Quienes trabajamos en la Unidad de Historia Natural somos testigos directos del enorme daño que le estamos infligiendo a nuestro planeta. Otra de las cuestiones éticas hace referencia a la (representación cinematográfica) de las culturas del Tercer Mundo. Luego está el antropomorfismo, nuestra tendencia a tratar a los animales de un modo antropomórfico. Otro tema delicado es como llevar las escenas de depredación y sexo a los salones de los espectadores.

                                                                      Alastair Fothergill

El documental El puma, el león de los Andes (Miles,1998) de National Geographic (Nat Geo), se filmó en la parte sur de los Andes, en el Parque Nacional Andrés Torres del Paine, que se encuentra en la Provincia de Última Esperanza, Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, a 400 km al noroeste de Punta Arenas y a 112 km al suroeste de Puerto Natales. Es decir, en un área natural fría, inhóspita de la parte continental del cono sur americano, frontera de la Antártida.

La National Geographic Society es una de las organizaciones de divulgación, comunicación y educación científica más importantes del mundo. Fue fundada en los Estados Unidos de Norteamérica en 1888. Es conocida en el mundo entero por su revista impresa mundial (la del marco amarillo) y hace programas de televisión desde 1964. El documental que abordaremos fue realizado ya en el contexto de un canal propio de Nat Geo, por cable, que empezó a trasmitir contenidos sobre la naturaleza en 1996. Nos parece significativo este documental dado que representa un estilo de retratar la Naturaleza que es utilizado reiteradamente. Es por decirlo así, un paradigma del documental sobre la naturaleza. Veamos algunas de sus constantes.

Está dedicado a una especie biológica. En este caso al puma, que vive en varios biomas de América pero que se ha ido marginando hacia las zonas menos habitadas por seres humanos. Es un felino, mamífero y carnívoro y en el documental El puma, el león de los Andes, se da una visión próxima de esta especie con varios primeros planos y las primeras tomas infrarrojas de visión nocturna. Cumple el documental al aproximarnos y darnos información del segundo felino más grande del continente (el primero es el Jaguar), sus hábitos alimenticios y caza de guanacos y liebres en la región, su vida nocturna y las persecuciones que tiene que sortear, así como sus relaciones de reproducción.

La pieza documental nos regala un ecosistema de vegetación escasa y de temperaturas extremas, en las que vemos aves como grandes cóndores, gansos, conejos y otras especies endémicas. También son evidentes los cambios de estaciones del año y el impacto que tienen en la vida de esa región de la Patagonia. La narrativa apuesta a una voz en off omnipresente y la trama se centra en seguir a un biólogo (suponemos el mismo Miles, que es el realizador), que sigue a un puma hembra a la que bautiza como Pen. La relación del investigador y el puma es muy larga. También el proceso en que la hembra normaliza y acepta la presencia del hombre y la cámara.

El documental no puede dejar pasar escenas fundacionales de este estilo de documental televisivo: las amenazas constantes del puma a otras especias y las de sus depredadores que incluye a los seres humanos, el proceso de apareamiento, la reproducción, la forma en que lleva el alimento a sus crías, el ciclo de la vida de la especie, etc. Este modelo de documentar la naturaleza, sobre todo si se piensa en especies salvajes y amenazadas -como los pumas americanos-, tiene un incuestionable e imperecedero valor de aproximarnos a un hábitat desconocido y de informarnos detalles sobre la especie, aun en este molde de género que se ha utilizado por largo tiempo.