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Viernes, Abril 26, 2024

La dictadura temía a Dante, los gulag eran como el Infierno”: Kadaré habla de Albania entre el pasado y el futuro

El escritor albanés está en Tirana para presentar su más reciente libro Las mañanas en el Café Rostand, habla también de la relación con el dictador albanés Enver Hoxha, su conciudadano. En el centro de sus pensamientos está el futuro europeo de Albania: “Para nosotros  entrar a Europa es cuestión de vida o muerte”.

Está próxima la entrega de los Premios Nobel. 

Con respecto al de Literatura se menciona una 

vez más a Ismail Kadaré entre los aspirantes.

 

Giovanni Cedrone y  Liljana Maksuti

La Repubblica

Traducción: Gabriel H. García Ayala

Se anuncia como el enésimo éxito literario de un autor que puede presumir de haber vendido millones de ejemplares en todo el mundo. Ismail Kadaré nos recibe en el Juvenilja, un elegante local en el corazón del parque homónimo de Tirana, un sitio particularmente amado por el escritor albanés, igual al cariño que siente por el Café Rostand de París, ciudad que lo ha acogido con todos los honores cuando pidió asilo político por protestar contra la élite comunista albanesa, ya en el crepúsculo del lejano 1990. 

En el último libro, casi una autobiografía, cuenta los episodios más significativos de su vida: un conmovedor retrato de su madre, reflexiones íntimas sobre algunos de sus amigos poetas y escritores como Fred Rreshpja (poeta albanés, y a su juicio, autor de “tantos versos brillantes y sorprendentes”, pero incapaz de encontrar el “verdadero tiempo en el gran tiempo del mundo”), la amistad con el barón Pierre-Bordeaux Groult, hombre de cultura y director de un periódico; convencido de que el pueblo albanés sea “el más europeo de los pueblos balcánicos” y de la necesidad para Europa de apoyar a esta nación “para poder emancipar a la península balcánica”. Tiene también algunas páginas dedicadas “a las pequeñas señoritas de la literatura albanesa”, escritoras albanesas de gran talento que buscan hacerse camino entre las miles de complicaciones en el mundo de la literatura y a quienes Kadaré presta gran atención. Son muchas las pequeñas historias que integran el rompecabezas de su vida, siempre contadas con su inconfundible estilo. 

La entrevista es la ocasión propicia para hablar de la relación entre Italia y Albania, una relación “íntima” que ni siquiera la ocupación italiana del país ha logrado rasgar. Una cercanía cultural que se manifiesta también en el gran interés por Dante Alighieri, “más estudiando en Albania que en Francia”, no obstante que era temido por la dictadura comunista que leían en su Infierno casi un recuerdo de los “gulag”.

El escritor nos recibe en el sitio del café reservado para él.  Nos da la sensación de ingresar en un lugar sin tiempo, como si fuese uno de aquellos Cafés literarios de París, donde pasaban gustosamente sus días personajes como Ernest Hemingway, Pablo Picasso, Jean Paul Sartre o Samuel Beckett. Han sido años en los que el escritor ha estado entre los favoritos para obtener el Nobel de Literatura, pero también esta vez el prestigioso reconocimiento se le ha escapado de las manos. Poco le importa a un autor que ha escrito algunas de las páginas más bellas de la literatura europea y que con su obra ha educado a generaciones enteras en el libre pensamiento. En el centro de sus razonamientos siempre está Albania, su futuro, la esperanza de que el país pueda ingresar cuanto antes en la Unión Europea, “un asunto de vida o muerte”, según Kadaré, un paso decisivo para dejar atrás los años difíciles de la dictadura y algunos otros complicados por la transición, con su trasfondo representado por la cuestión de Kosovo, que ha amargado las relaciones con Serbia, el vecino con el que actualmente es necesario colaborar, si Albania desea entrar “en la gran familia de las naciones europeas”, como le gusta repetir.

La Feria del Libro de Tirana ha sido la oportunidad para presentar su último trabajo literario, ¿de qué trata su libro Las mañanas en el Café Rostand?

Es un libro escrito de golpe con mis reflexiones. Son algunas piezas literarias de mis apuntes, de las sinopsis, de los pensamientos, de las damas. Obras que no he podido escribir, primero porque no sé si tendré tiempo para ello. Es difícil dar una definición de este  libro.

