Desde hace ya muchas décadas, las principales corrientes del psicoanálisis han sostenido que la forma de manejar la tensión durante la infancia y la adolescencia pueden tener profundos efectos en el subsecuente desarrollo de la personalidad (Spielberg, 1979, p. 20)
I.
Eran aproximadamente las cinco de la mañana en la comunidad de Teotitlán, las nubes de humo salían por todas las casas, colándose entre las grietas de teja, la palma mal puesta del techo y las paredes de adobe rústico. En un cuarto anexo a la vivienda había mucho movimiento y ruido, las chispas del fogón rebotaban por el suelo negro de hollín y gastado de tanto uso, tres pequeños sentados alrededor del calor cuchicheaban con seriedad.
Oye ve y dile a Estela que se levante para que nos ayude con las cosas que le acaban de traer a Bishoze – papá- porque además ella es la mera festejada.
-Los tres se miraron con los ojos grandes de asombro y después soltaron la carcajada-
No, Estela no puede ser dijo una niña de voluminosas trenzas, en todo caso sería yo porque soy la más grande, pero nadie me ha venido a pedir. Será porque estás más fea que ayer (dijo su hermano), pero igual y se equivocaron y después te piden a ti y así sirve que nos dejas espacio en el cuarto y ya no haces tanto ruido cuando tengas tos. Jacinta mejor cállate porque ahí viene Nñiaa -mamá- y nos va a regañar por andar diciendo tonterías tan temprano.
A la improvisada cocina entró una mujer no mayor de treinta años, con un seño adusto y una mirada dura, se sentó junto a los infantes y los empujó para que le hicieran un espacio
Cato órale ve a levantar a tu hermana Estela y de pasó ves si Bishoze ya está levantado porque Don Isidro ya trajo lo que se acordó y no lo ha contado ni le ha dado las gracias por el presente, muévete y si está borracho solo cámbialo de lado para que no se vaya a ahogar como la vez pasada que hasta lo tuvimos que llevar al médico en la noche.
Jacinta, agarra la olla grande, traes agua del deposito y la pones junto a la parrilla para que se le vaya quitando lo frío pues después nos va a servir para el café o el atole, y de pasó saca dos cuartillos de Niza -maíz- del nuevo para hacer las tortillas, debajo de los petates hay una bolsa con canela quitas una rajita grande y la traes junto con el jarrito de azúcar. Pero muévete que ya está clareando y todavía hay que ir por los burros y ver si tienen lista mi ropa para la fiesta.
Oye Jacinta antes de que te vayas sabes ¿dónde quedó el Dxumigueta -tortillero- y la servilleta de flores rojas? Desde ayer no la encuentro y ahorita se necesita, ve a donde está tu hermana Estela, echas un ojo debajo de su cama porque luego se lleva tortillas para estar comiendo en la noche y no devuelve nada, de paso la levantas y la peinas. Porque ya estamos todos trabajando y ella sigue de Cha'ba -floja-.
Jacinta entró corriendo al cuarto donde dormía Estela, la habitación era del mismo material que toda la casa, había dos catres, un cajón hecho de palma, una mesa pequeña de madera, una viga pegada en la pared con varios clavos grandes a modo de perchero, cinco huacales de fruta que servían de juguetero o armario y un petate para no pisar el suelo de tierra. Estela no rebasaba los once años y Jacinta no llegaba a los catorce, ninguno de los hijos iba a la escuela. Hablaban español cortado -así le decían ellos- y se comunicaban comúnmente en Diidxazá -Zapoteco- lengua que también se hablaba en la región.
Estela seguía amodorrada, resistiéndose a salir de su caliente nido, su hermana antes de llegar al cuarto buscó una Xhiga -jícara- de tecomate, la llenó con un poco de agua, empujó la puerta de la habitación y le quitó la cobija. La levantó y sentó en la orilla de la cama para peinarla, le hacía unas trenzas de forma muy rápida, cada trenza llevaba una cinta de satín color morado que al terminar anudaban el pelo y se podía hacer un moño. Descolgó un vestido de lana cruda, con una flores en el centro del pecho, y una falda amplia del mismo material, le puso unos huaraches con talonera de yute y cordones de cuero, Estela seguía dormida y cabeceaba en cada jalón de pelo, al parecer esa era una rutina habitual porque ninguna de las dos emitía palabra alguna, todo se hacía en silencio y con una agilidad que solo da la experiencia y la cotidianidad.
Órale, Estela, ya despierta que mamá se va Bichiiche' -enojar- y está como desesperada buscando el chiquihuite de las tortillas calientes que ya vi está debajo de tu catre, huy esa maña que tienes de comer en la noche no se te quita, haber si tu esposo te cambia lo dormilona y comelona. Ya cállate, Jacinta -dijo Estela- qué es esa locura de que mi esposo si tu eres la más grande, y no me quiero ir con nadie, mejor quiero que me lleven a la escuela, ayer pasó una maestra que estuvo hablando con mi mamá para que vayamos a tomar clases, así por lo menos sabremos leer y hacer cuentas.
