La transición verde es una oportunidad que tenemos que aprovechar. Para alcanzar los objetivos climáticos del Acuerdo de París, el mundo tiene que sustituir los combustibles fósiles por energías renovables y reducir la demanda de los hidrocarburos. Este es uno de los mayores giros de tuerca a los que se ha enfrentado el mundo y ningún país puede hacerlo solo. Para productores de petróleo como Noruega y México, la transición verde plantea algunos retos particulares y a la vez crea nuevas oportunidades. Como naciones energéticas también tenemos una responsabilidad particular de contribuir a la transformación energética mundial.
Dos megatendencias están influyendo en este cambio de paradigma: la política industrial activa está de vuelta y la política climática se ha vuelto más ambiciosa. En cuanto a la primera, en desuso desde hace mucho tiempo, por lo menos en los países occidentales es evidente que los gobiernos y el sector privado están reconociendo el potencial dela transformación energética y vemos cómo la política industrial activa está tomando fuerza.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea están aplicando políticas económicas e industriales para promover la transición verde en este sentido; la Ley de Reducción de la Inflación estadunidense (IRA) y el Pacto Verde Europeo (European Green Deal) son claros ejemplos. Y para destacar que no solo es un fenómeno occidental, ¡China actualmente invierte más en tecnología verde en un año promedio que todos los demás países juntos! No hay duda de que todos los principales motores económicos van por el mismo camino verde.
Como país industrial moderno con un sector de petróleo y gas fuerte, importantes entornos industriales y una igualmente importante industria renovable, Noruega está llevando a cabo esta política industrial activa invirtiendo en la captura, el uso y el almacenamiento de carbono, la energía eólica marina, el hidrógeno, la tecnología de baterías, el transporte marítimo ecológico y otras industrias renovables. De esta manera, no solo se reducen emisiones, sino también se crean empleos.
Así, las empresas noruegas son socios líderes en energías renovables que pueden proporcionar y acelerar el acceso a energía limpia fiable y asequible también en México. Este mes, varias de estas empresas han visitado la feria energética InterSolar aquí en Ciudad de México con resultados muy positivos que probablemente abrirán nuevas colaboraciones en el sector energético en el futuro.
La otra megatendencia que ha llegado para quedarse es el fortalecimiento de la política climática. En la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático del año pasado participaron más jefes de Estado que en la Asamblea General de la ONU unos meses antes, y vemos que las cumbres climáticas anuales se han convertido en el mayor punto de reunión global. Hoy en día el clima es uno de los pocos temas que realmente unen al mundo y, a pesar de que las guerras y los conflictos polarizan, vemos que aún es posible llegar a acuerdos en el ámbito climático.
En este contexto, es muy gratificante que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, esté señalando que en su sexenio México aumentará su inversión en fuentes de energía renovables y participará activamente en la transición verde y las discusiones globales sobre las políticas climáticas. México es, e históricamente ha sido, un socio para Noruega y todos los países que buscan soluciones comunes a los desafíos globales.
No me cabe duda de que tanto Noruega como México pueden aprender el uno del otro en este ámbito. Como embajadora de Noruega, espero con entusiasmo una estrecha cooperación con el nuevo gobierno en materia de clima y energía.
Embajadora de Noruega
Ciudad de México / 23.09.2024 01:35:07