Usted es notable en todo el mundo por algunas de las páginas más bellas de la literatura mundial del siglo pasado y de los últimos decenios, desde El general del ejército muerto a La ciudad de piedra, de La pirámide a La hija de Agamenón, solo por citar algunos títulos. ¿Dónde encuentra la inspiración para sus obras?

Jamás escritor alguno responderá esta pregunta con la verdad. Estos son los secretos que pertenecen a la gran familia de los escritores. Sepan que cuando un escritor habla de estas cosas jamás dice la verdad, porque, aunque quisiera, no puede decirlo.

Preguntar a un escritor cuál de sus obras prefiere es un poco como preguntarle a un padre cuás es su hijo predilecto. Pero, ¿hay una obra a la que se sienta más ligado?

Sinceramente no lo sé. En ocasiones me siento más cercano a una, a veces a otra. Para los escritores son obras que tienen un éxito extraordinario y otras, menos suerte. En realidad el libro que me ha dado más éxito, una de mis primeras novelas, es un libro que aprecio medianamente. Es obvio que ha habido reconocimientos para este libro, pero no es el mejor que he escrito.

La historia y la geografía han hecho que Italia y Albania, ubicadas en el centro del Mediterráneo, hayan tenido siempre una relación muy estrecha. Hoy, ¿cómo son percibidos Italia y los italianos en Albania?

El pensamiento de los albaneses hacia Italia es muy íntimo. Italia es nuestra vecina, desde hace miles de años está ligada a Albania. Desde hace tiempo he manifestado un cierto descontento por la actitud de Italia hacia Albania, no ha tenido la respuesta adecuada. Son dos países, uno frente al otro. Han colaborado cien veces con príncipes y con ejércitos. Al final los italianos desembarcaron en Albania.  Por años fue una “unión”, una parte de los albaneses la han considerado una “ocupación”, aunque no faltaron quienes pensaban como los italianos. La historia es notable. Con el paso del tiempo la visión de esta cercanía ha cambiado, y por parte de Italia ha habido una negligencia hacia este país vecino. Una nación que por cuatro años estuvo unida a Italia. Vittorio Emanuele iii era “Rey de Italia y de Albania” y “Emperador de Etiopía”. Esta complicación histórica inevitablemente habría creado problemas. Pienso que la parte albanesa siempre ha estado bien dispuesta hacia la parte italiana. Suscribo esta tesis. El pueblo albanés conoce muy bien la cultura italiana (la pintura, la música, la literatura), y una complicación política (la ocupación) no ha modificado esta situación, es decir, los intereses hacia Italia. Por ejemplo, Italia y Albania, unidas, tenían un rey, y por lo tanto un gran poeta oficial: Dante Alighieri. Con la dictadura comunista se podía esperar un enfriamiento de la atención hacia este escritor. Albania es la nación ex comunista donde Dante Alighieri es más estudiado. Además, es más analizado en Albania que en Francia. Este amor que no cambia por la política o por la ocupación es una gran cosa. La obra completa del escritor florentino se tradujo tres veces durante el comunismo en Albania. Fue un escritor que puso en dificultades al comunismo. El Infierno de Dante se comparó con los gulag comunistas y esto lo hacía poco grato para esos regímenes, porque la esencia de su obra era el castigo de los crímenes: quien comete el crimen debe pagar. Por esta razón el comunismo no lo quería. Sin embargo se tradujo en Albania. Pienso que Italia debió ser más atenta con Albania. Debía ayudarla. Como ha hecho Francia con Argelia, que siempre ha sido muy sensible hacia su ex colonia, aunque estuviese lejana, en otro continente y de religión musulmana. Tenemos una importante comunidad albanesa en Italia que se ha portado muy bien con nosotros. Pero durante el comunismo, Italia sabía lo que sucedía en Albania y debió interesarse mucho más. Se interesa en países muy lejanos como Madagascar, Angola y otros, pero no en Albania. A veces veo los documentales italianos sobre la segunda guerra mundial y en algunos se han dedicado no más de treinta segundos a la ocupación italiana de Albania en 1939, realizada por Mussolini.

