Le Parisien

Traducción Gabriel Humberto García Ayala

Se han destruido 4.1 millones de hectáreas de bosques, principalmente para dedicarlos a la agricultura y la ganadería, a pesar de que son uno de los medios más efectivos para combatir el cambio climático.

En 2022, el planeta perdió un área de bosque tropical virgen equivalente al tamaño de Suiza o los Países Bajos. Estos ecosistemas primordiales han sido destruidos en gran parte por la agricultura y la ganadería, según un análisis de datos satelitales publicado a finales de junio de este año.

Tan solo el año pasado esto equivale a un campo de fútbol de árboles tropicales cortados o quemados cada cinco segundos, de día o de noche. Esto representa un área destruida un 10% mayor que la de 2021, concluyó el Instituto de Recursos Mundiales (wri por sus siglas en inglés) con sede en Washington.

Su plataforma satelital de monitoreo de la deforestación, Global Forest Watch (gfw, por sus siglas en inglés), registró en 2022 la destrucción de más de 4,1 millones de hectáreas de bosques primarios tropicales, cruciales para la biodiversidad del planeta y el almacenamiento de carbono.

A pesar de los acuerdos de la COP26

El país más afectado es Brasil, con una superficie destruida que representa el 43% de las pérdidas globales, por delante de la República Democrática del Congo (13%). La aceleración de la destrucción forestal continúa inexorablemente, a pesar de los compromisos adquiridos en la COP26 de Glasgow en 2021 por los principales líderes mundiales. “Desde el cambio de siglo, hemos sido testigos de la destrucción de algunos de los sistemas ecoforestales más importantes del planeta, a pesar de años de esfuerzos para revertir la tendencia”, señaló una funcionaria de gfw.

A escala planetaria, la vegetación y el suelo por sí solos han absorbido casi el 30 % de las emisiones de carbono desde 1960, pero estas casi se han duplicado.

La Amazonia, ¿futura sabana?

Unos 1600 millones de personas, casi la mitad de las cuales son indígenas, dependen directamente de los recursos forestales para su sustento. En Brasil, la deforestación empeoró durante la presidencia de Jair Bolsonaro (2019-2023), aumentando otro 15% en un año, según el informe anual de gfw. Bajo la era de Bolsonaro, la administración brasileña hizo la vista gorda ante la deforestación ilegal, debilitó los derechos indígenas y desmanteló la política ambiental del país.

Su sucesor, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, juró en enero y se comprometió a poner fin a la destrucción de la Amazonía brasileña para 2030. Sin embargo, los expertos creen que tendrá que superar muchos desafíos para lograrlo.

Los científicos temen que la cuenca del Amazonas, golpeada por el cambio climático y la deforestación, eventualmente se convierta en una sabana. Una transición que tendría el efecto de alterar profundamente las condiciones climáticas en América del Sur y el resto del planeta. Unos 90 mil millones de toneladas de CO₂ se almacenan en los árboles y suelos de la selva amazónica, el doble de las emisiones globales anuales.

“Detener y revertir la pérdida de bosques es una de las formas más rentables de mitigar (la situación) que tenemos hoy”, advirtió la experta del wri Frances Seymour.