El reconocimiento de la diversidad ha asumido un papel crucial en lo que respecta a la educación debido a las transformaciones sociales que han tenido lugar en las llamadas democracias avanzadas. Ciertamente, el contexto multicultural y la preeminencia de las luchas por el reconocimiento de las diferencias (ya sean sexuales, de género(s), raciales, culturales, religiosas, etc.) son las dos características principales que podrían caracterizar las tendencias sociales actuales. No obstante, las diferentes concepciones de la diversidad, implícitas y no suficientemente cuestionadas, delimitan un área controvertida de debate. Teniendo en cuenta estas consideraciones, mi objetivo en este artículo es, por una parte, realizar una reflexión crítica sobre los límites y los retos que la diversidad de género y sexual representa en el ámbito educativo, y para la política actual; y, por otra, analizar las aportaciones que desde las teorías feministas y queer se vienen realizado en los últimos años y su valiosa contribución para la educación. El artículo concluye con unas notas sobre la(s) pedagogía(s) queer y los retos que plantean.
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