En la Academia de las Ciencias Morales y Políticas de Francia usted ha tomado el lugar de uno de los máximos exponentes del pensamiento liberal del siglo pasado, Karl Popper. ¿Qué efecto ha tenido en usted sustituir a un personaje tan importante? ¿Es una responsabilidad?

Ante todo quiero decir que no la considero una responsabilidad. En segundo lugar, los escritores tienen una característica: no son elegidos por el pueblo como los políticos. Desde este punto de vista los escritores se representan a sí mismos y no tienen responsabilidad alguna, puede decirse que un escritor es un “irresponsable”. Naturalmente estoy bromeando. Seguro que para mí ha sido un gran honor ser elegido en su lugar. Karl Popper además de ser un gran filósofo era una persona simpática, a quien tuve la suerte de conocer personalmente. Ha sido una coincidencia que haya yo sido electo precisamente en su lugar. Quiero aclararlo: los lugares en el Instituto Francés son limitados y ha sido un gran honor que por medio de Albania se me haya dado un sitio en esta sede. En total son 12 los miembros extranjeros: es una casualidad que a mí me haya tocado.

No puede decirse que carezca de modestia…

No es modestia. ¿Por qué llamarla así? No acepto el concepto de modestia referida a los escritores. En Albania durante el comunismo se empleaba con mucha frecuencia la palabra “modestia” relacionada con los literatos. El Estado quería a los escritores sometidos, con la “cabeza baja”, y repetía continuamente: “deben ser modestos”. Eso de la “modestia” era una de las principales directrices dadas por Lenin.

Peter Morgan en su libro Ismail Kadaré, el escritor y la dictadura 1957-1990 compara su relación con el dictador albanés Enver Hoxha con la de dos maestros del ajedrez ocupados en una partida difícil. ¿Se reconoce en esta comparación?

Me parece que no es una comparación exacta. No solo en mi caso, sino en general. Entre un escritor y un dictador no puede existir algún tipo de vínculo. La única relación entre ellos es solo el hecho de que ambos son “tiranos”, pero uno es verdadero y el otro falso. En realidad, para un escritor el dictador es un falso tirano. Lo digo en general: no puedo aceptar la conciencia de un escritor. Les cuento dos anécdotas sobre la relación entre Hoxha y yo: ambos somos de la misma ciudad (Gjirokastra, nota de la redacción), del mismo barrio e incluso del mismo callejón que realmente tiene un extraño nombre: “Callejón de los locos”. Este es un hecho, pueden verificarlo si quieren. Durante el régimen un periodista sueco, bromeando, escribió: los dos albaneses más famosos del mundo provienen del mismo callejón que se llama “Callejón de los locos”. Un golpe peligroso para la época. Pero que explica mucho. Este otro episodio le sucedió a mi hija: ella, genetista, hace años participó en un congreso médico internacional, que como de costumbre concluyó con un baile. Bailó con un desconocido colega extranjero quien le preguntó: ¿De dónde viene? Mi hija contestó: “Vengo de Albania”. El tipo se disculpó porque no conocía nada de Albania. Después de un rato agregó: “Me parece haber escuchado algo. Ustedes han tenido a un dictador muy feroz”. “Sí”, respondió mi hija. Él continuó: “¿Ya vio que sé algo de su país? Inclusive me viene a la mente su nombre: Ismail Kadaré”. Mi hija, riendo, dijo: “Esto no puede ser verdad porque Kadaré es mi padre”. El resultado es evidente.

¿Qué significa ser un escritor bajo un régimen dictatorial como el albanés?

Según mi opinión no es tan inesperado como puede parecer. La mayor parte de los regímenes del mundo ha sido, si no verdaderamente dictatorial, al menos han tenido la mano muy dura. La literatura se ha acostumbrado a esto.

Un premier albanés Edi Rama le propuso convertirse presidente de la República de Albania, pero usted la rechazó. ¿Por qué?

No ha sido el único en proponerme para la presidencia de la República, también otras personas me lo han propuesto. Ya se ha convertido en una costumbre. Saber que no aceptaría, para ellos era fácil proponérmelo. Un encargo de ese tipo no está en mi naturaleza. El escritor no es un ser democrático, el escritor es un ser solitario, trabaja con la cabeza. Esto está bien para la literatura, pero no para la democracia, yo por lo menos lo pienso así.

