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Viernes, Marzo 29, 2024

“La muerte es el último acto de un hombre libre”.

Séneca

México es un país con una alta mortalidad, dadas las condiciones de feminicidios, narcotráfico y carteles; desapariciones forzadas, delincuencia, robos con violencia, secuestros, asesinatos de periodistas, líderes comunitarios, defensores ambientales; y por problemas de salud principalmente diabetes, cáncer e hipertensión, además de las condiciones insalubres por falta de servicios en muchas comunidades o por la destrucción de la naturaleza por explotación de las empresas mineras, petroleras y eléctricas.

La muerte en México tiene una connotación más profunda, desde nuestros antepasados, la muerte ha sido venerada y respetada, y en nuestro país celebrada, sabiendo que después de ella llegaremos a otro estado u otra forma de existencia lejos de lo terrenal.

La muerte, como el límite temporal absoluto, marca al ser humano de una forma única y definitiva, pero también persigue a la imaginación y delimita el horizonte de lo pensable.

Pero en la vida humana, la muerte es solo una realidad intrínseca a la cual todos llegaremos, sin embargo, antes de esa muerte, morimos varias veces. Morimos de amor, morimos de desilusión, de tristeza, de dolor y de fracaso, y mientras que la muerte es el miedo a ella, puede dar lugar a una especie de fracaso existencial o ético.

Para (Heidegger, 1995) el Dasein1 se presenta desde lo diario, como un algo en el mundo que siempre busca proyectarse para ser, el  Dasein, no es un sujeto individual, es un ser colectivo que se pierde dentro de las relaciones que se tienen día a día con los demás. Establece un entorno y se relaciona, y dichas relaciones son capaces de generar miedo, tristeza y angustia; pero también tienen la capacidad de generarnos paz, amor y alegría.

 

Nosotros como seres conscientes tenemos nuestro Dasein, que se sostiene y relaciona día a día, es aquello que nos hace estar y tener una razón para vivir, es nuestra fuerza motora para andar sobre todo aquello que nos mata, lo que se subleva como lava en el cráter de un volcán con el fin de hacernos renacer. Entonces, ¿qué mata al Daisen?

Vivir esa muerte, aunque suene contradictorio, nos da razones en lo cotidiano:

“Es la expresión inmediata de un tiempo, ritmo y espacio concreto, de la compleja trama de las relaciones sociales que regulan la vida de las personas en una formación económica-social determinada, o en un contexto social dado”. (Aguilar Medina, 2006).

La “vida cotidiana”, es entendida como el conjunto de valores, orientaciones, actitudes, expectativas, normas, conductas y prácticas sociales reproducidas por la familia en el ámbito privado, por lo que ésta se constituye en la primera garantía de la reproducción social. Hablar de lo cotidiano es hablar de aquello que los individuos repiten y reproducen diariamente, sin olvidar que lleva consigo el proceso de socialización, que es lo que permite interactuar al individuo en la sociedad. (Heller, 1972).

Nuestra vida cotidiana se desarrolla en un ambiente social que involucra cuatro esferas, la familia, el trabajo, el tiempo libre y la actividad socio-política y religiosa.

La vida y la muerte se encuentran en constante contradicción, en una lucha entre lo nuevo y lo viejo, siempre creando dudas o formando caminos a seguir, siempre preguntándose si vale la pena esto o aquello.

 En México, La vida cotidiana se ha construido con base en los cimientos de la derrota, con la conquista y la devastación a nuestra etnia, con el sometimiento y el recelo de vivir aplastados. Levantarse tampoco ha sido un camino fácil, nuestra historia se ha visto permeada por una ola de traiciones y determinada por el yugo de los países hegemónicos que dictan a los países pobres lo que deben hacer.

Y de ahí parte nuestra realidad, un país construido desde la miseria más cruel que pueda generar el ser humano, que repite y reproduce estereotipos asignados por países acostumbrados a imponer, así como las relaciones que se establecen dentro de todas las instituciones que el Estado usa para perpetuar su poder.

Las reproducciones laborales, escolares y familiares, aquellas que matan de desilusión, aquellas capaces de destruir voluntades, establecen criterios de dominación con un único fin, generar más capital. Sin que importe pasar encima de cualquier sueño, sin que importen nuestros sentimientos, o si somos dueños de una imaginación o una habilidad extraordinaria, no importa, en este mundo no interesa más que ganar y ganar.

En las relaciones de poder ejercidas desde la escuela se da nuestro primer contacto con la muerte, pues nuestras ideas son aplastadas por la Educación tipo Bancaria2 que recibimos por parte del Estado, quien hunde nuestra forma de aprender y nos somete a una realidad absurda.

Este tipo de educación nos limita hasta hacernos renunciar a nuestros sueños de búsqueda de la verdad. La ciencia, con su modo de medir cualquier tipo de fenómeno, nos reduce a ser parte de una estadística funcional para los dueños del Estado dotados de la maquinaria de la razón instrumentada por el dinero y el capital a un nivel global.

Una vez fuera de la esfera de la escuela, pensamos que nuestro conocimiento e ideales serán suficientes para mover en el mundo, sin embargo, el ámbito laboral desecha todo y nos limita a lo que nos mostró la Educación Bancaria, obedecer y hacer lo que dicta la institución o empresa, la cual en sus anhelos sólo busca generar más riquezas.

Lo laboral nos convierte en un tipo de ser que busca la supervivencia en un mundo regido por el consumo. Hace que dejemos nuestras mejores condiciones a cambio de un salario que cada vez es menos suficiente para satisfacer las necesidades creadas e inventadas por las grandes empresas, la cadena vive para trabajar, nos deja al descubierto jefes muertos que en su afán por conquistar y generar ya se olvidaron del vivir, ya perdieron en su vida el sentido de comprender el ¿para qué vivir?

Cada muerte en cada etapa nos resta esperanza, nos lleva y nos acerca día a día a la muerte final, donde no habrá vuelta ni un suspiro más, y al llegar a la bocanada de aire final nos preguntaremos: ¿habrá valido la pena vivir así? Vivir para mandar, para generar, para ser lo que fui, ¿qué me faltó hacer? Si hubiese vivido diferente, ¿tendría una sonrisa en mis labios? O me iré sabiendo que no debí haber muerto mil veces de esta forma. No habrá un despertar más, no seremos los mismos de entonces y la muerte estará esperando con sus alas de mariposa transparente a envolvernos y darnos el último beso.

El último beso verdadero, como cuando moriste roto después de la desilusión del amor, y después de sacudir las cadenas y los grilletes por todos lados, entre bares y derivas un día se rompieron y volviste a ser libre; solo para volver a amar, y sentir entre tu cabeza y corazón otro cálido sentimiento que se quedó y te hizo navegar hasta soportar la estrujante situación laboral, para llegar a casa y reconstruirte todos los días y volver a luchar contra el mundo extraño y contradictorio lleno de vida y muerte.

Venimos a algo más a este mundo que a morir por culpa de un mundo cada vez más cruel y economizado, la decisión de porqué morir solo depende de ti o dime ¿por qué estás muriendo hoy?

Bibliografía

Aguilar Medina, I. (2006). Enseñanza religiosa y vida cotidiana en el D.F. CDMX: Dirección de Etnología y Antropología Social INAH.

Heidegger, M. (1995). Ser y tiempo. Barcelona: Trotta Editorial.

Heller, A. (1972). Historia y Vida Cotidiana. Barcelona: Grijalba.

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Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

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“pálido.deluz”, año 10, número 122, "Alternativas Educativas a la Modernidad: La Propuesta "Fratelli Tutti"", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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