Muchos dramaturgos, cronistas, novelistas, cuentistas mueren jóvenes y me he preguntado la razón de ello y aunque la muerte es un misterio, mucho me conmueve el pensar que tal vez mueran prematuramente y con tanto que brindar al mundo, porque han vivido muchas vidas con sus personajes, con sus historias y al asumir tantas almas, tal vez el cuerpo se les va gastando. Conocí Armando a través de su obra, específicamente a través de su película Chin chin el teporocho dirigido por Gabriel Retes y empezando mi admiración por actores que hacían ese tipo de cine arriesgado, con una propuesta distinta, con un cine qué hablaba de nosotros como mexicanos, Jorge Balzaretti, Carlos Chávez , Diana Bracho, Tina Romero. Yo como cinéfilo y lector desde muy joven supe que Armando con su "Ratero", "El rey de los taxistas", “Me llaman la Chata Aguayo", "Noche de Califas", "Tepito"... sabía hablarme de una manera distinta, de una manera clara, de una manera, aparentemente muy coloquial, pero con una profundidad inaudita, una manera de hablar tan directa y desparpajada que casi asusta y no es por el lenguaje llamado "obsceno " pues es nuestra simple forma de hablar, era por el lenguaje que nace de las vísceras, de la necesidad de decir algo de manera directa, de la necesidad de comunicar este dolor de los marginados, de los que hacemos a un lado, de los que nos horrorizan, no por las diferencias sino precisamente por las semejanzas, por el recordarnos el trasfondo, el que somos en esencia uno mismo, nosotros mexicanos que estamos plasmados en su obra, nuestra idiosincrasia está en ella, así sin tapujos. Muchos años después conocí en persona a Armando en una fiesta, en una vecindad de Tepito, yo admirador de un movimiento cultural tan importante como Tepito arte acá, al que él pertenecía entre otros, y que gracias a la amistad con el famoso "pelón" muy amigo de él y que yo conocí en un grupo teatral de aficionados en el INJUVE. Pelón también admirador y que nos abrió los ojos a muchos de una forma distinta de ver la pintura mural, la literatura, la música, el teatro, luchaba porque los actores comprendiéramos que la vida del actor no es la fama y el glamour, no es dar entrevistas ni hacer una película o salir en televisión sino un compromiso, un mostrar seres humanos reales auténticos, que hagan que la gente se identifique con ellos que haga que la gente se pregunte acerca de la naturaleza del ser y por eso me llevó a esa fiesta a conocer a quien entendía del ser artista. Fue en una vecindad, que el lugar es muestra total de lo que la solidaridad es, yo acostumbrado a ella pues, aunque nací en Guadalajara crecí en la Nueva Santa María, rodeado de barrios bravos como Tlatilco, la Victoria de las democracias, los del monumento, Popotla, Tacuba y la Pensil. El pelón me presentó con Armando y yo con una mezcla entre fascinación y terror porque iba a hablar con el autor de novelas, cuentos y guiones de películas que admiraba. Me estrechó la mano, me presenté por mi nombre,
-Qué tal, soy Alberto. (y él con su característica sonrisa)
-Qué tal, yo no.
No entiendo su broma, sin saber que decir ni que hacer, sudo. El al ver mi incomodidad de adolescente, pregunta :
-¿Sabes de dónde proviene tu nombre y apellido?
Yo ingenuamente y a mis escasos 17 años le respondo
- "Si, de mi familia de Guadalajara"
El vuelve a sonreír, se compadece de mi y me da un análisis de lo que etimológicamente significa mi nombre.
- Alberto, mira Beto en el nombre y apellido llevamos nuestra penitencia, eres Alberto el que "brilla por su nobleza" y para colmo Estrella el "que guía con su luz", a ver tu estrella si brilla, depende de ti carnal.
Y completó
- Yo soy Armando, me la paso armando historias, armo cuentos, armo visiones, Ramírez al revés es "ser y mar",
y dibujó su apellido en el aire y repitió "zer i maR"
-Soy Armando y voy armando seres en este mar de historias.
Me quedé boquiabierto, cómo alguien podía jugar tan bellamente con las ideas, con las palabras.
Y concluyó
¿Te desarmé? Y me susurra: "estudia, prepárate, sé chingón" y se fue sonriendo
Ése era Armando Ramírez, un ser que nos armó y nos desarmó con su talento y su presencia, diciendo la verdad.
Termino con la frase con la que él terminaba sus crónicas periodísticas.
TOTAL, QUE TANTO ES TANTITO.
Gracias.
Alberto Estrella en el homenaje a Armando Ramírez 17/abril/2024