El escribir nuestra autobiografía no es para darnos notoriedad (autobiografía de personajes famosos), sino para realizar un ejercicio terapéutico y de aprendizaje que nos permitirá reencontrarnos con nosotros mismos y realizar descubrimientos, así como encontrar explicaciones a nuestro presente.
Por supuesto, puede haber contratiempos. Al repasar nuestra historia, podemos caer en el “revisionismo”; es decir, reinterpretar lo pasado y darle nuevo sentido pueden provocar desacuerdos con otras personas. El revisionismo tiene la posibilidad de poner todo de cabeza, ofrecer versiones opuestas a las que se han establecido como “verdades” con personas queridas. Sin embargo, su propósito es dar voz a quienes no tuvieron esa posibilidad: a los marginados, a los que fueron acallados por el poder simbólico de alguna autoridad, a quienes tuvieron que bajar la vista y aguantar en silencio. En síntesis, es ejercer el derecho de ser uno mismo quien reinterprete lo vivido y no habitar la historia como nos la contaron, como nos hicieron creerla o aceptarla.
Al identificar el cronotopo que compartimos con la sociedad y la comunidad se abre la puerta a una vida examinada y ¿por qué no? a una vida inventada, una vida coloreada por la fantasía. Cada época tendrá alguna característica propia de la moda o del imaginario colectivo. Desde la ropa, los peinados, los cantantes y grupos musicales, el tipo de coches, autobuses, los festejos, los hechos políticos, los temores e ilusiones compartidos, los avances científicos, las escuelas, la tecnología y los aparatos, las libertades y las represiones. Haga memoria y encontrará elementos propios de una era, aquella que le correspondió habitar en comunidad.
Hay algo más que hemos dejados sin mencionar hasta ahora. Memoria y Olvido son dos caras de la misma moneda. Al revisar nuestra historia personal, existe la opción de olvidar selectivamente. Contamos con la posibilidad de “borrar” de esa narración elementos que nos disgustan, que no son tan importantes ahora como cuando los vivimos, de taponear aspectos que dañan, hieren, lastiman, cerramos el camino a sensaciones que han permanecido al acecho de corazones y estados de ánimo vulnerables. Por eso, la autobiografía puede tener un efecto terapéutico a nivel individual. Sin embargo, nosotros destacamos lo sociocultural, el proceso de construcción de identidades personales y comunitarias.
Recordar y olvidar. Reescribir y tachar. Resaltar y eliminar. Rememorar y olvidar. Todas son acciones complementarias. A veces, lo pasado es tan doloroso e irremediable que es preferible dejar de invocarlo. Si no hay reparación posible como sociedad, eventualmente, el único camino es hacia delante y nunca más mirar hacia atrás.
Hay un riesgo que hemos visto también con mucha frecuencia: el Olvido puede llegar al extremo del “Negacionismo”. Sostener que nunca existió una serie de hechos inaceptables. Pensar que, si lo negamos, terminaremos por borrar de la historia aquello que fue vergonzoso, arbitrario, condenable. Son voces autobiográficas las que nos han dado la versión desde una mirada doliente, comunitaria, sin caer en la autocompasión. Por ello, te invitamos a contar tu historia de vida y la de aquellos que estuvieron lejanos al lenguaje escrito. Para que nadie olvide lo importante que les ha tocado vivir.
Otro posible extremo es el voluntarismo, que tampoco resuelve nada. No podemos creer que, si narramos los hechos con optimismo, cambiamos la historia. Hay una realidad contundente que se impone a nuestro idealismo. Solo narrar cuentos con finales felices, no hace que todo cambie y tal vez se trate solo de un acto de escapismo. Sin embargo, seamos sensatos, una historia alegre no cambia la realidad, pero si puede cambiar nuestro estado de ánimo.
Escribe, acepta esta invitación. Marcamos el tiempo y el espacio para hacerlo significativo. Dotar de significado un cronotopo es el mayor acto humano, darle sentido, señalarlo. Al hacerlo establecemos nuestra rúbrica y “autorizamos” la posibilidad de resignificar. Al contarnos a nosotros mismos como actores o agentes de un relato de vida sacralizamos calendarios y lugares, conmemoramos, volvemos sagrada nuestra historia y la de nuestros seres queridos. Abrazamos a nuestro tiempo y lugar, nos reconocemos en el cronotopo y colocamos una bandera para que sea visto por otros.
Referencias
Azcueta, I. (abril de 2013). "Los viejitos" de Patricia Suárez o el cronotopo de la demora. Una revisión crítica y una aplición del concepto de cronotopo de Batjin. Revista Luthor, 3(14).
Batjin, M. (1989). Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus.
José de Jesús González Almaguer
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Docente de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y del Colegio de Imagen Pública. Ha realizado intervenciones como consultor y brindado capacitación tanto en el sector privado como público y el tercer sector. Su trabajo profesional le ha llevado a recibir distinciones internacionales. Ha participado en once libros especializados en español y uno en inglés. Lic. En Periodismo y Comunicación Colectiva, Maestría en Educación, estudios de Maestría en Comunicación Institucional, Especialista en Valores, estudios doctorales en Humanidades y estudios doctorales en Innovación y Responsabilidad Social.
Mtra. Norma Olivia Matus Hernández
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Se ha desempeñado como mediadora de lectura desde hace dieciséis años como docente frente a grupo de primaria y cinco años como mediadora voluntaria del programa "Salas de lectura" de la Secretaría de Cultura. Maestra en Educación Básica (UPN). Diplomada en Mediación lectora (UAM). Diploma de Narradora oral. Lic. En Administración (UAM). Profesora de Educación Primaria (ENM).