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Jueves, Noviembre 21, 2024

Se puede rastrear hermenéuticamente (o cómodamente en internet) el término pirata (saqueo o robo planeado y ejecutado de una carga, principalmente marítima en forma violenta) hasta en la cultura romana, aunque su auge, por ejemplo, en el Mar Caribe, ocurre hasta los siglos XVII y XVIII.

 

El concepto se amplió a otras prácticas hasta los años sesenta del siglo XX, y se entendió como la apropiación ilegal de un transporte aéreo o como la reproducción de objetos sin mediar un pago por derechos al autor o a los gobiernos. O más recientemente la piratería ha regresado atacando las inmensas naves que transportan contenedores marítimos y viven (junto con comunidades muy pobres) de negociar las cargas con las poderosas compañías navieras internacionales. Existen varios ejemplos cinematográficos sobre el caso de Somalia que van del Capitán Philips (2013) a Los Piratas de Somalia (2017)

 

En las últimas décadas del siglo pasado esta última forma de producción y comercialización transformó un sin número de ámbitos sociales y culturales, sobre todo en la llamada globalización, después de 1989, por la extensión de la producción China a toda clase de objetos, la construcción de mercados alternativos en todo el mundo y la evolución imparable de tecnología. Hoy incluso sabemos que en la piratería planetaria existen diversos grados de calidad, precio y distribución.

 

En el artículo “Larga vida del rock”, (La Jornada, 17/07/2023) Hermann Bellinghausen (y republicado en Pálido.deluz.com.mx 155) explica el gran impacto que representó el audiocasete para la difusión de la música en general, y para el rock en particular. Él lo describe en forma elocuente:

 

Un pequeño objeto democratizó la música grabada a una escala inédita, radicalizando las previsiones de Walter Benjamin respecto de la reproducibilidad del arte. A lo largo de los años 70, el casete, o audiocasete, se volvió estándar y accesible. Con él nace la piratería doméstica de copias únicas o múltiples, la expropiación desde abajo. Facilitó a los músicos más brujas grabar sus propios demos. Uno robaba del tocadiscos ajeno, la radio, los conciertos. Nació un mercado negro bastante elástico que compitió contra el casete comercial y el elepé. Los .45 RPM desaparecieron.”

 

El audiocasete se convirtió así, en uno de los instrumentos con mayor potencial de difusión de música, alcanzando diversos espacios sociales en todo el mundo y conformando una peculiar manera de educación informal. Y como lo señala Bellinghausen, también permitió el desarrollo de esa industria marginal conocida como “piratería musical”.

 

En la cinta Mixed by Erry se abordan muchos de estos aspectos narrados en la vida de los hermanos Frattasio en el barrio Forcella de la ciudad de Nápoles entre los setenta y los noventa del siglo pasado.

 

El filme del director Sidney Sibilia cuenta la historia de cómo Enrico “Erry” Frattasio y sus hermanos desarrollaron un imperio mercantil al vender de manera no autorizada los famosos audiocasetes grabados por Erry, dando lugar a la industria de la “piratería”, dedicada a la distribución de música comercial en Nápoles, en Italia y luego extendiendo este modelo de negocio internacionalmente.

 

A finales de los años setenta, Enrico, de familia modesta, tenía como propósito ser DJ. Para ayudar en la economía familiar trabajaba como ayudante en una tienda de electrodomésticos que incluía venta de acetatos y audiocasetes. De ese modo es que Enrico comienza a grabar, en sus tiempos libres, compilaciones de música con los equipos del almacén. Así, se va dando a conocer en el barrio porque el hermano mayor le pide mezclas personalizadas de música para regalarlas a sus amigas. Sin embargo, en su afán de convertirse en DJ intenta, sin fortuna, integrarse a ese mundillo musical emergente.

 

Con la experiencia ganada y la meta todavía inconclusa, Enrico y los hermanos Frattasio comienzan a vender localmente los audiocasetes grabados y producidos, con la firma “Mixed by Erry”, iniciando de este modo el modelo de negocio que se convertirá en el imperio de la piratería musical.

 

En un primer momento, Erry mezcla las canciones a petición de los destinatarios, pero descubre que, en cada caso, seleccionan melodías muy conocidas y de un género determinado. Entonces, decide realizar audiocasetes en los que incorpora, además de los ritmos ya solicitados, canciones nuevas, menos populares o de otros géneros. Y junto con los hermanos empiezan a reproducirlos masivamente, generando así el progreso de la empresa y una acción educativa involuntaria.

 

En una escena en que el hermano mayor, su esposa y Enrico están contando los millones de liras obtenidos con los audiocasetes vendidos, Erry reflexiona sobre la posibilidad de aprovechar los 15 minutos que sobran en las cintas mezcladas de 60 minutos, y propone incluir música de un género parecido al etiquetado en el dispositivo. Así, decide que se pueden incorporar en la música de Spandou ballet o Duran Duran, melodías de Zucchero o Joe Cocker; es decir, conjugar música “new romantic” con “new wave”.

 

En la película vamos observando, por un lado, el desarrollo de la marginal industria musical con la duplicación y multiplicación de audiocasetes, cada vez de mayor calidad y con mejor tecnología; además de la expansión de la empresa con el incremento de equipos para duplicar y el aumento de operarios, distribuidores y vendedores. El mercado negro de la piratería estaba en vertiginoso ascenso.

 

Por otro lado, y de forma simultánea, crecía exponencialmente una acción educativa informal e involuntaria con la democratización y difusión de música, no sólo de los grupos y cantantes conocidos. En otra escena del filme, los hermanos Frattasio le ordenan a Erry que deje de grabar a cantantes del vecindario y continúe haciendo sus mezclas con los grupos de famosos y con la selección y producción de la firma “Mixed by Erry”, que se demandaba como “pan caliente”.

 

Después de ver la cinta Mixed by Erry (en una plataforma legalmente instalada; no a través de la piratería), nos surgen preguntas y reflexiones alrededor de un proyecto que hemos dejado pendiente desde hace tiempo sobre “la piratósfera” (como la nombramos desde una ponencia en la Procuraduría del Consumido a finales de la década de los noventa, porque ya veíamos ingredientes del impacto planetario de este fenómeno), pero del que hoy bosquejamos algunas cuestiones y aspectos: ¿El origen de la piratería está en la historia de los hermanos Frattasio, en Italia? ¿Cómo es que en México se inició esta industria? ¿Cómo se ha diversificado en México? ¿Cómo se ha globalizado en todo el planeta, a pesar de las restricciones? ¿qué obras y artistas se han visto beneficiados por la piratería y quinéis perjudicado? ¿ qué audiencias no existirían sin los mercados informales? ¿Qué nueva música u obras literarias y cinematográficas hemos conocido gracias a la piratería? ¿Cuál ha sido el impacto educativo de la divulgación y difusión de este mercado, no sólo musical y cinematográfico? ¿Cuál ha sido el desarrollo y los pormenores de este mercado como acción educativa informal? ¿Cuál es el efecto actual de la digitalización de la música y el cine con el establecimiento de las plataformas sobre los mercados alternos que se habían desarrollado en las últimas décadas? ¿Regresarán los audiocasetes y CD con películas, como ahora lo están haciendo exitosamente los acetatos con música, cuando se eleven los costos y la inevitable comercialización inunde a las plataformas o regresen como moda alternativa?

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“pálido.deluz”, año 10, número 155, "Número 155. Música y educación. (Agosto, 2023)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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