Son ocho cuentos cortos. Se refieren a los temas favoritos del escritor: la música, en particular el jazz y Charlie Parker; el beisbol y los Beatles. Esos temas no hacen menos interesantes a las ocho pequeñas obras reunidas en el volumen Primera persona del singular, uno de los libros más recientes del escritor japonés, Haruki Murakami, en donde expresa los recuerdos más importantes de su adolescencia.
Murakami siempre encuentra la veta para enriquecer su trabajo literario. De tal manera que en esta ocasión nos transporta a sitios extraños, donde el sonido y el paisaje son los principales personajes, surgidos de un mal sueño; pero también escribe sobre una extraña novia que tuvo en su juventud o un incidente igualmente extraño cuando el protagonista del cuento titulado “Crema”, tenía 18 años. O la relación que tuvo con una compañera de trabajo a quien jamás volvió a ver.
En el cuento “Charlie Parker toca bossa nova”, para quien sepa de jazz sabrá que eso nunca sucedió. No obstante Murakami lo narra con tal realismo que uno llega a pensar que tal vez eso tuvo lugar durante una sesión secreta. En el nostálgico cuento “Con los Beatles”, alguien contemporáneo del escritor se identifica plenamente, en la medida en que se tiene la certeza de que el tiempo ha pasado inexorablemente, “lo cual es un poco desconcertante, inclusive triste, señala el escritor, creo que lo que me entristece cuando las chicas que conocí envejecen es que me obliga a admitir, una vez más, que mis sueños de juventud se han ido para siempre”. En esta misma narración se refiere a una amiga a quien le gustaba música más melosa, y aquí algunos lectores recordarán, por ejemplo, a Mantovani, Percy Faith, Roger Williams, Andy Williams y Nat King Cole.
En el cuento titulado “Carnaval” se refiere a una mujer menos guapa, en el que emplea este eufemismo para no escribir un término de poco gusto. Conocer a esta dama significó dos buenos pretextos para que el autor de Después del terremoto despliegue sus conocimientos musicales, por un lado, sobre las diferentes versiones de “Carnaval”, de Schumann y de la escuela romántica.
“Básicamente, escribe Murakami, a Schumann no le gustaban las formas clásicas como la sonata y, en ocasiones, sus piezas parecían superfluas y sin sentido. Se alejó de las formas clásicas existentes, lo que dio lugar al nacimiento de un nuevo tipo de música, la escuela romántica, pero la mayoría de sus contemporáneos pensaban que su obra era excéntrica, carente de una base y un contenido sólidos. Sin embargo, fue este atrevimiento excéntrico el que impulsó el surgimiento de la música romántica”.
En este mismo cuento, a través del personaje femenino, Murakami expresa que “todos, más o menos, llevamos máscaras. Porque sin ellas no podemos sobrevivir en este mundo violento. Debajo de la máscara de un espíritu maligno se encuentra el rostro natural de un ángel, bajo la máscara de un ángel se encuentra el rostro de un espíritu maligno. Es imposible tener sólo uno u otro. Eso es lo que somos. Y eso es el “Carnaval”. Schumann pudo ver los muchos rostros de la humanidad -las máscaras y los rostros reales- porque él mismo era un alma profundamente dividida, una persona que vivía en silencio entre las dos máscaras."
Para referirme a uno de los ocho cuentos quiero aclarar que una reseña siempre es subjetiva. Influye la formación del reseñista, sus fobias o sus filias por ciertos escritores, inclusive la envidia. Esta subjetividad destaca en la reseña del cuento titulado “Colección poética de los Yakult Swallows”, ya que el beisbol, tema fundamental del cuento, es el deporte favorito de quien esto escribe. Y cómo no identificarse cuando el cuento empieza con un párrafo como el siguiente: “Desde un principio me gustaría aclarar lo siguiente: Amo el beisbol. Y lo que realmente amo es ir a un estadio y ver un juego en vivo que se desarrolla justo en frente de mí… Ver retransmisiones de partidos por televisión no me convence. Siempre tengo la sensación de que me falta algo vital. Como con el sexo, cuando... pero, ese es otro asunto”.
Antes de continuar con su narración, Murakami también aclara que es fanático devoto de los Yakult Swallows, un equipo que casi nunca ocupa los primeros lugares en la posición general, y que, por lo tanto, el estadio casi siempre está desierto. “Podrías buscar en todo el mundo y dudo que encuentres otro estadio de beisbol donde ese sea el caso”.
Y continúa con su apología del beisbol: “Cuando era niño, corría al estadio con mi boleto en la mano, pasaba por la entrada cubierta de hiedra y subía apresuradamente las escaleras de hormigón. Y cuando el césped natural de los jardines estaba a la vista y el brillante océano verde se extendía ante mí, mi pequeño corazón latía con fuerza de emoción, era como si un grupo de animados enanos estuvieran saltando dentro de mis pequeñas costillas”.
En este mismo relato Murakami cuenta que en 1978, cuando tenía 29 años, escribió su primer cuento titulado Escucha la canción del viento, que ganó el Premio Gunzo a la primera novela. Y que el estadio y el juego le sirvieron de inspiración: “Para matar el tiempo mientras miraba el partido, garabateaba algunas anotaciones parecidos a poemas en un cuaderno. Eran poemas sobre el beisbol. A diferencia del fútbol, en el beisbol puede haber mucho tiempo libre entre jugadas, de tal manera que podía apartar la vista del campo y anotar mis ideas en un papel sin perderme ninguna jugada”. Así surgió su Colección poética de los Yakult Swallows.
Primera persona del singular es un texto pleno de nostalgia, nos recuerda hechos de nuestra propia infancia y juventud, aventuras que en ese tiempo parecían superfluas pero que en la actualidad adquieren un enorme valor, ya que permanecen en nuestros recuerdos como una prueba de lo que hemos vivido. “Si hubiera elegido una dirección diferente, lo más probable es que no estaría aquí. Pero, aun así, ¿quién se refleja en ese espejo?”