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Jueves, Abril 25, 2024

El jefe de Estado pronunció un discurso altamente simbólico en memoria del genocidio, en Kigali, 27 años después de esta tragedia.

 Le Point África

Traducción y nota: Gabriel Humberto García Ayala

 

 Nota: El genocidio de Ruanda fue un intento de exterminio de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu de Ruanda llevado a cabo entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994, en el que se asesinó aproximadamente a entre quinientos mil y un millón de personas. Uno de los culpables fue Felicien Kabuga, multimillonario, quien atizó el fuego en contra de la minoría tutsi a través de emisiones radiofónicas y compró miles de armas para que los hutus descargaran todo su odio contra esa etnia. Ninguna nación se atrevió a defenderla.  Poco después, en el verano de 1995 ocurrió otro genocidio en Srebrenica. Allí fueron ejecutados 8 mil musulmanes, hombres y niños, bajo las órdenes del general serbiobosnio Ratko Mladic, todo sucedió frente a la mirada indiferente de los “cascos azules” de la ONU.

 

Quienes reclaman disculpas aún deberán esperar. En una visita altamente simbólica a Ruanda el pasado 27 de mayo, el presidente de Francia Emmanuel Macron, reconoció en tun tono solemne y sombrío las “responsabilidades” de su país en el genocidio de Ruanda. Independientemente de las palabras, el jefe de Estado francés fue más lejos que sus predecesores, en particular Nicolás Sarkozy, el único presidente que visitó Kigali desde el genocidio de 1994. Este último reconoció entonces "errores graves" y "una forma de ceguera" por parte de las autoridades francesas que han tenido consecuencias "absolutamente dramáticas". Estas palabras no lograron normalizar las relaciones entre París y Kigali, que desde entonces han conocido intensos períodos de tensión.

Hoy, Emmanuel Macron esperaría que quienes "cruzaron la noche" del genocidio tutsi puedan "darnos el regalo de perdonarnos”, dijo, dirigiéndose a un centenar de personas.

 

Emmanuel Macron convoca al pasado

“Solo quienes han atravesado la noche pueden decirlo. Emmanuel Macron eligió de inmediato convocar a la historia en este tan esperado discurso en el Memorial del Genocidio en Kigali, donde aún son visibles los horrores de la tragedia vivida por Ruanda hace 27 años. Ubicado en la colina de Gisozi, desde donde pueden verse las torres de la moderna Kigali, el sobrio edificio blanco es el principal de los aproximadamente 200 lugares de recuerdo que mantienen la memoria del período más oscuro del pequeño país de África de los grandes Lagos. Tras meditar, el presidente francés depositó una corona de flores debajo de las letras gigantes: “Ibuka”, que significa “Recuerda”.

"Al estar hoy, con humildad y respeto, a su lado, reconozco nuestras responsabilidades", dijo Emmanuel Macron en un discurso solemne. En este lugar de la memoria, donde también están grabados miles de nombres, es imposible no darle un rostro humano a esta tragedia. El Jefe de Estado francés, evocó, "a aquellos cuyo sufrimiento no hemos escuchado antes, ni durante, o incluso después, y esto quizás sea lo peor". Sobrevivientes, supervivientes, huérfanos, es gracias a su testimonio, a su valentía, a su dignidad que entendemos que lo sucedido no es una cuestión de números ni de palabras, sino de la solidez insustituible de sus vidas”, añadió. “Pero Francia tiene un papel, una historia y una responsabilidad política en Ruanda. Y tiene un deber: mirar a la historia a la cara y reconocer la parte del sufrimiento que ha infligido al pueblo ruandés al hacer que el silencio prevalezca sobre el examen de la verdad durante demasiado tiempo”, enfatizó Emmanuel Macron.

El presidente francés, sin embargo, consideró que Francia "no era cómplice". "Los asesinos que rondaban los pantanos, las colinas, las iglesias, no tenían el rostro de Francia", dijo. La sangre derramada no deshonró sus armas ni las manos de sus soldados, quienes también vieron lo indecible con sus propios ojos, curaron heridas y enjugaron sus lágrimas. Pero "al día siguiente, cuando los funcionarios franceses tuvieron la lucidez y el coraje para calificarlo de genocidio, Francia no pudo obtener las consecuencias adecuadas", continuó.

“Al querer prevenir un conflicto regional o una guerra civil, de hecho, se mantuvo al lado de un régimen genocida. Al ignorar las advertencias de los observadores más lúcidos, Francia asumió una responsabilidad abrumadora en una espiral que terminó en lo peor, aunque buscaba precisamente evitarlo”, continuó. “Reconocer este pasado es continuar la obra de la justicia. Comprometiéndonos a asegurar que ninguna persona sospechosa de haber cometido los delitos de genocidio pueda escapar al dictamen de los jueces”, agregó.

 

Un mensaje para el futuro

La cuestión del papel de Francia antes, durante y después del genocidio de los tutsis en Ruanda ha sido un tema candente durante años, incluso provocó una ruptura de las relaciones diplomáticas entre París y Kigali entre 2006 y 2009.

Un informe de historiadores publicado en marzo y editado por Vincent Duclert concluyó que Francia tenía "fuertes responsabilidades abrumadoras" y la "ceguera" del entonces presidente socialista, François Mitterrand y su séquito, frente a la deriva racista y genocida del gobierno. Gobierno hutu apoyado por París en ese momento. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, elogió un "importante paso hacia un entendimiento común de lo sucedido".

Previamente, Emmanuel Macron visitó el museo, donde hay una sucesión de paneles educativos, videos de testimonios, vitrinas que presentan cráneos, huesos y ropas desgarradas. "Creo que nadie va a entender realmente lo que pasó en 1994", aclara, en una película que abre la visita, uno de los supervivientes de este genocidio que provocó la muerte de más de miles de personas, principalmente tutsis, y que convirtió a Ruanda "en una nación. de asesinos brutales y despiadados y de víctimas inocentes". Inaugurado en 2004, el museo incluye una sección conmemorativa organizada en el exterior, rodeada de flores y arbustos, alrededor de tres grandes losas que cubren los restos de más de 250,000 víctimas asesinadas entre abril y julio de 1994 en la región de Kigali. Un museo adyacente, administrado por Aegis Trust, una ONG británica para la prevención de crímenes contra la humanidad, rastrea la historia oficial del genocidio hasta el establecimiento de la política de "unidad y reconciliación" por parte del régimen actual.

Para Macron y Kagame, zanjar el pasado finalmente abriría "una nueva página".

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