El género alude al conjunto de características diferenciadas que cada sociedad
asigna a varones y a mujeres. Define y jerarquiza roles, expectativas y
derechos. En nuestras sociedades, el género se asienta en relaciones de poder
desiguales que limitan el ejercicio de derechos, fundamentalmente de las
mujeres y también de algunos varones.
La UNESCO define la igualdad de género como la situación en la que “las
mujeres y los hombres gozan de la misma condición y tienen las mismas
oportunidades para hacer efectivos el disfrute pleno de sus derechos humanos
y su potencial a fin de contribuir al desarrollo nacional, político, económico,
social y cultural y de beneficiarse de sus resultados”.
La mayoría de los países latinoamericanos han elaborado planes para igualar
oportunidades entre varones y mujeres o políticas para las mujeres, que dan
cuenta de los esfuerzos de los Estados para enfrentar las múltiples
desigualdades aún vigentes. En líneas generales, los ejes estratégicos que se
plantean en esos documentos tratan sobre economía (empleo, patrimonio,
feminización de la pobreza), salud (con énfasis en salud sexual y reproductiva y
acceso a métodos anticonceptivos), educación (analfabetismo, acceso,
brechas por niveles, uso de Tic), violencias y su impacto en las distintas esferas
de la vida y sobre las niñas y los niños, participación política y posiciones de poder, desarrollo sostenible y seguridad alimentaria. En menor medida, también
se menciona la corresponsabilidad familiar y la conciliación familia/trabajo, la
cultura y la comunicación, el desarrollo de prácticas deportivas, el acceso a la vivienda y la igualdad jurídica.
Por otra parte, la igualdad de género en educación no solo es una preocupación
de los Estados, sino que constituye una de las demandas centrales de los
diversos organismos internacionales. Desde la Conferencia Internacional sobre
la Población y el Desarrollo (El Cairo, 1994).
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