En los últimos tres sexenios cada uno de los gobiernos —uno del PAN, otro del PRI y ahora el de Morena—, ha querido hacer una “reforma educativa”. Hubo “reformas” en lo laboral, en los grados de su “federalización” o en lo académico.

En este último rubro, tal vez el más importante, es curioso que los dos últimos gobiernos anunciaron su reforma en el penúltimo año de su gobierno. El gobierno de Peña presentó su “nuevo modelo educativo” en 2017 y la “Nueva Escuela Mexicana” se anunció el año pasado, a un año de terminar el sexenio.

La educación ha sido rehén de cada elección. Cada uno de los presidentes y sus cercanos en materia educativa piensan que tienen la mejor idea de cómo deben aprender los niños y jóvenes mexicanos. Y cada uno de esos gobiernos ha querido implementarla.

¿En serio se puede cambiar e implementar un nuevo modelo educativo cada seis años y pensar que eso no tiene impacto en maestros y alumnos?

¿Cuántos “modelos” tiene que aprender, olvidar, aprender, volver a olvidar un maestro que lleva veinte años en una aula? ¿Cuántas veces se tiene que cambiar el currículo educativo en las normales? ¿Y los estudiantes? ¿Con cuántos modelos tienen que lidiar en sus años de primaria, secundaria y preparatoria? ¿Cómo esperar que estas ocurrencias sexenales no terminen en un desastre para los que importan: los niños y jóvenes?

Uno de los temas del debate del domingo era la educación. Ninguna de las candidatas prometió una nueva “reforma educativa”, aunque tampoco habían estado en las promesas de otros candidatos los cambios que después vimos que intentaron implementar. Las candidatas hablaron de “fortalecer”, “garantizar”, regresar las escuelas de tiempo completo o usar muchas tabletas y computadoras… ¿les recuerda algo?

Hablé ayer para MILENIO Tv con Manuel Gil Antón, nuestro mejor académico en el tema educativo. Manuel tiene claro que lo que teníamos antes no era lo que se presumía y entiende que no está mal caminar hacia una educación “más activa”, pero no con esa prisa. “La imagen que tengo —me dijo— es que estamos en un barranco. En la orillita. Pero ese barranco es después de una subida muy grande, entonces si nos echamos para atrás, nos caemos y si seguimos para adelante nos vamos a caer”.

Sería hora, dijo Manuel, de construir un puente. Un acuerdo de gobierno, partidos y sociedad que, más allá de detalles, no esté sujeto a ocurrencias sexenales y electorales y solo entonces, después de veinte años, veremos resultados.

Milenio, Ciudad de México / 10.04.2024 00:50:01