No, Estela no es broma mi mamá ya recibió las cosas de tu sheela' -esposo- y por eso nos está levantando para contar y acarrear todo a la casa, porque si llueve se va a mojar y se echa a perder el maíz y los frijoles. Hoy dijeron que iban a venir a pedir tu mano y también que iban a organizar la fiesta con todo y cura, para que sea de a deveras y después te vayas a vivir a tu nueva casa. ¿Y quién es mi novio? Ni lo conozco, ni siquiera sé donde vive o si está Hrangu -feo-. Yo creo -dijo Jacinta- es el hijo de Don Isidro el que tiene su tienda y la cantina en el potrero del pueblo al lado del puesto de los raspados, porque su hijo está como de 17 años y ya se ve grande y trae su caballo café. Pero no sabemos la verdad quién será, ya ves que los grandes no dicen nada.
Estela se puso a llorar y abrazaba a su hermana, no yo no me quiero ir de aquí, no quiero novio, ni casa ni nada, mejo voy a la escuela y me quiero portar bien. Ya no comeré tortillas en la noche y voy a comer poquito para que no se enojen conmigo, y voy a trabajar en la milpa todo el día con mi hermano, y haré todo lo que me digan, pero no me quiero ir.
Jacinta abrazo a su hermana pensando que a lo mejor era un error, porque su mamá no la dejaría ir sobre todo porque era muy pequeña para estar en la posición de ser casadera. Las dos comenzaron a pronunciar algunas palabras en diidxazá que les parecían dar fortaleza. Frases que su madrina les había enseñado en forma de canción.
Biziidi', ne qui zacalu', ora guinizilu', ti chintete huati quitecabe lii, nin ti binni ni hruni guiraa ni naa binni qui iquiiñe. Estudia, y no serás, cuando crecido, ni el juguete vulgar de las pasiones, ni el esclavo servil de los tiranos. (Toledo, 2021)
Esa misma tarde el papá se vistió de gala y se puso sus huaraches nuevos, le dijo a su esposa que planchara su camisa nueva de bordado verdes, agarró su sombrero y dejó pasar a los invitados a la casa, se sentaron a la mesa, donde había varios platos con carne de puerco, mole y arroz, también había una cesta de frutas y dos botellas de Nisadxu'ni -aguardiente- sin abrir. La esposa y los hijos veían desde afuera de la puerta. Después de varias horas salió Don Isidro con una sonrisa en la boca y le dio las buenas noches a la señora de la casa. Y la mujer entró para saber las buenas nuevas.
Entonces qué viejo cuándo viene el hijo de Don Isidro por tu hija, el esposo se quedó serio y con el rostro rojo le dijo, pues no va a ser el hijo, va a ser Don Isidro el novio y no se llevan a Jacinta sino a Estela. ¿Pues que no viste que el viejo llegó solo? Además, ya está hecho ve hablando con tu hija que ya pronto se va a ir de la casa. Oye viejo, pero si Jacinta estaba lista para el casorio con el hijo de Don Isidro, ese era el acuerdo ¿pues cómo cambió eso? El esposo seguía con su plan de oídos sordos. Ya no digas nada porque hasta nos van a dar dos vacas y cinco mil pesos. Y tu ya sabes que yo no me echo para atrás en mi palabra. Corre con tu hermana para que te ayude porque la van a pedir mañana en la tarde, y hay que hacer una buena comida y limpiar el terreno porque ya está listo el casorio. La mujer no sabía que decir y salió corriendo hacia la casa de su hermana que vivía a diez minutos.
Los niños escucharon la plática de los adultos con un asombro enorme. Ya ven, que les dije que si se iba a casar Estela -dijo el hermano mayor- las dos niñas estaban impresionadas sobre todo porque el novio era un hombre más grande que su propio padre, y por la forma en que reaccionó su mamá entendían que ese acuerdo no era de su agrado. Pero la palabra estaba empeñada y era difícil ponerse en contra de su padre.
Jacinta agarró de la espalda a su hermana menor y la llevó hacia el Bigaze -baño-, donde iban a llenar una tina de metal para su respectiva limpieza, las dos estaban ahora en las manos de los adultos sin posibilidad de hacer nada. La menor se le quedó mirando a su hermana y le dijo: Oye Jacinta ¿me prestas tu Bishiapa -morral- que tiene las dos correas grandes? Claro ¿para que lo quieres? Pues es que yo no quiero ser la novia de ese señor, y me da miedo estar en una Lídxi -casa- ajena. No Estela, no digas eso, si te oye mi papá te va a Zadiiñe -pegar- y te va a dejar atada al árbol como la ves pasada, ya no pienses en cosas locas, báñate, vamos a comer algo y tomamos un poquito de agua de piña que hice en la mañana verás que está bien buena.