En los últimos años su producción literaria se ha concentrado sobre las cuestiones balcánicas, y en particular sobre el tema de Kosovo. El libro Sobre crímenes en los Balcanes narra con precisión y puntualidad el dramático evento de Kosovo que ha tenido como epílogo el nacimiento del estado kosovar. Para quien observa desde el extranjero esos dramáticos acontecimientos le es difícil entender cómo ha podido madurar tanto odio en aquella región. Usted, ¿qué respuesta se ha dado?

Es verdad, es nuestro infortunio común. Quizá tiene sus propias raíces en una situación anómala de la península balcánica. Entre las tres penínsulas del sur de Europa, la ibérica, la italiana y los Balcanes, los más desafortunados han sido estos últimos porque, aun siendo parte de Europa, por cinco siglos han estado separados para después reunirse a ella como un hijo desconocido que regresa con su verdadera madre. Según yo todo esto ha creado una anomalía que a todos nos avergüenza. Un día este odio desaparecerá de los Balcanes. Es ineluctable. La civilización europea verdaderamente ha caído allí, donde había iniciado. 

En diversos ensayos usted habla largamente de la rivalidad serbio-albanesa, una rivalidad que tiene orígenes antiguos y que, como lo demuestran los hechos sucedidos en Belgrado durante un partido de futbol Serbia-Albania, está muy lejos de apagarse. Estas dos naciones, antes o después, ¿lograrán tener una relación de buen vecino?

De acuerdo con una cultura humanitaria debería responder: sí, llegará ese momento. Sería muy bueno decirlo. Pero desde un punto de vista “irresponsable” pienso que esto sucederá solo gracias a una presión internacional. Esto para mí es una fortuna. Los pequeños Estados no deben volverse serviles hacia los grandes, pero es oportuno que en algunos casos obedezcan. Una actuación decisiva de Europa occidental sería saludable para toda la península porque la esencia del problema (que consiste en aquel desapego de los Balcanes de Europa) es el sucesivo retorno a Europa. Algunos piensan que sería un lujo ser europeos. Pero para Albania entrar en Europa es cuestión de vida o muerte. Para Albania y para todos los países balcánicos. Se salvará el primero que lo entienda.

¿No encuentra paradójico que Albania y los países balcánicos quieran ingresar en Europa ahora que la Unión Europea parece en crisis?

Lo sé. Pero una crisis continental es algo diferente de una crisis de los países más pequeños. Yo, como se dice, no vivo un “idilio” con Europa. Soy como es Europa. Pero siempre defiendo la tesis de que nosotros, balcánicos, debemos ser europeos, con las cosas buenas y menos buenas de Europa, porque debemos reconocer que esta civilización tiene cosas buenas y menos buenas.

En estos últimos meses las crónicas internacionales han estado colmadas de los dramáticos hechos del Medio Oriente. El horror de los cristianos y de los kurdos que huyen de su tierra, las mujeres violadas y vendidas. ¿Cómo puede defenderse el mundo de esta amenaza?

Hay algunos tipos de amenaza, de la cual el mundo puede defenderse solo con una tenacidad muy fuerte, no es necesario ser agresivos, sino estar decididos en la defensa. Porque cuando dos fuerzas se encuentran, la más civilizada es la más débil, o por decirlo mejor, parece ser más débil. El fuerte, el incivilizado, el malo, comprende la verdadera “locura” como una fuerza.

En Kosovo fueron arrestadas algunas personas sospechosas de terrorismo y de actividades vinculadas con el extremismo religioso y con el reclutamiento de integristas islámicos dispuestos a combatir al lado del integrismo islámico y del Frente Al Nusra en Siria e Irak, mientras que hace pocas semanas aparecieron palabras alabando al integrismo islámico sobre los muros del monasterio ortodoxo de Visoki Decani en el oeste de Kosovo. ¿Cree que el proselitismo del extremismo islámico pueda tener influencia sobre los jóvenes de Kosovo y de
Albania? 

Sí, creo en una influencia limitada y por un periodo de tiempo limitado. Será solo una ola pasajera. Un cúmulo de incomprensiones. Algunos ofrecen la explicación del malestar social, pero yo no creo en esto porque las causas sociales se agrandan allá, donde se quiere ver la verdad.

