Llegará el día, o la noche
(eso no lo sé)
del descanso temporal.
El alma deshabitará este cuerpo
en busca de otro espacio,
de otro rumbo, de otro lugar.
Transmutará mi preciosa energía
obediente al mandato natural.
Seré tierra
cubierta de besos de mamá.
Debajo del mundo terrenal
en reposo y quietud,
me convertiré en un rostro descarnado,
con el corazón sin sangre, ofrendado.
Dejaré de existir,
de ser, de estar, aquí y ahora,
pero seré aliento y viento.
Perderé la piel, no la memoria.
Me iré, allá.
Vestida como la señora del Mictlan,
huesuda, desnuda,
con máscara de chalchihuites,
regresaré para la gran fiesta.
En los días de convivencia
mi collar de cempoalxohitl,
dejará huellas de mi presencia,
porque seré calor de vigilia
y los sonidos de la noche,
para quienes me lloren o me rían.