A los libros se llega como a las islas mágicas de los cuentos, no porque alguien
nos lleve de la mano, sino simplemente porque nos salen al paso. Eso es leer,
llegar inesperadamente a un lugar nuevo. Un lugar que, como una isla perdida, no
sabíamos que pudiera existir, y en el que tampoco podemos prever lo que nos
aguarda. Un lugar en el que debemos entrar en silencio, con los ojos muy
abiertos, como suelen hacer los niños cuando se adentran en una casa
abandonada».
Gustavo Martín Garzo, Elogio de la fragilidad