Estela ya no dijo nada, pero su mente ya estaba pensando en la forma de salir de ahí como fuera.
Era tarde cuando las dos niñas se estaban secando el pelo pues habían estado jugando en el arroyo, de pronto se escuchó un alboroto en la casa, la tía había llegado para pelear con su cuñado por la decisión de haber cedido a Estela para una boda tan fuera de sitio, el hombre que no había dejado de tomar desde la entrevista sacó un machete y amenazaba a las mujeres blandiendo el arma de forma torpe en el aire, diciendo que no se echaría para atrás porque ya había empeñado su palabra. Los vecinos el escuchar el escándalo fueron para ayudar a calmar al hombre enfurecido.
Al no poder convencer a su cuñado la Stia' -tía-, fue a donde estaban las niñas y le dijo a Jacinta, ten está dirección, se la das a Estela y a las diez de la noche la llevas a la cruz de caminos, allí la voy a estar esperando para que se vaya conmigo, porque si me quedó aquí tu papá me va a pegar. Jacinta se quedó muda. Estela ubicó rápidamente la bolsa de doble correa de su hermana donde depositó seis tortillas, un bule de agua y tres naranjas.
La hermana tardó un rato en darse cuenta de que Estela ya estaba preparada para fugarse, al verla con el morral en el hombro sabía que era inminente el evento, fue corriendo a un cajón grande de utensilios de cocina y sacó un cuchillo pequeño, lo envolvió en una servilleta, vio como su pequeña hermana corría detrás de los chiqueros mientras sus padres seguían gritando dentro de la casa. ¡Estela, espérame! oye te dejo este cuchillo para que cortes tus naranjas o lo que sea, y por si tienes que pelear contra los animales del monte. Le dio un fuerte abrazo para después ver como se desaparecía entre la maleza.
II.
Lo que pasó después de la fuga tiene dos versiones, la primera es aquella contada por los que se quedaron en la casa y la segunda contada por Estela. Empezaremos por los familiares. Después de que Estela desapareció nadie se dio cuenta salvo Jacinta, la madre y sobre todo el padre la comenzaron a buscar hasta el día siguiente, los vecinos ayudaron en la búsqueda, pero después de dos semanas lo único que encontraron fue una hilacho del rebozo que llevaba puesto en una madriguera de coyotes, también una mancha de sangre en una piedra cerca de una cañada del río crecido (afluente del río Teotitlán) por lo que dedujeron que había muerto, el padre al no poder concretar su trato fue enviado a la cárcel durante tres meses por robo, pues se había comenzado a tomar el aguardiente de la dote y también había cocinado parte del maíz y los frijoles. Con los cinco mil pesos pagó parte de una deuda en la cantina y lo demás se lo había dado a su esposa para que lo escondiera en la cama.
Estela volvió cincuenta años después, sus padres y sus hermanos habían fallecido, solo encontró a dos hermanos menores que no sabía que ella existía, éstos le contaron que cada día de muertos le ponían flores, comida y agua a la hermana que se la comieron los coyotes. La versión de Estela es así…
Traté de subir lo más alto que pude, para divisar la casa desde lejos y observar si no le pegaban a mi hermana, después de un rato mi hermana se alejó de los chiqueros, se fue a la habitación y apagó la luz, eso estuvo bien porque quería decir que ni se acordaban de mí. Cuando se apagó la luz en el cuarto de mis papás decidí que era momento de ir al cruce de caminos con mi tía, estuve allí, pero no había nadie, creo que llegué tarde o temprano, porque ya después no pasó nadie y tampoco usaba reloj, solamente pasó el último camión que iba para el centro del pueblo, como no quería que me vieran me volví a meter al cerro y camine mucho rato por la montaña siempre viendo el camino del camión, así no me perdería.
En la noche hacía mucho frío, pero creo que por estar caminando lo sentía poquito, me quedé dormida en una cueva, me desperté porque escuché unos gruñidos, al fondo había unos Gueu -coyotes- chiquitos, me levanté como pude, me fui rápido porque la mamá coyota llegó y quería Hrooya' -morderme-, me jaló del rebozo y me lo rompió. Se lo dejé y me fui por la cañada, me asusté demasiado por eso creo que me resbalé y me pegué en la cabeza con una piedra filosa que estaba ahí sobrepuesta en un musgo, como el pasto y las yerbas estaban mojadas me rodé en esa ladera entre las piedras y los matorrales, cuando llegué abajo estaba toda despeinada, me lavé la cara con el Nisa -agua- del río, me comí una naranja y unas tortillas para aguantar el camino a la casa de mi tía.
