Ante los nuevos requerimientos de las sociedades modernas, la educación ha debido transformarse para basarse en el desarrollo de diferentes competencias básicas para la vida.
Sin embargo, la tendencia actual de las distintas propuestas educativas está otorgando un sitio especial al desarrollo emocional de los estudiantes, condición que hasta hace algunos años pasaba prácticamente desapercibido.
En una época donde estamos a un clic de distancia de las personas, parece que se ha abierto un abismo entre los seres humanos al relacionarnos. Prueba de ello son las deficiencias observables en interacciones reales, donde las personas tienen problemas para comunicarse con los demás o no logran reconocer las emociones de la otra persona, y difícilmente pueden conocer las propias.
Las situaciones de injusticia, pobreza, desintegración familiar, entre muchos otros motivos, desencadenaron a principios del siglo pasado conflictos bélicos entre las naciones. Pero en lugar de solucionarse, en esta época continúan manifestándose, aunque con nuevos matices. Ahora, en lugar de apreciar y fomentar la diversidad cultural, cada vez más se exige la uniformidad de pensamiento, de apariencia o creencias, y se exalta la idea de la individualidad en un planeta donde lo que se precisa es una conciencia social.
El mundo gira en torno a los intereses económicos de las naciones, las que abogan por el desarrollo de las personas a fin de que puedan convertirse en ciudadanos del mundo. Ello, con el propósito de que sean capaces de desempeñarse laboralmente en cualquier sitio de nuestro planeta, aunque eso signifique perder su sentido de pertenencia e identidad a un solo lugar.
Reflexionando sobre las condiciones de las nuevas generaciones, se puede apreciar que dejar de lado su salud emocional está ocasionando vacíos en el desarrollo de habilidades y actitudes indispensables para la interacción social. Esto incide directamente en el desarrollo integral de cada persona, así como en su capacidad para desempeñarse en alguna situación laboral.
Ante esta realidad abrumadora, se ha centrado nuevamente la mirada en una educación con valores, así como en lo que ahora se denomina educación emocional, que consiste en el reconocimiento de las emociones propias y las de los demás, para aprender a convivir armónicamente en sociedad.
El mismo papa Francisco, máximo pontífice de la religión católica, expuso en su última encíclica la necesidad de acercarnos nuevamente, basándonos en principios de solidaridad, fraternidad y tolerancia sin que importe la nacionalidad de las personas, su situación económica, color de piel ni ninguna otra circunstancia, incluyendo creencia religiosa. Así, su propuesta pretende crear una hermandad sin distinciones.
Nuestro propio Sistema Educativo retomó en la Nueva Escuela Mexicana, algunos valores como equidad e inclusión para colocarlos en la base del desarrollo integral de los estudiantes, promoviendo con ello que desde edades tempranas se aprenda a respetar la diversidad cultural existente en nuestro país, valorándola y promoviéndola como un tesoro invaluable.
La globalización permitió eliminar las fronteras entre naciones en muchos sentidos, pero a su vez construyó muros infranqueables, cuya eliminación inmediata resulta indispensable, antes de que las nuevas generaciones se vuelvan incapaces de interactuar con otro ser humano.
Es por ello que las nuevas propuestas educativas basadas en el desarrollo de competencias, no sólo incluyen aquellas que propician el desarrollo de conocimientos de tipo conceptual y procedimental, sino que también se otorga relevancia a la parte actitudinal, como se demuestra en el reporte “Nueva visión para la educación: Fomentar el aprendizaje emocional y social” del Foro Económico Mundial de 2016, que señala los conocimientos, competencias y cualidades necesarias a desarrollar por los estudiantes del siglo XXI, y donde también se enfatiza la importancia de la enseñanza social y emocional.
Además, en 2017 esta misma organización planteó en el video “El futuro de los trabajos” una lista de 10 habilidades principales a desarrollar para el 2020, entre las que destacan Manejo de personas; Coordinación con los demás; Negociación; Orientación de servicio, Juicio y toma de decisiones, así como Inteligencia emocional.
En esta época, las nuevas generaciones tienen que aprender a construir conocimientos que les permitan conocer el mundo que los rodea, interactuar con él y cuidarlo mientras desarrollan también sus habilidades para relacionarse con otras personas a partir del reconocimiento de sus propias emociones y las de los demás, lo cual contribuirá a la convivencia armónica y a la consolidación de una verdadera sociedad global.