Reformas educativas van y vienen y seguimos sumidos en los lugares más bajos en los exámenes internacionales. No hay proyecto que recupere los problemas más urgentes en el terreno de la educación.

El rezago y la desatención educativa se manifiesta en todos los niveles y tienen que ver, desde la desarticulación entre estos, el escaso presupuesto, la falta de continuidad y apoyo a programas exitosos, la designación de titulares de la educación por compromiso político y no por capacidad y un enorme etcétera.

En el caso de la educación básica los estudiantes no leen ni razonan adecuadamente los planteamientos matemáticos. La incipiente lectura es, en muchos casos, simple deletreo o transcripción de palabras, sin la comprensión necesaria para incrementar el vocabulario y servir de plataforma para desarrollar la producción escrita.

Hay que decir que no todo tiene que ver con los programas sino, también, con la infraestructura escolar, el rezago tecnológico con internet inexistente o de baja capacidad, saturación administrativa y salarios bajos que obligan a la planta docente a buscar otras fuentes de ingreso. No hay la motivación ni los incentivos suficientes y necesarios para los docentes que deben de batallar por su ingreso y promoción a través de esquemas absurdos como USICAMM que más que una plataforma ha resultado, en los hechos, en un dique burocrático y lejano a la realidad que demandan los maestros, las escuelas y, los estudiantes.

En las escuelas hay maestras y maestros que, diariamente, impulsan la creatividad y la construcción de sentidos y aprendizajes con sus estudiantes, pero eso no se mide por igual que sus exámenes y acumulación de documentos que exige la burocracia oficial. Muchas de esas experiencias, basadas en la realidad y necesidades concretas de los estudiantes, no han sido documentadas ni exploradas o socializadas con suficiencia por la autoridad.

No pienso ir más lejos en este espacio, pero me parece que más que soluciones llenas de propósitos y huecas de posibilidades concretas, podría empezarse por algo muy próximo y elemental, no solo en la educación elemental sino en todo el horizonte educativo: fomentar la lectura.

Nos encontramos con licenciados, médicos, ingenieros y todo tipo de profesionales que difícilmente toman un libro. Muchos, incluso, con posgrado. Su lectura profesional estuvo ligada exclusivamente a los textos técnicos, obligados de su carrera, pero, pocas veces, más allá; es decir muy poco de poesía, ensayo de otras características, cuento y novela. No se fomentó el gusto por la lectura. Esta siempre fue considerada como una herramienta para acceder al conocimiento concreto, pero no como la condición sine qua non para el desarrollo del vocabulario y, con este, de la posibilidad de argumentar, entender, razonar y acceder a los demás lenguajes que exige la vida profesional o la vida misma. Utilizar adecuadamente y explotar las posibilidades que nos ofrece nuestra lengua materna, es el primer escalón para acceder a los lenguajes de la más diversa índole, incluidos los lenguajes científicos. ¿Qué son los lenguajes científicos sino la estructuración de reglas, paradigmas, teoremas, fórmulas y demás que les confieren sentido, unidad y posibilidad de explorar diversos problemas y posibilidades de estas?  Así, el lenguaje de la matemática, de la química, de la biología o de la física serán más accesibles si, primero, nuestro lenguaje vital lo hemos aprehendido, hecho nuestro.

Aprender a hablar a escribir. Comunicarse efectivamente con nuestros semejantes, subordinados, pares, jefes, parientes o amigos debería ser un ejercicio marcado por la claridad, la argumentación y el pensamiento lógico y ordenado. Mucho de ello, en efecto, viene del pensamiento matemático, pero antes de cualquier cosa, hablamos, pedimos cosas, satisfacemos necesidades vitales y nuestro puente para acceder a ello es el lenguaje. 

Leer es vivir muchas vidas. Conocer otros mundos. Adentrarnos en el sueño, la realidad, la felicidad, la tristeza. Es ganar batallas, perderlas, ser el personaje central de la novela, enamorarse de la muchacha preciosa que describe quien escribe y que uno dibuja en su mente.

Leer es empaparse de belleza, acceder a la sublimación: sentir el mundo con las letras, con la poesía, con la prosa articulada que te lleva, te atrapa y no quieres que se vaya.

Leer es posibilitar un mundo de personas que razonan, que se saben comunicar, que privilegian el diálogo, que buscan soluciones, que encuentran posibilidades, que son creativos.

Muchas veces les he dicho a mis estudiantes que si logro enamorarlos de la lectura los propósitos particulares del curso pasan a segundo término: se pueden aprender después, no pasa nada. El gusto y la práctica habitual de la lectura, en cambio, es un tesoro y una llave que los llevará a navegar muchos mares de la imaginación y la creatividad. y si aún persiste la duda, aclaro: la lectura, aparte de ser hermosa nos prepara para la vida, sí, la profesional incluida.

Dejemos de pensar la lectura como la actividad adicional o el castigo para quienes no terminaron el ejercicio concreto de clase. La lectura debe ser práctica cotidiana en todos los centros educativos y se debe estimular y propiciar por todos los medios a nuestro alcance. Tal vez así veríamos otra calidad en los debates políticos y tendríamos cámaras compuestas por legisladores que saben expresarse como requisito primario, aparte de solvencia ética, lo que sería motivo de otro escrito.

Salud y buenas lecturas para todas y todos. 

(*) frase que se repetía en algunos hogares cuando yo era niño, aunque no me la dijeron a mí.