Al llegar al centro del pueblo, había un mercado grande y le dije a varias personas si la conocían, les enseñé el papel, pero decían que no sabían gui'chi -leer-.
Después de un rato me aburrí y me quedé en el parque donde estaban tocando los músicos, saqué mis tortillas para echarle algo a mi Nambora -panza-, una señora que iba pasando me dijo si quería una tortilla caliente y me la regaló, me preguntó ¿qué hacía allí? y le dije que estaba esperando a mi tía, me dijo ¿cómo se llamaba?, le enseñé el papel y llamó a su hijo, el niño leyó el recado y dijo que esa casa estaba atrás del mercado, di las gracias y caminé en esa dirección, al llegar había una vivienda grande de puerta verde con dos ventanas de fierro cafés.
Cuando estaba en la entrada toqué la puerta con ganas y me esperé un rato, por la ventana de arriba se asomaron dos Xcuidi ca -niños-, después salió mi tía, me dio un abrazo bien fuerte, me preguntó si tenía hambre, le dije que no pero de todos modos me sirvió un plato de ayocotes (frijoles gigantes) con cebolla y chicharrón de puerco, también tres tortillas calientes de masa morada y para pasar el bocado un agua de tunilla, después insistió en mencionar que me iba mandar a Tehuacán porque era seguro que mi papá fuera a buscarme con ella.
Dijo que en Tehuacán estaba su madrina, la cual trabajaba en una casa haciendo limpieza, nuevamente escribió algo en un papel, lo metió bien fuerte en mi refajo, me dijo que me fuera en el camión de las diez, para que llegará en la mañana al otro día, me quedé dormida debajo de una mesa en la cocina hasta que se hizo de noche, para el camino me dio dos gorditas de chicharrón y me llenó otra vez mi bule de agua de limón. Me llevó a la terminal de los camiones foráneos, me abrazo y me dejó encargada con el chofer.
En el camión me ganó el Bacaanda -sueño- y ya no supe por dónde íbamos, pero las veces que abría los ojos todos los pasajeros estaban roncando también, de repente sentí como me movieron del brazo, era el chofer que me dijo que ya habíamos llegado a Tehuacán, le dije que si sabía donde estaba una dirección, me pidió el papel donde había escrito mi madrina, al terminar ¡le dio un beso al papel y se rio mucho jajaja!.
Me llevó donde había una carreta con un mulero, le dijo si iba para la hacienda de los pilares, el mulero asintió y el chofer le dijo: échame la mano Celerino lleva a esta niña con la Señora Herminia, la cocinera de la casa grande, ya me debes varios viajes gratis, es que quiero conquistar a la tía de esta chiquilla, los dos hombres siguieron bromeando y riendo. El mulero me subió atrás de la carreta encima de unos bultos de maíz, y varias pacas de Guiixhi -forraje-.
Al llegar a la hacienda la madrina de mi tía no me quería aceptar, pero el mulero le decía que él no sabía nada que solo estaba haciendo un favor, la señora Herminia, me dijo si le enseñaba el papel, le dije que el chofer lo tenía y que se lo había dado mi tía, la señora estaba muy enojada, daba muchos gritos y Guluu ñee -tiraba patadas- a la pared. Yo no sabía que hacer. Después de un rato se apareció un señora güera y se puso a platicar con doña Herminia. La señora güera me agarró de la mano, me llevó adentro de la casa. Me dieron de comer y me dijeron que solo estaría allí temporalmente en lo que me acomodaban en una casa para trabajar.
Pasaron como dos años y medio, aprendí a guisar, como en la casa hablaban español aprendía decir todo con esas palabras y casi no me acordaba de como se hablaba en mi pueblo, la casa a la que me llevaron a trabajar como cocinera fue en un pueblo muy lejos que se llamaba Izúcar, allí estuve otros tres años hasta que me dijeron si quería ir a trabajar a la capital, allá en México, lo que ahora se llama Distrito Federal… o creo que ya tiene otro nombre…y así es como estoy aquí, ¡que se le hace, verdad!.
Reflexión final
Estela es un personaje real, con vida y costumbres forzadas, lejos de su terruño, llena de vicisitudes a lo largo de su existencia. Lo que la hizo sobrevivir fue la fuerza y determinación ante las circunstancias que le rodearon, dejemos que siga hablando para aprender de ella, porque es una manera de reflexionar en cuanto a la manera que podemos convivir con los otros.
Referencias
otrolunes. (26 de Abril de 2012). Otro lunes. Obtenido de Niña indigena mexicana: http://otrolunes.com/24/indigenasmexicanos
Spielberg, C. (1979). Tensión y ansiedad. Distrito Federal. México: Harla.
Toledo, F. (24 de Noviembre de 2021). Toledo Familia. Obtenido de http://www.biyubi.com/: http://www.biyubi.com/did_principal.html