¿Qué ideas tiene de Putin?

Lamentablemente el pueblo ruso tolera a tales líderes, porque despiertan ilusiones. Es preciso tratar de entender a Rusia: ha sido un gran país y quiere recuperar el enorme prestigio del pasado. ¿Y cómo quiere hacerlo? ¿Es tan precioso? ¿Qué sentido tendría para una nación tres veces más grande que Europa regresar al antiguo prestigio? Es una desgracia “geográfica”. La humanidad debe encontrar un modo de evitarlo, es una sublimación para un país que es 300 veces más grande que cualquier otra nación.

Hace algunos años el presidente ruso Vladimir Putin comparó la elección de Crimea por adherirse a la Federación Rusa con la que ha llevado a la independencia de Kosovo. ¿Usted cree que es posible trazar un paralelo entre estos dos hechos?

No lo creo, no puede hacerse un paralelismo. Kosovo es un caso muy claro. Es un pueblo continuación de otro pueblo y de la misma historia. No creo que Crimea sea la continuación de Rusia, es un caso muy diferente

¿Piensa que un día Kosovo pueda unirse a Albania?

No está excluido, pero este no es el programa de Albania. No nos hemos puesto tal cuestión. La adhesión de los Balcanes a Europa es demasiado importante. Albania y Kosovo (o la unión de los dos Estados), al entrar en la gran familia de las Naciones, encontrarán de modo natural la mejor solución. Sinceramente no puedo prever cuál será, pero Kosovo al estar tan cercano a Albania, teniendo la misma historia, la misma lengua y una moral común histórica no hay otra solución. Pero esto sucederá cuando no sea tan importante.

Albania se convirtió oficialmente en un Estado candidato a ingresar en la Unión Europea. Usted muchas veces subrayó en el pasado la importancia de este paso y ha narrado las resistencias internas que están en el camino entre Europa y Albania. ¿Todavía existen estas resistencias?

Desafortunadamente sí. Existen, pero son aisladas, limitadas, están fuera de tiempo, sin lógica, sin razón alguna. 

En el libro Sobre los crímenes en los Balcanes puede leerse un importante intercambio epistolar entre usted y los más grandes personajes de la historia mundial reciente. Muy conmovedora fue la enviada por usted al Papa Juan Pablo ii, proclamado santo. ¿Qué recuerdo tiene de Karol Wojtyla?

El Papa Wojtyla estaba muy cercano de Albania, y de todos los Balcanes, por dos motivos: en primer lugar porque tenía una aspiración europea hacia los Balcanes en un universo en el cual esa aspiración se veía como enemiga. Además, al mismo tiempo tenía una disidencia interior hacia el comunismo. Él entendía muy bien a los países ex comunistas, lo cual en esa época tenía una gran importancia. El Papa Wojtyla está profundamente en nuestra memoria.

El Papa Francisco realizó su primer viaje apostólico a Europa, y precisamente en Albania señaló a su país como ejemplo de convivencia pacífica entre las diferentes fes. ¿En qué se basa la armonía religiosa en Albania?

Esta es una verdadera y concreta armonía, no una metáfora. No es una visión rosa, sino una realidad. Los albaneses antes de casarse no preguntan la fe religiosa del cónyuge, lo hacen solamente después del matrimonio. Nadie está interesado en la fe religiosa del presidente de la  República o del premier. En estos hechos encuentro lo concreto de la armonía.

 

 Hasta en Estados Unidos la fe de los candidatos a la presidencia tiene una cierta relevancia en la clave electoral…

Esto es verdad. Por ejemplo, en los años 30, cuando existía una fuerte rivalidad política entre monárquicos y republicanos, nadie enfatizaba que el adversario del rey fuese un obispo. Pero esto no tenía relevancia alguna. Fan Noli era el arzobispo de Albania, era rival del rey, pero ninguno preguntaba cuál era la fe que profesaba. Siempre estoy interesado en Fan Noli porque formaba parte de la gran familia de escritores. Todavía su carga obispal no era ni su fuerza ni su debilidad. Fan Noli jamás se basó en la religión como instrumento para vencer o perder sus batallas políticas.

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