La Vanguardia fue un momento especial de la historia en la que expertos de muchos cambios decidieron, decididamente, cambiar el mundo, y lo hicieron pensando diferente, siendo poco convencionales y no muy obedientes.
En alguna ocasión el profesor Arnoldo Meléndrez, excelente fotógrafo y administrador de la EPCSG durante muchos años se preguntaba si era posible tener alumnos disciplinados y ordenados, cuando se trataba, en ese entonces, de formar periodistas críticos, de esos que la vanguardia hubiera acogido gustosamente y la respuesta que él mismo daba era que por supuesto no era posible.
Sin embargo, en la actualidad hay toda una rama del conocimiento supuestamente de, otra vez con la palabra, vanguardia, que son todo menos esos. Me refiero sobre todo a la gente que trabaja en temas relacionados con las computadoras.
Hay muchos profesionales de sistemas computacionales, incluyendo ingenieros de la especialidad, expertos en redes, técnicos, “webmasters” y encargados de cibercafés, que indudablemente son conocedores de su trabajo, se dedican a él con ahínco y tratan siempre de obtener buenos resultados.
Sin embargo, un fenómeno que se ha venido dando entre estas personas es el síndrome del gran sacerdote místico. En primer lugar, suponen que son ellos los únicos mortales que saben de computadoras y se niegan a explicar en palabras mínimamente comprensibles los problemas de computadoras, programas y sistemas que uno pueda tener.
Mezclan palabras del argot ingenieril con términos en inglés muchas veces sacado de contexto y siempre, pero siempre, tienen un pretexto para explicar por qué no funcionan las cosas, y lo dicen además con mucho orgullo. En la mayoría de los demás trabajos del mundo, esta actitud los llevaría al desempleo, pero en su caso, aparentemente, les brinda puntos extras para sus resúmenes profesionales.
Otro aspecto curioso es que los problemas que pueden presentarse nunca son por causa de su impericia o malas prácticas. ¿Bajas un piso y te quedas sin red en tu tableta? Es culpa tuya porque no la apagaste y volviste a encender. ¿La clave de acceso para todos tus alumnos, es compleja, con letras, números y larguísimas? Es por seguridad (y si les preguntas sobre qué seguridad, si prácticamente es una red pública y la clave está en las paredes, te miraran como se mira a la gente muy, pero muy tonta).
Por supuesto, ni qué decir si administran algún sitio de internet y no aparecen las actualizaciones, o lo hacen de manera selectiva. La respuesta será, y eso si tienen mucho miedo porque la pregunta la hace directamente, algún director, “es que está fallando la red”, que equivale a decir que los dioses están enojados.
Hace poco trataba infructuosamente de ingresar en el sitio del Sistema de Administración Tributaria. Fui a preguntar a una oficina donde me aseguraron que la red tenía un problema, pero el colmo fue cuando me aclararon, con indescriptible orgullo y satisfacción: “pero es a nivel nacional”.