Desde que la educación centró su propósito en la formación integral de los estudiantes, a través del desarrollo de las competencias, se comenzó a dar más relevancia a los otros tipos de contenido, haciendo visible que los contenidos conceptuales (conceptos, datos, fechas y nombres), no eran los únicos importantes en la formación de las personas.

Sin embargo, aunque las habilidades se consideraron normativamente, no consiguieron hacerse visibles completamente, debido a que en ocasiones son consideradas como una característica biológica, innata del ser humano, creyendo que su desarrollo se da de manera natural y automática, tal como respirar, olvidando que también son una construcción que puede desarrollarse para beneficio de cada estudiante, lo cual requiere de una práctica constante que permita aprender a hacer, de manera que una persona sea capaz no sólo de ver lo que sucede a su alrededor, sino que también observé, indague, reflexione, sintetice y comprenda lo que pasó.

A diferencia de los conceptos, las habilidades requieren que se trabaje con cada una muchas veces, en situaciones distintas, con el propósito de propiciar su desarrollo, ya que no se pueden memorizar sus definiciones, sino que requieren la práctica vivencial, por ejemplo, podemos ver un dibujo, utilizando únicamente el sentido de la vista, pero si hemos realizado diversos ejercicios de observación y atención, podremos mirarlo detalladamente e incluso encontrar algunas características específicas e interesantes, lo cual no se habría logrado si nos centramos en aprender solamente los nombres de los seres vivos presentes en el dibujo. Así como este ejemplo, en ocasiones se olvida este tipo de contenidos para darle más relevancia a los otros o se pretende lograr habilidades como la reflexión y la comprensión, sin haber trabajado con ellas, pensando que todos debemos lograrlas por el simple hecho de ser humanos.

Esta falta de interés por el desarrollo de habilidades ocasiona que muchos de los jóvenes egresados de la educación superior estén lejos de alcanzar las 10 habilidades fundamentales definidas por el Foro Económico Mundial para 2025, las cuales se centran en la resolución de problemas, el trabajo con personas, el uso y desarrollo de la tecnología, así como la autogestión.

Aunque estas habilidades están enfocadas en las necesidades del ámbito laboral, cada una está compuesta por distintas habilidades que deberían desarrollarse a lo largo de la educación básica, no sólo para que el estudiante sea una persona capacitada en el área laboral de su elección, sino porque le permitirán aprender sobre su realidad y cómo transformarla.

Al final, los aprendizajes deben considerarse en su totalidad, retomando los conceptos, datos, fechas, personajes, habilidades, destrezas, aptitudes, actitudes, valores y sentimientos que conllevan, lo cual contribuirá verdaderamente a una formación integral de los estudiantes.