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Domingo, Abril 28, 2024

Leo en las noticias que siguen al alza los contagios, así como los decesos, debido al COVID, aunque no con la gravedad de 2020 y 2021. El problema es que muchas personas se han descuidado, circulan en lugares cerrados, como en el transporte, sin cubre bocas. El temor a contagiarme me ha llevado a reflexionar en tiempos pasados, en donde quedaron atrapados mi niñez y mi juventud, recuerdos que aquí escribo.

 

La quema de judas

Como escribí antes, mis abuelos cumplían firmemente con sus deberes como católicos. Por ejemplo, durante la semana santa ayunábamos, lo cual no nos costaba mucho trabajo ya que nuestros alimentos cotidianos eran muy frugales. Como en la semana mayor estba prohibido comer carne, no era difícil cumplir con esta norma. La carne no formaba parte de la dieta de mis abuelos. Tampoco se nos permitía escuchar la radio y mis abuelos eran muy firmes en ese aspecto. Además de los ritos antes citados, durante la semana santa asistíamos a la misa de tres ministros y a la misa del lavatorio de pies. Me quedó en la memoria una celebración en la que los acólitos encabezábamos la entrada procesional a la iglesia en medio de cantos. Para mí era muy conmovedor. Después de mucho tiempo, de todos los ritos celebrados, yo solo me quedé con el de la visita de las sietes casas. Era para mí un día lleno de júbilo, ya que visitaba las iglesias en compañía de mi novia. El sábado de gloria era día de diversión. Se celebraba la quema de los judas. En la calle principal de Tizapán, donde vivía, de un edificio a otro colgaban las figuras de los políticos menos queridos de ese entonces, en medio de la algarabía general. El presidente era Adolfo López Mateos, de quien dicen que ha sido uno de los más carismáticos, a quien el pueblo rebautizó como López Paseos porque se lo pasaba de viaje. También se dice que era un mujeriego empedernido, a tal grado que cuando llegaba a su oficina preguntaba:¿qué me toca hoy, viajes o vie…? Sabrá Dios si era verdad o un mito.

 

Todo por no estudiar

Inicié mis estudios de secundaria en una Prevocacional del IPN, nivel educativo que desapareció poco después. Cuando cursaba el tercer año dejé de ir. De esto no avisé a mis padres. Diariamente fingía ir a la escuela pero me iba a vagar por las calles. Un día que regresé de mis paseos mi madre me recibió muy enojada. Por la mañana le había llegado un telegrama de parte de la escuela. En él le avisaban que tenía un mes de no presentarme a clases. Como castigo me envió a trabajar a una tortillería que estaba en el mercado de san Ángel. Con la culpa royéndome el alma acepté. Así que al día siguiente me apersoné en el lugar. Mi tarea consistía en vigilar que las tortillas no salieran con algún grano que se resistió a la molienda o que tuviera algún otro defecto. Al hacer esto después de varios minutos se me enrojecía el ante brazo debido al calor que despedía la banda de la tortilladora. Además, hacía un calor insoportable. Tenía mucha sed pero no quería descuidar mi labor de pescar tortillas defectuosas. La dueña me decía que descansara algunos minutos, que aprovechaba para tomar agua. En una ocasión me mandaron con un carrito, hecho con una tabla sobre cuatro ruedas de balines, por la masa. El molino estaba como a cinco kilómetros de la tortillería. Tenía que transitar sobre una avenida muy estrecha de dos carriles. Con muchos esfuerzos y temiendo ser atropellado por algún automóvil fui y regresé. Al volver con la materia prima tenía mucha sed y me moría de hambre. Un aroma delicioso inundaba el lugar. En una olla estaban cociendo huacales de pollo con verduras. Al ver que no despegaba la vista de la olla, la dueña del local me invitó a sentarme. Me sirvió un vaso con agua y un plato rebosante de caldo con verduras y la pieza de pollo. Aún recuerdo al sabor de ese guisado. Cuando regresé a casa le rogué a mi madre que ya no me enviara más a trabajar a ese lugar. Irás hasta que apruebes las materias que  reprobaste y me prometas que estudiarás con más entusiasmo, me respondió. Así que estuve yendo a ese lugar durante seis meses. Todo por no estudiar.

 

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“pálido.deluz”, año 10, número 144, "Número 144. Habilidades para el mundo del siglo XXI. (Septiembre, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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