En el curso de tres días de esta semana que acaba de concluir –haciendo par con la transición justiciera– las y los estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco lograron: 1) detener el pasado viernes 6 a uno de los dos individuos que golpeaban inmisericordemente a uno de sus compañeros en un baño cercano a las oficinas de rectoría; 2) montar una masiva campaña de información del ataque durante el fin de semana; 3) realizar el lunes 9 una asamblea enorme en el jardín Zapata del plantel; 4) rebasar a un pequeño grupo de consejeros y consejeras estudiantiles que se asumían como dirigencia para evitar el paro; 5) elaborar una lista de demandas; 6) aprobar entusiastamente un paro total de labores; 7) incluir en el pliego las propuestas de los consejeros y consejeras; 8) emplazar a las autoridades a dar una respuesta inmediata; 9) suscitar la respuesta solidaria de otras unidades de la UAM que también cerraron sus puertas (Azcapotzalco, Iztapalapa, Cuajimalpa), y 10) obtener el miércoles 11 una respuesta de rectoría que permite proceder a levantar el paro y reiniciar labores el jueves 12. Además, muy importante, dejar con todo esto nuevas e importantes lecciones para otros movimientos en el futuro.
Todo esto, en menos de tres días, no es casualidad: es resultado de aprendizajes. Las autoridades aprendieron del paro feminista de 2022 –que se prolongó dos meses– que tenían que dar una respuesta inmediata o el paro se enquistaría. Y así, pese a las difíciles circunstancias personales, el rector de Xochimilco se apresuró a generar una pronta –y asumimos válida– respuesta. Pero algunas autoridades aparentemente no valoraron el riesgo que significa no desaconsejar o hasta impulsar que integrantes de los consejos (divisional y académico), ostentándose como tales, se hicieran de la mesa e intentaran detener la creciente corriente hacia el paro. Los consejos y las y los consejeros en la UAM son también autoridad y entonces la estructura se divide: las y los directores divisionales abren espacio al rector como cabeza de la gestión institucional, pero algunas consejeras no, actúan por su cuenta.
Las y los alumnos también aprendieron del pasado movimiento estudiantil feminista, y no sólo en Xochimilco, sino en toda la institución, que un tema avanza más fácilmente si desde el comienzo se planea con gran fuerza, como precisamente un paro, que no es fácil menospreciar, para abrir un tipo de negociación más rápido y de fondo. Asimilaron además que la solidaridad inmediata (no declaraciones, sino paros) puede influir en la postura de las autoridades y en minimizar la injerencia de órganos de autoridad en el movimiento. En este caso, el paro de 15 mil estudiantes se fortaleció al ser seguido por el de otros 40 mil alumnos de otros planteles.
Los y las de Xochimilco aprendieron ahí mismo hasta a incorporar las posturas disidentes que intentaban reducir el movimiento a una mínima expresión, todo esto en un ambiente de discusión tranquila y sumamente inteligente en argumentos (ver videos que circulan).
Por otro lado, además del aprendizaje, a los estudiantes en paro les favoreció la siempre impredecible fortuna o suerte que, como decían los romanos, favorece a quienes están preparados. En este caso, las y los estudiantes tuvieron de su lado el hecho de que la brutal violencia –hubo también un estudiante baleado en la UAM Azcapotzalco– generaba un contraste que partía de tajo la campaña de propaganda institucional de paz y amor (demuestra tu amor por la UAM, se invita a los xochimilcas después de también circular testimonios de que es una unidad llena de paz) y luego de invitar a un hermoso sarao, cena y baile de sabor porfirista (muy exclusivo, pues con un precio de mil 800 pesos por persona sólo una pequeña fracción del personal uamita lo pudo fácilmente pagar). Con la sangre regada por el piso de un baño y con el balazo que en el abdomen recibió otro estudiante, ¿cómo continuar las celebraciones del medio centenario cuando hay paros de protesta por estos hechos de sangre?
Y además, grandes o pequeños también hay actos de violencia universitaria que contribuyen a la atmósfera de inestabilidad e incertidumbre, por ejemplo, la que hoy sufren los compañeros y compañeras encargadas del manejo de las voluminosas nóminas y los miles de recibos. Se les informa que su trabajo será sustituido por una plataforma digital que automáticamente dispersará fondos y recibos. Y ahora, ¿qué pasará con ellas y ellos?
Por otro lado, las y los académicos también estamos en un lento proceso de reducción de nuestro papel. La elaboración de textos por estudiantes y cuyo análisis y discusión colectiva son una herramienta crucial de formación, ahora está siendo realizada por enjambres de datos dispersos en trasnacionales servidores que con algunas teclas se organizan velozmente (inteligencia artificial). Es decir, maestros y estudiantes cuando escribimos, es decir, pensamos, ya no interactuamos.
Higo Aboites es profesor -investigador de la UAM Xochimilco