El encabezado de este artículo es el nombre del libro que reúne los trabajos realizados hace 30 años por un grupo de investigadores dirigidos por Gonzalo Chapela y David Barkin. Su idea central: contribuir con información de primera mano a plantear los problemas ambientales y sociales que debían resolverse para garantizar la existencia de la mariposa monarca y el bienestar de quienes habitan en las áreas donde llega a invernar. Fue el fruto de la colaboración entre el Centro de Ecología y Desarrollo (Cecodes) y las universidades autónomas de Chapingo y Metropolitana. Además, del apoyo del programa de Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente de El Colegio de México y la opinión de investigadores destacados, como Arturo Gómez Pompa, Patricia Zavaleta, Fernando Tudela, Julia Carabias y Exequiel Ezcurra.
El interés por la ilustre viajera comenzó a fines de la década de 1970, cuando los especialistas establecieron su ruta migratoria a través de Canadá, Estados Unidos y México. Pero desde mucho antes era apreciada. Para los aztecas era la mariposa sagrada mientras los mazahuas la nombraron hijas del sol. Linneo, en su Systema naturae la clasificó dentro de los insecta Lepidoptera.
A tres horas y media por carretera desde la Ciudad de México se ubican los principales lugares del oriente de Michoacán y su área contigua del estado de México adonde en noviembre llegan millones de mariposas en un peregrinaje singular que ocurre sin interrupción desde hace decenas de miles de años. Los campesinos de esos lugares han vivido por generaciones de la agricultura y la actividad forestal y en armonía con la paloma, sin saber de su alta alcurnia. Pero una vez que se supo que allí invernaba, se sumó la actividad turística y el interés por estudiarla y conservarla.
Con ese propósito, en 1980 las autoridades decretaron la protección de la monarca en forma poco definida. Sólo en 1986 se creó una reserva que prohibió la actividad humana en las áreas núcleo, limitó el aprovechamiento forestal en las zonas de amortiguamiento y restringió la actividad forestal en cerca de 40 mil hectáreas. Todo ello en perjuicio de la economía de los habitantes de numerosos ejidos y comunidades. Las medidas restrictivas y de vigilancia sirvieron para lo contrario: el primer efecto de la veda fue que los campesinos talaran sus bosques antes que perderlos.
Mientras las instancias oficiales y grupos ambientalistas buscan proteger la mariposa a cualquier precio; mientras intereses particulares diezman el bosque, quedan sin respuesta adecuada los reclamos de las comunidades que exigen su derecho a utilizar racionalmente el recurso del que han vivido. Y esas se expresaron claramente durante los tres años de trabajo en campo que realizaron los autores del estudio mencionado. Por principio, la idea de no tocar el bosque de oyamel como medida precautoria era entonces válida. Pero la monarca necesita algo más que árboles para invernar y el sacrificio de los campesinos no ha redituado en mejorar el hábitat de la incansable viajera.
El sector público y grupos defensores del ambiente han acordado estrategias para favorecerla a la par que a los lugareños. Entre ellos, el Plan de Acción 2018-24, pero no se reflejan en una mejor conservación de la especie, los ecosistemas donde inverna y la calidad de vida de las comunidades. Por su parte, en Estados Unidos los monocultivos a gran escala imponen su ley vía semillas genéticamente modificadas y el arsenal químico que acaba con el algodoncillo, básico en la alimentación de la mariposa.
Por eso siguen vigentes no pocos de los planteamientos que los especialistas hicieron hace tres décadas: si la población no participa efectivamente en los programas de protección de la monarca, no se conservarán los recursos de los cuales depende su vida. A ello se agrega la impunidad con que actúan las bandas criminales que han destruido más de 3 mil hectáreas boscosas y en enero de 2020 asesinaron a Homero Gómez González, activo luchador por la conservación de la reserva.
Y por si fueran pocos los problemas brevemente descritos, tenemos el cambio climático, que avanza incontenible y agudiza los problemas que enfrenta la bella mariposa en Canadá, Estados Unidos y México.