El ciclo escolar 2020-2021 concluyó sin que nuestra esperanza de regresar a las aulas se volviera realidad. Resulta increíble pensar que hace un año esperábamos ansiosos las indicaciones de nuestro entonces Secretario de Educación para iniciar un año que, sin duda, estaría lleno de incertidumbre. La pandemia había desestabilizado por completo nuestra vida, provocando que el trabajo docente se modificara y por ello no sabíamos qué esperar al respecto.
Sin embargo, logramos hacer frente a esta nueva modalidad de educación a distancia, implementando estrategias que, hasta ese momento, eran desconocidas para nosotros, así como modificando continuamente nuestra forma de trabajo con base en las necesidades y características de nuestros estudiantes.
Ante el inminente inicio del nuevo ciclo escolar 2021-2022, nuevamente nos encontramos frente a la incertidumbre de lo que nos espera, ya que ahora el temor no se debe a las dudas sobre la mejor forma para estructurar el trabajo a distancia, sino que en esta ocasión la principal preocupación se centra precisamente en el regreso a clases, considerando todo lo que implica el retorno a las aulas.
Y es que por un lado se escuchan las voces de los padres de familia que temen por la salud de los pequeños, así como del resto de los integrantes de ese núcleo familiar, por lo que exigen esperar hasta que los niños también puedan ser vacunados, apoyando su exigencia en el incremento de cifras expuesto recientemente en los noticieros, donde se menciona que son los infantes y adolescentes quienes están sufriendo más contagios en esta “tercera ola” de la pandemia en nuestro país. Aunque nadie menciona, que, si bien es cierto que se enferman, también se explicó en distintos medios, como la página oficial de la UNICEF, que los niños tienen mejores expectativas de recuperación al enfermarse de SARS -CoV – 2, ya que usualmente sus síntomas son leves y que su sistema inmunológico logra defenderlos.
Por el contrario, hay padres con otra postura, quienes demandan el retorno a clases presenciales en agosto, aunque su decisión esté determinada con base en diferentes motivos: en algunos casos necesitan la escuela porque es el único lugar seguro donde pueden dejar a sus pequeños durante unas horas mientras ellos cubren parte de su jornada laboral; hay quienes buscan ese “respiro” de unas horas, debido a que no están acostumbrados a pasar tanto tiempo con sus hijos y menos apoyarlos en las actividades escolares; otra de sus razones es que los niños no están aprendiendo realmente, ya que las explicaciones de la propuesta Aprende en casa son insuficientes o las reuniones virtuales con los maestros resultan demasiado breves.
Así como los padres de familia han expresado su postura ante la organización del siguiente ciclo escolar, los docentes también nos encontramos ante una disyuntiva; muchos deseamos volver a clases presenciales debido a los inconvenientes que encontramos en el trabajo a distancia, los cuales van desde los problemas de conectividad, que ninguna compañía de internet ha logrado evitar, hasta la falta de contacto frente a frente con los niños, sobre todo cuando se trabaja con un grupo nuevo cuyos integrantes son desconocidos para nosotros. Sin embargo, pese al deseo de volver a la escuela, también debemos ser conscientes de todo lo que implica: establecer horarios adecuados para no exceder el cupo máximo permitido en el aula y que todos podamos conservar la sana distancia con los demás, así como contar con los insumos mínimos necesarios para contribuir a las medidas de higiene indispensables (como el agua potable para el lavado de manos) que continuamente ha repetido la Secretaría de Salud.
Por otro lado están los maestros que manifiestan su negativa hacia el regreso por considerarlo demasiado riesgoso no sólo para los niños, sino también para ellos mismos y sus familias.
Sin duda, la decisión no es sencilla y tampoco hay una postura correcta, debido a que esta pandemia nos ha afectado a todos de diferentes maneras por lo que cada uno ha formado una opinión al respecto, aunque en este tiempo todos hemos vivido momentos alegres, tristes, frustrantes e incluso hemos sufrido pérdidas irreparables que dejaron huella en nuestro corazón.
Más de un año ha pasado y la mejor enseñanza es adaptarnos a nuestra nueva realidad, aprendiendo a coexistir con este virus, por lo que el regreso a las aulas requiere de la responsabilidad de todos, para seguir con las medidas de higiene que serán nuestro pan de cada día y respetar las indicaciones que se brinden en cada plantel, recordando que, en todo momento, el propósito primordial de cada colectivo docente será el aprendizaje de los estudiantes.